Nacimiento en Béziers (Hérault) el 31 de diciembre de 1757, Fernando Bausset-Roquefort estudió en el seminario de San Sulpicio y fue ordenado sacerdote en 1782. Vivió en Inglaterra e Italia durante la Revolución. Fue canónigo y vicario honorario de Aix de 1802 a 1807, luego obispo de Vannes de 1807 a 1817. Trasladado a Aix en 1817, debido a las dificultades de concordato, no fue instalado hasta el 13 de noviembre de 1819. Gozaba de una importante fortuna y ayudó mucho a las obras de la diócesis. Murió el 29 de enero de 1829.

El 26 de noviembre de 1802, poco después de su vuelta del exilio, Eugenio escribe a su padre que el abate de Bausset será nombrado canónigo y que Fortunato lo habría sido, si hubiera estado en Aix. Eugenio no habla más del canónigo hasta su nombramiento para el obispado de Vannes, en 1808.

El 17 de septiembre de 1815, Mons. de Bausset, de paso por Aix, administra el sacramento de la confirmación a miembros de la congregación del P. de Mazenod, que cuenta entre ellos a un sobrino del obispo (Ecrits Oblats I, t. 16, p. 150 y 173-174). En 1815, el padre de Mazenod anuncia a su padre, el 15 de septiembre, que el obispo de Vannes podría ser trasladado a Aix (Ecrits Oblats I, t. 15, p. 137). La noticia se hace cierta en 1816 y el Fundador se alegra, ya que los párrocos de Aix se oponen a toda costa a sus obras. Escribe a Carlos de Forbin-Janson que, para defenderse mejor, aceptaría convertirse en vicario general del futuro arzobispo. “Nuestra casa, añade en julio-agosto, será siempre un hermoso establecimiento y de capital importancia para toda Provenza. Espero, pues, que el futuro arzobispo la protegerá.”(Ecrits Oblats I, t.6, p. 19 y 24).

En 1817, Mons. de Bausset es nombrado arzobispo de Aix. El padre de Mazenod va a París, durante el verano, con el fin de obtener la aprobación gubernamental de su instituto y anuncia a Forbin-Janson, el 25 de julio, que su estadía se prolongará “hasta que haya conocido y visto a nuestro nuevo arzobispo; es necesario que trate con él nuestros asuntos”. (Ecrits Oblats I, t.6, p.30). El Gobierno no reconoce al instituto pero, escribe el Fundador al padre Tempier el 5 de agosto, “se nos autoriza a proseguir las funciones tan felizmente comenzadas” (Ecrits Oblats I, t. 6, p. 32-33).

La entrevista con Mons. de Bausset no tiene lugar hasta principios de octubre. Es cordial y el prelado anuncia que nombrará al padre de Mazenod vicario general. Su actitud se hace más reservada posteriormente, “concluyo, piensa el Fundador, que mi persona lo inquieta.” Algunos días después, añade que Mons. de Bausset, “por temor a los párrocos de Aix no me nombrará vicario general”. Incluso, le hace reproches por su conducta con los párrocos. Desalentado, el padre de Mazenod escribe al padre Tempier y a sus misioneros, el 19 de octubre, y les pregunta si será necesario proseguir su obra (Ecrits Oblats I, t. 6, p. 39-42).

Mons. de Bausset llega a Aix el 8 de noviembre de 1819. Recibe al padre de Mazenod el 9 y a los misioneros el 10. En la tarde de ese día hace incluso una visita a la casa de la Misión. Las relaciones, al comienzo, son buenas. Durante la misión de marzo-abril de 1820, el arzobispo permite al padre de Mazenod retirar las rejas del coro de la catedral para dejar entrar allí a los hombres y asume su defensa frente a los canónigos descontentos. Con ocasión de la inauguración de la cruz de misión en junio de 1820, el prelado participa en la procesión y viene a la iglesia de la Misión, donde da la bendición con el Santísimo Sacramento.

Las relaciones se deterioran en el período 1822-1826. En 1822-1823, Mons. de Bausset parece sufrir la influencia de los curas de Aix que hacen al padre de Mazenod responsable del restablecimiento de la diócesis de Marsella. Durante una entrevista, en octubre de 1823, el prelado habría llegado a decir que el padre de Mazenod es un “hipócrita, un miserable, un sepulcro blanqueado” (Eugenio de Mazenod al padre Courtès, 5 de mayo de 1822, 23-25 de octubre de 1829, en Ecrits Oblats I, t. 6, p. 96, 131-132). Después del nombramiento de los padres de Mazenod y Tempier como vicarios generales de Mons. Fortunato de Mazenod en Marsella, algunos padres abandonan el instituto. Como los obispos de Gap y de Digne, Mons. de Bausset dice que sus votos no son válidos. El Fundador afirma que los votos no pueden ser anulados por los obispos y que éstos no reconocen los méritos de sus misioneros que siempre han obedecido y han prestado numerosos servicios (Ecrits Oblats I, t.6, p.132-133). Admite entonces que “está afligido pero no abatido”.

El padre de Mazenod se queja también de la actitud del arzobispo en 1825-1826. Éste aprobó las Reglas de los Misioneros pero, poco después, firma una carta de Mons. Arbaud, obispo de Gap, quien pide a la Santa Sede no aprobar los estatutos del instituto que, según ellos, contienen disposiciones contrarias a los derechos de los obispos y a las leyes civiles de Francia. El Fundador no tiene que defenderse, ya que esta carta produce en los cardenales romanos un efecto contrario al que quería Mons. Arbaud (Ecrits Oblats I, t.7, p. 1, 3, 5-9).

Posteriormente, el padre de Mazenod nombra algunas veces a Mons. de Bausset en sus cartas a los padres Courtès y Suzanne. Éstos parecen entenderse bastante bien con el prelado quien, en 1827, quiere incluso al padre Suzanne como su secretario, pero prohíbe a cuatro de sus sacerdotes entrar al noviciado de los Oblatos. (Ecrits Oblats I, t. 7, p. 138-140).

YVON BEAUDOIN, O.M.I.