1. Personal y hechos significativos de 1836 hasta hoy.
  2. Actividades apostólicas de la comunidad.
  3. Casa de estudio
  4. El ministerio de los oblatos desde la guerra.

Los Oblatos de María Inmaculada residen aún en el convento de San Francisco de Vico, novena fundación aceptada por el Fundador en 1836. Situada a cincuenta kilómetros al norte de Ajaccio, este convento franciscano data de finales del siglo XV. Convertido en propiedad nacional a comienzos de la Revolución Francesa, escapa así de la destrucción.

Nombrado obispo de Ajaccio en 1833, Mons. Raphaël Casanelli d’Istria decide dotar a su diócesis de una comunidad de misioneros. Compra la propiedad en febrero de 1836 y por medio de un acta, firmada el 7 de mayo del mismo año, la dona a los Oblatos de María Inmaculada, llegados a Ajaccio el año anterior.

Personal y hechos significativos de 1836 hasta hoy.
La vida de la comunidad oblata de Vico nunca dejó de tener problemas. Allí, más que en otras partes, el personal cambia a menudo. Los hermanos sufrían allí la soledad, pidiendo el traslado, al tiempo que a la mayoría de los padres la vida misionera les resultaba tan dura y agotadora que pronto consumía su salud y necesitaban ser reemplazados.

La comunidad conoció diecisiete superiores de 1836 a 1903, fecha en que los oblatos fueron expulsados, y trece de 1935 a 1991, lo que supone una media de un superior cada cuatro años. Un hecho interesante a resaltar es que de los cinco primeros superiores, dos murieron en olor de santidad, Charles Dominique Albini -de 1836 a 1839- y Dominique Luigi -de 1851 a 1858- y dos llegaron a obispos, Étienne Semeria -de 1840 a 1847- y Mathieu Balaïn, entre 1858-1859.

El personal de la casa siempre contó con entre cinco y diez padres y hermanos, según los distintos ministerios y la mayor o menor demanda de misiones parroquiales.

Algunos sucesos importantes marcaron la historia de la comunidad. He aquí los más importantes:

El 20 de mayo de 1839 falleció el P. Albini. “Con él -según se dejó escrito- el convento de Vico adquirió un gran renombre. Siguiendo con nuevo espíritu, con un ardor incansable, la obra religiosa que desarrollaron los franciscanos durante siglos, los oblatos hicieron de este convento el más importante, quizá, de toda Córcega” (Paul Fontana, en Missions, 70 (1936), p. 414).

Mons. Casanelli frecuenta Vico muy a menudo, especialmente en los veranos de 1837 a 1869 cuando pasa allí un tiempo de vacaciones. La casa se convierte en lugar de encuentro de numerosos párrocos y fieles. Mons. de Mazenod y Mons. Hippolyte Guibert les acompañaron durante el mes de octubre de 1851. El Fundador constata entonces por sí mismo los inconvenientes de tal presencia, de la cual se habían quejado frecuentemente los superiores, no sólo por los elevados gastos sino sobre todo porque hacía imposible llevar una vida regular como la que pedía la Regla. Por tanto, hizo una breve visita canónica, terminando el texto de dicha visita en tales términos: “Esto es todo lo que puedo decir en el galimatías en que nos encontramos (…)”. Por tal motivo Mons. de Mazenod pensó varias veces en traer de vuelta a los oblatos de Vico. Por ejemplo, escribió al P. Semeria el 3 de noviembre de 1848: “Esta casa nos resulta bastante gravosa, siendo así que no dejo más que dos misioneros, a la espera de retirarles más adelante si no podemos establecernos en otra parte, en una casa que sea realmente nuestra y donde podamos estar solos y ser sus señores”.

Las visitas canónicas dejaron igualmente huella en la vida de la comunidad y en los archivos; conocemos las de los PP. Tempier en 1838 y 1846, Casimir Aubert en 1856, 1857 y 1858, Ambroise Vincens en 1860, Louis Soullier en 1874, Célestin Augier en 1874 y 1876, Victor Bourde en 1888. En 1838, el P. Albini agradece al Fundador el que enviara al P. Tempier. Le escribe el 7 de julio que el Visitador ha restablecido el orden y la regularidad en la casa de Vico, concluyendo con las siguientes palabras: “Esperamos tener todos los años una de estas visitas tan vivificantes”.

Ningún suceso sobrepasa en importancia y en peligro a la revuelta popular que se originó cuando la comunidad fue expulsada en 1903. Por un decreto del 29 de marzo de 1880, el gobierno francés expulsó de Francia a los religiosos. Los oblatos de Córcega se salvaron durante algún tiempo. Tres mil habitantes de Vico y de los alrededores firmaron una petición y se declararon dispuestos a dar su vida para mantener a los oblatos en el convento. En julio de 1901 vino una nueva expulsión contra las congregaciones no autorizadas. Los oblatos de Vico recibieron la orden de entregar la casa al gobierno el 2 de mayo de 1903. La multitud se reunió impidiendo a las fuerzas del orden desalojar a los oblatos y a las autoridades judiciales el sellado de las puertas. El Prefecto llamó a los soldados, que llegaron el día 3. Para evitar incidentes sangrientos el P. Bernardin d’Istria se asomó a la ventana del convento y convenció a los fieles de que permitieran salir a la comunidad, que fue escoltada solemnemente desde el convento a Vico.

