RECOLECTORES GLOBALES OBLATOS DE FONDOS  

Graciela Etchart

Los ejemplos de los oblatos asistiendo a la gente en las regiones en dónde sirven, una tradición iniciada por nuestro Fundador, han abundado durante la actual pandemia. Estos ejemplos nos hablan de historias individuales que nos inspiran. Pero los oblatos también han ofrecido su ayuda ayudado de otra forma más sutil, menos visible y no siempre conocida.

Además de dar apoyo spiritual y más obviamente los apoyos materiales bajo las formas de gel desinfectante de manos, jabón, máscaras, medicinas y comida, había otras muchas necesidades diversas y específicas a cada región del mundo oblato.

Cuando la mayoría del planeta dejó de funcionar y se puso en modo de reclusión en las casas con el consejo de lavarse las manos después de hacer cualquier nimiedad, estos consejos no fueron fáciles de seguir en muchos lugares de África donde la gente, sobre todo las mujeres, tienen que caminar normalmente dos o tres millas al día para obtener ese agua tan preciosa que necesitan no solo para lavar, sino también para cocinar y beber. Al inicio de la pandemia estos viajes diarios no fueron posibles. Por eso en algunas misiones, particularmente en Angola y en Camerún, los Oblatos compraron camiones cisternas llenos de agua para distribuir entre su gente y otras personas que lo necesitaban.

Los estudiantes son de la parroquia de San Eugenio.

En la mayoría, sino en toda Latinoamérica, las universidades públicas son gratuitas y todos los que están cualificados pueden estudiar y graduarse sin costo para matricularse. Pero cuando la COVID golpeó esos países, todas las universidades cerraron y las clases se hacían por internet. El problema es que muchos jóvenes no tienen una computadora personal ni tampoco acceso a internet en sus hogares. Por eso en una misión de Bolivia, los Oblatos planearon un proyecto para ayudar a sus jóvenes con la preparación preuniversitaria, comprando algunas computadoras,  instalando el servicio de internet en cuatro áreas de la parroquia y equipando las aulas de la capilla con algunas computadoras para que los jóvenes universitarios no quedaran relegados en sus estudios.

Ya que los Oblatos cuidan de la persona de una manera integral también dirigen clínicas en muchas misiones, una de ellas en la Amazonía peruana. Aunque la clínica podía ayudar a sus pacientes habituales, no estaba preparada para atender la afluencia de personas afectadas por Coronavirus y proteger de una manera adecuada al personal clínico. La clínica necesitó y fue re-equipada con equipos de protección para el personal médico, cabinas de desinfección, puestos de oxígeno y respiradores, camillas y carritos de curas de acero inoxidable y las medicinas utilizadas para luchar contra la Covid (Azitromicina, Ivermectina e Hidroxicloroquina).

Por último, como muchas de las Unidades oblatas debieron cerrar las parroquias, escuelas y casas de retiros, sus ingresos quedaron significativamente reducidos. A pesar de eso y de que en  muchos de los países donde sirven no hay asistencia social para desempleados, los oblatos encontraron las maneras de continuar pagando los sueldos y salarios de sus empleados laicos.

Los Oblatos pueden dar mucha de estas ayudas especiales a su gente gracias a la asistencia de muchos donantes generosos que trabajan con el grupo de Recolectores Globales Oblatos de Fondos que labora diligentemente y con compasión para afrontar estas urgentes necesidades.