Nació en Pleudihen (Côtes-du-Nord) el 4 de marzo de 1832
Se ordenó sacerdote en Rennes el 20 de diciembre de 1856
Tomó el hábito en N.-D. de l’Osier el 21 de setiembre de 1858
Profesó en N.-D. de l’Osier el 25 de setiembre de 1859 (nº 491)
Murió en N.-D. de Sion el 25 de enero de 1871

Luis Desbrusses nació en Pleudihe, diócesis de Saint-Brieuc, en 4 de marzo de 1832. Hizo los estudios secundarios en el seminario menor de Saint-Méen, diócesis de Rennes, y el seminario mayor en Saint-Brieuc. Fue ordenado sacerdote el 20 de diciembre de 1856 y fue durante algún tiempo sacerdote de la Inmaculada Concepción en Rennes antes de ingresar en el noviciado de Notre-Dame de l’Osier el 21 de setiembre de 1858. El padre Vandenberghe, maestro de novicios, escribe durante los primeros meses de noviciado de este individuo: “tiene muy buenos sentimientos, de gran sencillez… poca seguridad, regular y bastante puntual… carácter pacífico…” En enero de 1859 le juzga con severidad: “todo en él es pequeño: lampiño, rezagado, indeciso, miedoso, susceptible, cuidadoso de su pequeña persona, sin ser de ningún modo malo”. Parece que el maestro de novicios no tiene intención de proponerlo para la profesión cuando Mons. de Mazenod pasa por l’Osier en agosto y reconoce “en él todo lo que hace falta para ser Oblato”.

El padre Desbrousse hace la oblación el 25 de setiembre de 1859 y recibe la obediencia para San Juan de Autun donde primero es vicario y luego misionero. Trabaja en Autun de 1859 a 1865, y en Angers de 1865 a 1868. Después reside en la casa de Talence y luego en Notre-Dame de Sion. Predica mucho. Según el padre Zabel, “su aire afable y popular, su amenidad y su carácter misericordioso le ganaban los corazones. Se hacía amar en todas partes. Se notaba en él, en forma destacada, el deseo de agradar y el temor de causar pena y contrariedad. En la dirección de las almas, en el púlpito y el confesionario, propendía siempre a la indulgencia y al perdón […] En comunidad, tenía la misma disposición. Nunca la menor animosidad ni el menor signo de amargura. Su corazón no conocía el rencor, siempre amable y solícito de dar gusto a sus hermanos. Si temía haberlos contrariado en algo, se esforzaba en seguida por disipar la penosa impresión y con mucha frecuencia pedía perdón y rogaba que todo se olvidara. Bueno, solícito, piadoso y de fácil acceso, no tenía más ambición que la de amar y hacer que se amara a Dios”

El 13 de enero de 1871 va a predicar un jubileo en Parey-Saint-César, cerca de Nancy. Enfermo desde unos días antes, predica y confiesa hasta el fin del jubileo y vuelve el 23 “todo descompuesto”, dice la nota. El médico consultado es tranquilizador y dice que es el efecto de una fatiga excesiva. En realidad, el padre ha contraído el virus de la viruela negra. Muere el 25 de enero de 1871. Muy querido de la población, una muchedumbre numerosa y 37 eclesiásticos asisten a su funeral.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.