Esto es lo que constantemente debemos tener en nuestra mente: hay una relación directa entre la santidad de nuestras vidas y la eficacia del ministerio que hacemos en nombre de la misión de Dios. San Eugenio deseaba ardientemente que viviéramos en comunidades apostólicas para incitar la santidad entre nosotros: ¡no mechas humeantes! Si los Oblatos fueran santos, entonces habría un motivo para creer que, en poco tiempo, la sociedad, que tantísimo se ha alejado, regresaría al Evangelio. La rica  fecundidad de la predicación del P. Domingo Albini fue atribuida a la santidad de su vida.

P. Louis Lougen OMI