1. En Talence (Burdeos) : 1851-1854.
  2. Superior de Notre Dame de Cléry (1855-1863).
  3. Superior en Aix (1863-1865)
  4. Superior en Rennes (1865-1867).
  5. Provincial del Norte (1867-1873).
  6. Superior de Saint Martin de Tours (1873-1875).
  7. Asistente general y vice-superior de la casa general de París (1875-1890).
  8. Enfermedad y muerte.

Nacimiento en Limoges (Alto Vienne, “Haute-Vienne”), el 27 de enero de 1829.
Toma de hábito den Notre-Dame de l’Osier, 25 de febrero de 1850.
Oblación en Notre-Dame de l’Osier, 26 de febrero de 1851 (nº 301).
Ordenación sacerdotal en Marsella, 20 de septiembre de 1851.
Muerte en París, 3 de enero de 1890.

Marc de L’Hermite nace en Limoges el 27 de enero de 1829, el tercero de seis hijos, de Félix, administrador de correos y envíos y de Rose de Malplane. Fue bautizado el día siguiente en la catedral de Saint-Étienne.
De niño, Marc era de salud delicada, pero lleno de alegría y de una vivacidad exuberante. Entrado en edad de comenzar los estudios clásicos, sigue las clases como alumno externo en el antiguo colegio jesuita de Mauriac (Cantal), dirigido entonces por el clero secular. Aquí es donde hace la primera comunión. Poco después morirá su madre, sustituyéndola en casa, lo más que se puede sustituir a una madre, la abuela materna. Entretanto, el padre fue trasladado a Seine-et-Marne, estableciendo a su hijo como pensionado en la institución eclesiástica de Felletin (Creuse), donde el nombre de Marc aparece a menudo entre los merecedores de premios. En 1842, junto a dos compañeros, funda en el colegio una Conferencia de San Vicente de Paúl. El 20 de agosto de 1846, fue promovido al bachillerato. Tras las vacaciones, comienza el estudio de la filosofía y de la teología en el Seminario Mayor, cuando su hermano mayor, Henri, que se preparaba para entrar en el monasterio de Solesmes, se ahoga junto a otros viajeros de una diligencia, sorprendido por una riada del Loira, cerca de la ciudad de Feurs.
Los oblatos se establecieron en Limoges en septiembre de 1847. Marc conoce al padre Charles Barret. Pronto cae rendido al encanto que emanaba de esta naturaleza, parecida a la suya, de artista y de poeta. El éxito de las misiones de los oblatos excitará su entusiasmo y su deseo de emularlos. El 25 de febrero de 1850, toma el hábito en el noviciado de Notre Dame de l’Osier, hace su oblación el 26 de febrero de 1851 y toma el camino de Marsella. Mons. de Mazenod amó a este joven, hijo de la nobleza y muy buen religioso. Lo ordena sacerdote el 20 de septiembre de 1851. No tenía más que veintitrés años. Celebra su primera misa en Notre-Dame de la Garde.

En Talence (Burdeos) : 1851-1854.
El padre de L’Hermite recibe su primera obediencia para la diócesis de Burdeos, donde los oblatos acababan de abrir una misión, primero en Pont-de-la-Maye y, después, en Notre Dame de Talence. El joven padre participa en la primera misión de los oblatos, predicó en Saint-Estèphane en el Médoc y, después, de diciembre de 1851 a octubre de 1852, sustituye a los párrocos. En 1852-1853, toma parte en las misiones predicadas por la comunidad.
El 13 de febrero de 1853, los oblatos se hacen cargo de la parroquia y santuario de Notre Dame de Talence. El padre Hector Merlin es nombrado superior y párroco. Enfermo del corazón, confiesa mucho, pero predica poco. Nombra al padre de L’Hermite, vicario parroquial, encargado especial de la predicación, visitas y de obras, especialmente de la obra de del Refugio.
El 21 de marzo de 1854, Mons. de Mazenod, que mantenía correspondencia regular con el padre de L’Hermite, le escribe: “Me han dicho que usted ha estado enfermo y fatigado (…). Esto le recomiendo, no fatigarse demasiado y medir sus fuerzas. Dentro de algunos años usted tendrá necesidad de menos precauciones, pero usted es aún muy joven y tiene necesidad de hacerse fuerte…”. En noviembre de 1854, el padre predica un retiro en el colegio de Folletin. Va, inmediatamente después, a Clermont a visitar a su padre, cayendo gravemente enfermo. Recibe el santo viático el 8 de diciembre, no pudiendo celebrar misa hasta el 26 de febrero de 1855. Mons. de Mazenod le invita a pasar su convalecencia en Marsella, donde Marc permanecerá de marzo a julio. Parte enseguida a Talence, pasando por Clermont y Limoges. Recibe allí una carta del padre Casimir Aubert, secretario general de la Congregación, del 3 de octubre, por la que se entera de que es nombrado superior de la casa de Notre-Dame de Cléry.