El convento fue nacionalizado por un corto espacio de tiempo. Mons. Noël Casanelli, Vicario General y sobrino de Mons. Raphael Casanelli d’Istria, probó ante el tribunal una cláusula del acto de donación del convento de su tío a los oblatos; se establecía que si éstos abandonaban el convento por cualquier motivo, la propiedad regresaría a su familia. Ganó dicha causa en 1907, pasando el convento a ser propiedad de la familia Casanelli, que lo convirtió en residencia de verano.

¿Prometió Mons. Noël Casanelli devolver el convento a la Congregación tras su muerte, acaecida en 1910?. Los hechos constatan que el P. Barthélemy Albertini, apoyado por el obispo, presentó una reclamación. Los cuartos herederos de los Casanelli la rechazaron; Mons. Jean Baptiste Desanti les excomulga por retener ilegítimamente bienes eclesiásticos. La reconciliación de la familia con la Iglesia tuvo tan sólo lugar en 1827. El convento fue cedido entonces a la diócesis.

La casa permaneció prácticamente deshabitada. Mons. J.M. Rodié pide a los oblatos que se establecieran nuevamente en él, pero la Provincia del Mediodía no estaba interesada en ello. El P. Hilaire Balmès, por aquél entonces director del Seminario Mayor, escribió un largo alegato a favor del regreso de los oblatos a Vico. Sin insistir en el bien que aún podría hacerse allí, aseguraba que esta casa debía quedar como herencia familiar, dado el recuerdo dejado allí por el P. Albini, cuyos restos aún reposaban en la iglesia.

El 2 de agosto de 1935, tras treinta y dos años de ausencia, los oblatos toman nuevamente posesión del convento. Desde entonces continúan su ministerio apostólico en la región.

Una de las preocupaciones fundamentales de todos los superiores que se sucedieron en Vico fue la de reparar, restaurar y mejorar las instalaciones. En 1837, el P. Guibert concluyó las reformas más urgentes durante sus vacaciones de verano. En enero de 1838 obtuvo permiso del Fundador para usar los salarios de los directores del Seminario para completar el mobiliario del convento. En 1847-1848, el P. Antoine Rolleri reparó el tejado y elevó los techos de las habitaciones. Durante su superiorato de 1862 a 1867, el P. Mouchette restauró la iglesia. En 1878-1879, el P. Antoine Audrid construyó un “Calvario” y en 1889 el P. François Semeria decoró la iglesia con una fachada y un campanario. Los informes publicados en Missions de 1885 a 1897 dan cuenta de las obras: tejado de la iglesia, escaleras, pasillos, etc.

Cuando la Congregación regresó en 1935 instalaron la electricidad y tras la guerra el P. Clement Chaigne renovó de nuevo la casa, con un elevado coste. El 20 de mayo de 1954, con ocasión del Año Mariano, se inauguró una gruta de Lourdes. Desde entonces, cada año un día mariano congrega a los fieles de los alrededores; todos ellos aguardan a que algún día pueda conmemorarse la fiesta de (el Beato) Domingo Albini en tal fecha.

A excepción de entre 1903 y 1935, siempre vivieron algunos hermanos en Vico; algunos de ellos permanecieron allí largo tiempo y desempeñaron un importante papel, especialmente los Hnos. Jean-Bernard Ferrand, Pierre Métifiot y por último, Noël Nati, hábiles jardineros y ganaderos; contribuyeron así al sustento de la comunidad, cuyos ingresos nunca fueron altos.

Actividades apostólicas de la comunidad.
Por la compra del convento de Vico y su entrega a los oblatos, Mons. Casanelli d’Istria pretendía hacerlo un centro de irradiación misionera. Ciertamente fue el trabajo de las misiones parroquiales lo que hizo que el convento cobrara fama en Córcega desde 1836-1838. El P. Albini no predicó más que nueve misiones y una renovación de misión, pero la fuerza de su instrucción, el entusiasmo de su ejemplo, la excitación causada por los milagros que obró dejaron un recuerdo imborrable. Los PP. Etienne, Semeria y, tras 1847, Antoine Rolleri, que a su vez sustituyeron al P. Albini entre los italianos de Marsella, vinieron a Vico y continuaron la predicación de misiones con el mismo éxito.

