1. Misionero en Suiza de 1833 a 1837
  2. En Marsella de 1837 a 1861

Nacimiento en Aix, 17 de diciembre, 1807
Toma de hábito en Billens, Suiza, 16 de Julio, 1831
Ordenación en Friburgo, 17 de diciembre, 1831
Oblación en Billens, 16 de julio, 1832 (n° 50)
Muerte en N.-D. de la Garde, 7 de Septiembre, 1870.

Juan Antonio Bernard nació en Aix, el 17 de diciembre de 1807. Hizo sus estudios clásicos en el seminario menor de Aix, dirigido entonces por el señor Abel. Estudió filosofía y teología en el seminario mayor de Aix. Como enfermero del seminario, cuidó y ayudó hasta su muerte al superior el señor Dalga, anciano más que octogenario. Durante sus estudios en el seminario, enseñó catecismo a los niños del campo. Después de las Ordenanzas de 1828, los Jesuitas fueron obligados por las autoridades políticas a abandonar el colegio que se había convertido en el seminario menor. Los futuros Oblatos Ambrosio Vincens y Juan Antonio Bernard fueron designados como profesores allí.

A comienzos del verano de 1831, el Fundador anuncia al padre Vicente Mille, superior de los novicios y de los escolásticos en Billens, que le envía tres postulantes: Bernad, Sicard y Salluzzo. Juan Antonio comenzó su noviciado el 16 de Julio de 1831, fue ordenado sacerdote en Friburgo por Mons. Yenni, el 17 de diciembre del mismo año e hizo su oblación el 16 de julio de 1832. La conducta del novicio no parece perfecta, el padre Mille se lo hace saber al Fundador que escribe el 1° de Noviembre de 1831: “Me molesta que Bernard no sienta mejor la ventaja de la vida y de los ejercicios del noviciado. Que no se equivoque, pues ahí reside el fundamento de todo el bien que está llamado a hacer”.

Después de la toma de Argel por las tropas francesas, en el verano de 1830, algunos Oblatos, ente ellos Juan Antonio Bernard solicitan ir allí como misioneros. Con ocasión de su viaje a Roma en 1833, por el asunto de Icosia, Mons. de Mazenod propone a Mons. Angel Mai, secretario de la congregación de Propaganda, destinar allí a algunos Oblatos y da el nombre del padre Bernard. Pero en una carta al padre Enrique Tempier, el 21 de noviembre siguiente, dice que “Bernard no podría ser escogido. Este individuo no está en absoluto formado y el hecho de que no se halle bien en Billens no es razón para que sea escogido para cumplir una misión lejana”.

Misionero en Suiza de 1833 a 1837

A comienzos de 1833, cuando se van los escolásticos, algunos padres se quedan en Billens entre ellos Pascual Ricard, José Alfonso Martin y Juan Antonio Bernard. Se dedican a predicar en los cantones de Friburgo y Ginebra, el departamento de Ain, la región de Vaud, en las parroquias de Gex de la diócesis de Belley, etc. En la Nota necrológica del padre Bernard, el padre Martin cita solamente una decena de parroquias, pero dice que las misiones y retiros fueron abundantes y tuvieron mucho éxito.

En una carta del 27 de mayo de 1835, Mons. de Mazenod escribe al Padre Guigues, en Notre-Dame de l’Osier: “Le había destinado a Bernard, el taumaturgo de Suiza, pero una necesidad imperiosa me forzó a cambiar de opinión con gran pesar mío”.

A comienzos de 1837, el padre Martin y el padre Bernard mismo hacen saber en Marsella que este último pasa por una crisis vocacional. Mons. de Mazenod se preocupa. El 9 de enero hace reflexiones severas contra los que alimentan “pensamientos contrarios a la vocación”. El 11 escribe en su diario: Bernard “es otra pietra mossa [piedra inestable]”. El 29 agrega que Bernard “se entretiene habitualmente en pensamientos de apostasía” y el 23 de febrero: “¿Qué será de esta casa [Billens] si el padre Bernard sucumbe a sus absurdas tentaciones?”. Idéntica reflexión el 8 de junio: sobre una carta de Bernard: “Pone en ella al descubierto el fondo de su corazón, entregado a las más funestas fantasías y alimentando constantemente pensamientos contrarios a su vocación”.

A fines de junio y comienzos de julio de 1837, Mons. de Mazenod y el padre Tempier van a Billens, deciden cerrar aquella casa y ponerla en venta. El padre Bernard llega a Marsella a comienzos del mes de agosto. Nunca más aparece en su vida una crisis de vocación.

En Marsella de 1837 a 1861

El padre Bernard pasa luego la mayor parte de su vida en Marsella. Reside en el Calvario hasta 1850 y ese año es nombrado superior de la nueva residencia de los capellanes de Notre-Dame de la Garde, situada en el medio de la colina. El tendrá siempre su confesonario muy concurrido en el Calvario y luego también en Notre-Dame de la Garde. Sobre todo de 1837 a 1850 predica muchos retiros y misiones en las diócesis de Marsella y de Aix.