Superior de Notre Dame de Cléry (1855-1863).
En 1854, Mons. Dupanloup, obispo de Orleans, confió a los oblatos la parroquia y santuario de Notre Dame de Cléry, pidiéndoles igualmente cuatro padres para predicar misiones parroquiales. El padre Jacques Brun, primer superior y párroco, tuvo que dejarlo en 1855. Mons. de Mazenod lo sustituye con el padre de L’Hermite confiándole al padre Jean Marchal como vicario. Párroco y vicario visitan esta poco ferviente parroquia y fundan diversas obras. En 1862, el superior escribe que el bien hecho en la parroquia “es considerable en un país donde nos encontramos no para fortalecer la fe, sino para que la crean”. Los peregrinos aumentan también con cada año. El párroco acompaña una o dos veces al año a sus compañeros de misiones y predica numerosos retiros, un retiro cuaresmal en Notre Dame de Rennes y un mes de María en Saint Lous d’Antin, en París. En 1859, bendice en París el matrimonio de su hermano Louis y preside la ceremonia de profesión de su hermana menor Henriette, ursulina como su hermana mayor Marie. Cuando predicaba la cuaresma en Rennes, recibe, 30 de marzo, la noticia del fallecimiento de su padre. Durante su sesión en Cléry, el padre de L’Hermite, amigo de Louis Veuillot, escribe artículos en el diario “L’Univers” y compone una obra titulada: “Un pèlerinage à Notre-Dame de Cléry”, publicada en 1858.
El biógrafo del padre termina así el capítulo dedicado al padre de L’Hermite en Cléry: “Nombrado a los 26 años superior, fundador en realidad de una misión como Cléry, agobiado bajo el peso de las múltiples responsabilidades: el cuidado de la parroquia, el aumento de peregrinaciones, la creación de misiones, dirigir la comunidad, las relaciones administrativas con una autoridad diocesana meticulosa, y con un obispo cuyo corazón no corrige sino en parte la vivacidad de su carácter, el joven superior ha cumplido estas pesadas cargas ganándose, de parte de todos, la estima y el afecto”.

Superior en Aix (1863-1865)
El padre Hyppolite Courtès murió en Aix el 3 de junio de 1863. Era el superior de la cuna de la Congregación desde 1863. Natural de Aix, conocido y apreciado de la sociedad aixina, director espiritual de muchos fieles, no era fácil de reemplazar. El padre Fabre nombra al padre de L’Hermite, cuyo nombre, talentos y virtudes, las formas de caballero, deberán preservarlo de algunos escollos. El nuevo superior llega en noviembre de 1863 y es buen acogido por los oblatos y por los fieles que frecuentan la iglesia de la Misión. Se da cuenta que la casa ha envejecido y que requiere reparaciones urgentes ; constata también que hay “mucho de capellanes y poco de misioneros”. Reconoce inmediatamente después que muchas obras giran en torno a la casa, que es centro de las Conferencias de San Vicente de Paúl, de la obra de los Deshollinadores, de la obra de los pobres, de la cofradía del Sagrado Corazón; da asilo a un círculo de estudiantes católicos, mientras que el padre Bonnard es capellán de setecientos niños de las escuelas. Fuera de la casa, los padres son capellanes de prisiones, de un gran asilo de dementes y de la obra de los Sirvientes. En 1864, el arzobispo de Aix solicita dos oblatos para la evangelización de La Camarga (“Camargue” en francés). Se dirige al superior en los siguientes términos: “Ustedes fueron creados como misioneros de Provenza; es una obra provenzal. Ella contribuirá a ser aún más populares en nuestro Mediodía”. El proyecto fracasó por las oposiciones locales que el arzobispo no quiso vencer. El superior predica entonces numerosos retiros y sermones puntuales en Aix y en Marsella, y el retiro para los superiores en Autun, en julio de 1864.

Superior en Rennes (1865-1867).
Muchas veces Mons. B. Saint-Marc, arzobispo de Rennes, dio muestras de su deseo de ver establecerse a los oblatos en su diócesis. El padre Fabre, que, tras largo tiempo, quería una fundación en Bretaña, tierra entonces rica en vocaciones, envía en 1864 a dos padres y dos hermanos. El 9 de junio de 1865, el Superior General escribe al padre de L’Hermite: “Le quiero a usted para la fundación de la casa de Rennes. Es conocido, deseado, usted ha sido pedido por todos; la situación es muy delicada y muy importante. Sólo usted podrá dominarla y nos la tornará favorable”.
El padre abandona Aix tras la procesión del Sagrado Corazón, otrora establecida por el Fundador. Llega a Rennes el 28 de junio. Los oblatos se establecen en la calle Pré-Perché, en unos viejos almacenes que son convertidos en una capilla, que servirá enseguida de filial a la única iglesia de este barrio populoso de catorce mil habitantes. Dos padres guardaban la casa y atendían la capilla, mientras que otros cuatro evangelizaban cada año numerosas parroquias con misiones y retiros, una cuarentena en dos años.

