1. Vicario general de Marsella

Vicario general de Marsella
Juan Pedro Bartolomé Flayol nació en San Maximino (Gard) el 14 de mayo de 1768. Tras la Revolución, ejerció siempre el ministerio en la diócesis de Marsella: rector de Fuveau, párroco de Roquevaire, arcediano de Santa María Mayor, etc. El 1 de enero de 1829 Mons. Fortunato de Mazenod lo nombró canónigo honorario y el 10 de febrero siguiente, vicario general. Cuando la revolución de julio en 1830, Mons. Fortunato estuvo ausente de Marsella durante varios meses, y el padre Eugenio de Mazenod, vicario general, se ausentó a menudo entre 1830 y 1837. Entonces el padre Tempier y el canónigo Flayol tuvieron que tomar en sus manos la administración de la diócesis. Se conservan 60 cartas escritas por el Sr. Flayol entre 1830 y 1837, en nombre de Mons. Fortunato, al alcalde, al prefecto, al ministro de cultos y a los párrocos. El 1 de enero de 1835 fue también nombrado superior del seminario menor.

Eugenio de Mazenod nombra poco en sus escritos al canónigo Flayol, salvo cuando éste tiene los primeros ataques de apoplejía (Diario, 25 y 26 de setiembre de 1838, y 28 de febrero de 1839) y cuando muere el 2 de mayo de 1839. Mons. de Mazenod escribe ese día en su diario: el canónigo “se durmió en el Señor en el instante mismo en que yo terminé la oración con la indulgencia plenaria in articulo mortis. Yo lo invoqué en seguida como a un bienaventurado que acababa de tomar posesión de la gloria. Había dicho esta mañana la misa con su fervor ordinario. Había asistido al oficio canonical con su puntualidad acostumbrada. Vuelto a casa, mientras esperaba el almuerzo, cayó fulminado por cuarta vez. Esta fue la última. Así quedamos privados de la vista de un hombre de Dios, de un santo sacerdote, verdadero modelo de todas las virtudes sacerdotales. Lo deploro de todo corazón, yo veneraba y amaba a la vez a este amigo bueno y fiel cuyo corazón agradecido no podía contenerse cuando tenía que hablar de mí, a quien profesaba una adhesión a toda prueba. ¡Qué raros son los hombres agradecidos, qué pocos son los verdaderos amigos…!”

YVON BEAUDOIN, O.M.I.