Tras la muerte de Mons. de Mazenod, el número de retiros y misiones dados cada año crecieron poco a poco hasta el fin del siglo en curso. Unos diez cada año entre 1861 y 1867, cuando los oblatos eran también directores del Seminario Menor; unos quince en adelante. Pocas misiones tuvieron tanta cobertura en la revista Missions como las de Córcega. Desde 1903 prácticamente en todos los números se publicaron informes muy detallados de las principales misiones. De 1869 a 1873, tres o cuatro padres predicaron treinta y siete misiones, sesenta y cinco retiros, retiros cuaresmales, etc. De 1873 a 1879, noventa y una misiones y retiros; unos cien entre 1879 y 1886; unos diez cada año de 1896 a 1902. En una nota publicada en Missions en 1873 se lee que las peticiones de misiones habían disminuido “debido al establecimiento de religiosos misioneros de distintas órdenes religiosas, obligados a abandonar Italia”, aunque también por la pobreza de las parroquias.

Para aumentar los ingresos de la comunidad, Mons. de Mazenod pidió desde 1841 a Mons. Casanelli poner a un sacerdote al frente de la rectoría de Nesa, una aldea próxima al convento. Éste aceptó en 1845. El P. Joseph de Veronico sirvió allí durante muchos años, construyendo una iglesia que se terminó en 1874.

Ya en el mismo convento el ministerio de la iglesia ocupaba a un sacerdote a tiempo completo; varios tenían que permanecer allí por Semana Santa, la fiesta de San Antonio, la Porciúncula, Santa Lucía; la iglesia se convirtió entonces, según la tradición franciscana, en lugar de peregrinación muy frecuentado.

Casa de estudio
En muchas ocasiones el convento de Vico acogió a seminaristas u oblatos en formación.

En 1836, Mons. Casanelli, dejó de enviar allí a seminaristas dada la distancia con Ajaccio. Sin embargo, pasaron allí el año académico de 1838-1839, mientras los obreros trabajaban para añadir tres plantas al viejo seminario de Ajaccio.

Cuando llegó a Córcega en 1846, el P. Jean-Joseph Magnan sugirió a Mons. Casanelli d’Istria el establecimiento de una escuela eclesiástica en Vico. El consejo episcopal se opuso, alegrándose Mons. de Mazenod de ello. El P. Dominique Luigi, Superior de Vico de 1851 a 1858, obtuvo lo que se le había denegado al P. Magnan. El convento de Vico acogió a los seminaristas de 1855 a 1864. Se propuso tal medida para favorecer la vocación de niños pobres y para simplificar el programa de estudios. Algunos de los estudiantes eran internos y unos treinta más acudían a diario desde Vico o las zonas de alrededor. En 1863, el P. Joseph Fabre clausuró el internado y las dos clases superiores dado que el número de estudiantes no se correspondían con los sacrificios que los oblatos debían imponerse. El 1 de junio de 1865, el P. Antoine Mouchette anunció que la escuela no abriría sus puertas para el año escolar de 1864-1865 y que la casa regresaba a su primer destino, las misiones. No dio los motivos de su decisión.

Cuando se reabrió el convento en 1935, Vico fue durante tres años el juniorado para vocaciones tardías. Se contaban unos diez júniores al año entre los miembros de la comunidad. En 1941, la casa tomó el nombre de Escolasticado Albini para escolásticos enfermos o convalecientes. Fue clausurado en 1947 dado que los cinco o seis hermanos, con frecuencia enfermos, imposibilitaban mantener una vida regular seria; además debían viajar con frecuencia a Ajaccio para visitar al médico o para los tratamientos en el hospital.

El ministerio de los oblatos desde la guerra.
Durante la década de los 50, la escuela franco-canadiense de Lión organizó campamentos catequéticos en Córcega. En 1956, por ejemplo, el campamento contaba con sesenta y cinco participantes con siete padres; repartidos en seis sectores de trabajo, impartieron el catecismo a cientos de niños.

Las solicitudes de misiones disminuyeron progresivamente, cesando en 1962. Los padres pasaron, pues, al ministerio parroquial, ocupándose de lo que el P. Chaigne llamó en 1946 “sectores pioneros”. Por un acuerdo del 11 de julio de 1946 entre Mons. Collini y el P. Albert Schneider, Provincial, los oblatos se hicieron cargo del ministerio parroquial en una zona rural compuesta por once parroquias. En el mismo período los padres trabajaron en parroquias abandonadas en el centro-este de la isla. La Porta d’Ampugnani fue durante cerca de veinte años un centro de actividad pastoral desde la que los oblatos ejercieron el ministerio en veinte o veinte y cinco parroquias rurales. En 1991 los oblatos se encontraban sirviendo en veinte y ocho parroquias rurales.

El convento se ha convertido en lugar de acogida de sesiones, retiros y también encuentros donde se organizan numerosas actividades socio-culturales para una población local que está perdiendo su vitalidad demográfica.

Córcega queda como un país de misión, con pocos sacerdotes y una práctica religiosa que no supera el diez por ciento de media. El celo de los Oblatos de María Inmaculada no ha disminuido, pero, ¡ay!, ya no puede mantenerse debido a su edad y a su mermada fuerza física.

Yvon Beaudoin o.m.i.