En la nota necrológica de este padre, Mons. Santiago Jeancard escribe: En sus relaciones y en su predicación, el padre Bernard “había adoptado un estilo de afabilidad sencilla y atractiva que encantaba al pueblo de Marsella; le gustaba emplear ciertas expresiones proverbiales utilizadas por hombres respetables del lugar: esa sencillez, esas expresiones y su dedicación sin límites le granjearon muy pronto una inmensa popularidad […]. Evangelizó, ya como ayudante ya como principal, un gran número de parroquias en las diócesis de Marsella y de Aix. Se expresaba con facilidad en francés y manejaba el provenzal con mayor éxito aún. Había adoptado en el púlpito un estilo un tanto prolijo, con formas y modos de una elocuencia popular […]. Se puede decir que en general sus sermones no eran muy surtidos, había vivido largo tiempo afianzándose sólo en sus primeros ensayos y sin reforzar con el estudio y la meditación predicaciones un poco anticuadas. Era un hombre de acción, de celo y de entrega mucho más que de palabra…”

El padre Bernard es conocido sobre todo como “el hombre de la Buena Madre” (Missions, 1876, p. 112). La pequeña capilla en la cima de la colina que domina Marsella, estaba en un comienzo abierta sólo los sábados y domingos para una misa. En 1833, Mons. de Mazenod hace celebrar allí una misa diaria por un Oblato del Calvario. Poco después de 1837, el padre Bernard fue especialmente encargado de ese ministerio. Escucha confesiones, organiza peregrinaciones y en poco tiempo los peregrinos aumentan; algunos padres vienen a ayudarlo. Por eso en 1850 se compra una casa en mitad de la cuesta, para alojar a los capellanes. Esa casa es ampliada en los años siguientes.

El padre Bernard contribuye en gran medida a hacer de Notre-Dame de la Garde un lugar de peregrinaje digno de Marsella, primeramente por una renovación espiritual. El padre “era conocido en toda la ciudad y en toda la diócesis, escribe Mons. Jeancard; había evangelizado con sus compañeros todas las parroquias de la periferia y en todas partes, ganando la confianza de los fieles, había contribuido vigorosamente a inspirarles ese espíritu religioso que los distinguió por mucho tiempo de una manera notable. Estaba, pues, bien situado cerca del santuario, donde parecía renovar sus fuerzas a medida que se dedicaba más ardientemente a todos sus intereses. Sería difícil decir, en efecto, con qué celo infatigable se dedicó cada vez más a acrecentar la devoción a Nuestra Señora de la Guarda. Ya sea que ejerciera su ministerio en la capilla, donde predicaba ocasionalmente, o que viniera varios días de la semana a la ciudad para escuchar confesiones, su pensamiento volvía siempre hacia la colina santa. Salvar almas por la devoción a la Buena Madre, era un sentimiento que no lo abandona nunca…”

Del mismo modo, trabaja mucho por mejorar el estado material del santuario. Colabora estrechamente con Mons. de Mazenod en ello: estatua de plata en 1837–1838; gran campana con un costo de 50 mil francos, bendecida el 5 de octubre de 1845; nueva iglesia, obra colosal que costó mucho dinero y que Monseñor de Mazenod no termina antes de su muerte. Será inaugurada por Mons. Cruice en junio de 1864. El padre Bernard realiza grandes esfuerzos, junto a los administradores laicos, para reunir fondos y organizar incluso una lotería nacional. En 1861, se habían recogido ya donativos por la suma de 732.498 francos.

En 1861, Mons. Cruice, sucesor de Monseñor de Mazenod, nombra nuevos administradores y pide la salida del padre Bernard. Acepta como reemplazante al padre Santos Dassy que es nombrado superior de la comunidad oblata y director de las peregrinaciones. El padre Bernard es destinado a Notre-Dame de Bon Secours. Esta partida hiere el corazón de los marselleses. Piden su retorno. Monseñor Cruice escribe varias cartas al padre José Fabre al respecto. Después de la bendición del nuevo santuario en 1864, el padre Bernard vuelve a Marsella y continúa confesando en Calvario y en Notre-Dame de la Garde. Reside en la comunidad de capellanes hasta su muerte, ocurrida el 7 de septiembre de 1870, a la edad de 63 años.

En las Missions de 1869, p. 439, se dedica un artículo al apostolado de los Oblatos en Notre-Dame de la Garde. Después de exponer los trabajos, se indica que los capellanes rezan también por toda la Congregación. Ahí leemos: “Ésta es para nosotros una misión demasiado grata para que pueda ser dejada de lado. A ella se dedica especialmente el excelente padre Bernard, cuya salud siempre delicada pone forzosamente trabas a su celo; él nos edifica mucho con el espectáculo de una paciencia y una serenidad admirables”.

El padre Bernard fue sobre todo un apóstol, poco hecho para tareas administrativas. En 1854 fue nombrado segundo consultor ordinario de la provincia del Sur y en 1856 primer consultor. Fue delegado de la casa del Calvario en el Capítulo general de 1843, convocado nominalmente al de 1850 y miembro del capítulo de 1861 como superior de la casa de Notre-Dame de la Garde y uno de los cuatro más antiguos superiores del Sur.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.