A comienzos del verano de 1830, el padre Eugenio de Mazenod, quien aún no se recuperaba de una grave enfermedad, fue a pasar unas semanas de descanso en Suiza. Estando en Friburgo supo de los graves acontecimientos de la Revolución de julio. Ésta parecía que iba a ser tan anticlerical como la de 1879. Inquieto por el giro que tomaban los acontecimientos y temiendo por la seguridad de los jóvenes oblatos de Marsella y de Aix, creyó necesario hacerles ir a Suiza. Después de varias gestiones y visitas a propiedades en venta, encontró el edificio deseado. En el camino entre Lausana y Friburgo, cerca de la ciudad de Romont, emergía entre el follaje el castillo de Billens. Lo compró con sus dependencias, granja, lechería, granero y cocheras, en el mes de septiembre de 1830. A comienzos de octubre, viajaron los novicios y los escoláticos, con trajes de laicos, en pequeños grupos y por distintas vías. A mediados de octubre, se reanudó la vida regular bajo la dirección del padre Vicente Mille, asistido por los padres Pascual Ricard, Alejandro María Pons y Luis Santos Dassy. El padre de Mazenod siguió de cerca su formación mediante una constante correspondencia y una visita de algunas semanas en 1831 y 1832.

Si bien la Revolución de 1830 puso fin a las misiones parroquiales y destruyó numerosas cruces de misiones, pronto se vio que no revestía peligro para los seminarios y las casas religiosas. Los novicios fueron, pues, enviados a Notre-Dame de Laus ya en los primeros meses de 1832 y los escolásticos volvieron al Calvario de Marsella a fines del mes de diciembre del mismo año, a continuación de la visita canónica del padre Hipólito Guibert.

Después de la partida de los estudiantes, algunos padres se quedaron en Billens de 1833 a 1837. Bajo la dirección del padre Pascual Ricard, evangelizaron varias parroquias de los cantones de Friburgo, de Vaud, de Ginebra y de la región de Gex. Alrededor de treinta padres y hermanos pasaron por Billens durante los siete años de estancia de los Oblatos.

En junio de 1837, Mons. Eugenio de Mazenod y el padre Enrique Tempier hicieron un breve viaje a Suiza para cerrar y vender la casa. El Fundador escribe en su diario el 15 de junio: “¡Qué encantadora la morada de Billens! ¡Qué paraje, qué vistas, qué encantos de toda clase! Hermoso castillo, lindos jardines, bosquecillos encantadores, enramadas, aguas abundantes, soledad aunque en la cercanía de ocho aldeas, cuyos campanarios se divisan, a dos pasos de la ciudad de Romont […] Y hemos venido para deshacernos de ella, ya que no es conveniente para nuestra Congregación mantener por más tiempo este establecimiento. No podemos proveerlo de suficiente personal para formar una gran comunidad que no podría bastarse a sí misma y que no ofrece ya, hoy día que todo el cantón de Ginebra está evangelizado, una ocupación conforme a nuestro Instituto a los nuestros que viven ahí.”

Los padres Ricard y José Alfonso Martin, precedidos poco antes por los padres Juan Antonio Bernard y Francisco Javier Bermond, volvieron a Francia, pero no se logró vender la propiedad ni a las hermanas del Sagrado Corazón de Montet, ni a la diócesis para convertirla en seminario menor. M. Willeret, juez de paz, fue encargado de manejar los asuntos de la propiedad que, en 1840, fue vendida a un tal señor Baudou. El antiguo castillo es hoy día un hospital.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.