Provincial del Norte (1867-1873).
El padre de L’Hermite, como escribió él mismo, estaba ya acostumbrado, por la obediencia, a plegar la tienda a la primera orden, para plantarla en otro lugar. En el mes de agosto de 1864, recibe una nota del padre Fabre que le nombra Provincial de la Provincia del Norte y fundador de la casa de Saint Martin de Tours. Mons. Hippolyte Guibert, o.m.i., arzobispo de Tours después de 1856, deseaba restablecer el culto a San Martín, el gran taumaturgo de las Galias. Una soberbia basílica, que ya alababa San Gregorio de Tours en el siglo VI, había quedado destruida en las guerras de religión y, después, por la Revolución. No quedaban más que dos torres colosales. Mons. Guibert confía a los oblatos la tarea de reconstruir la basílica y de reanimar el culto al santo, como más tarde, siendo arzobispo de París, les pedirá construir la de Montmartre y restituir el culto al Sagrado Corazón.
El padre de L’Hermite acepta el cargo de provincial, pero consigue no ser en Tours más que el colaborador del superior, el padre Achille Rey. Llegan a Tours el 2 de octubre de 1867. La Provincia del Norte cuenta entonces con siete casas. La de Rennes será cerrada en 1868, pero, bajo el provincialato del padre de L’Hermite, serán fundadas otras cinco: Saint Martin de Tours en 1867, Notre Dame d’Arcachon, en la diócesis de Burdeos, y Saint Andelain, en la diócesis de Nevers, en 1869, el juniorado de Sión en 1870 y Notre Dame de Pontmain, en la diócesis de Laval, en 1872.
Como provincial, el padre de L’Hermite es un hombre de decisiones: especialmente no le gustan las interinidades en la nominación de superiores, a fin de que nada sufra los retrasos y para evitar “la intemperancia de las lenguas”. Le gusta oír a las personas y, con paciencia y tacto, se esfuerza por la buena armonía entre todos y para animar de la vida espiritual. Junto a las dificultades de orden individual, a las que llama las “peleas domésticas”, debe hacer frente al cúmulo de dificultades administrativas: nuevas fundaciones, nombramiento de candidatos, cuestiones de orden económico, etc. El suceso más difícil de su provincialato es la guerra de 1870-1871 que requiere el cierre temporal del escolasticado de Autun y la dispersión de los escolásticos, así que numerosos desplazamientos de padres y hermanos, en particular en París y Nancy.

Superior de Saint Martin de Tours (1873-1875).
Al terminar sus seis años de provincialato, el padre Achille Rey es nombrado provincial y el padre de L’Hermite le sustituye como superior de la casa oblata de Tours, trasladada a la plaza de Saint Venant en junio de 1874. En Saint Martin, en una capilla provisional, los oblatos acogen a los peregrinos, cada vez más numerosos, siendo también directores de numerosas obras. Al convertirse en superior el padre de L’Hermite, ocupado totalmente en la buena marcha de la comunidad, continúa dirigiendo las obras que les fueron confiadas tras 1867: la del Purgatorio, de los obreros, de los soldados (tras 1870) y la de las institutrices.

Asistente general y vice-superior de la casa general de París (1875-1890).
En 1874, el padre Charles Jolivet, asistente general, es nombrado Vicario Apostólico de Natal. En la sesión de 15 de enero de 1875, el Consejo General le sustituye por el padre de L’Hermite, que, tres días después, recibe la orden de volver a la casa general, junto a la calle Saint-Pétersbourg en París, donde es igualmente nombrado vice-superior de la casa, siendo el Superior General también el superior local. Un poco duro con el padre, que, al cabo de veinte años, viaja y predica. Claro que le gustaba la celda, como decía él mismo, “pero un poco mezclada con las ocupaciones exteriores”.
Su biógrafo habla poco de su papel como asistente general. Dice simplemente: “No expondremos detalladamente sus ocupaciones en este cargo; habría que escribir la historia de la Congregación de los oblatos durante quince años, con sus incidentes de personal o de obras, en las cuatro partes del mundo y en catorce provincias o vicariatos. Todo asunto importante venía a desembocar en el consejo general. El padre de L’Hermite tenía parte en estas solicitudes; pero sería delicado determinar su papel en los consejos secretos, cuyas decisiones tenían un carácter colectivo, o en las que le eran asignadas por el superior de la sociedad. Nosotros sabemos solamente que el nuevo asistente aporta en sus funciones la conciencia, la dedicación sobrenatural, la limpieza de miras, la sagacidad que ya le conocemos, y que no se han hecho sino más maduras con la experiencia y la edad…”.
El padre de L’Hermite no hace entonces más que algunos viajes: a Roma en 1877, para asistir a las fiestas del aniversario pontifical de Pío IX, a Inchicore en 1883 y a Ponzano (Italia) en 1885 para predicar el retiro anual de escolásticos oblatos, de nuevo a Roma en 1887, donde toma parte en el Capítulo General. Se queda habitualmente en París, donde se le confía el servicio de la capilla pública de la casa. Nunca le faltan las ocupaciones : director de la revista « Missions OMI » de 1875 hasta su muerte y, durante quince años, director de las Damas de la Sagrada Familia, obra secular que se incorporan a las Hermanas de la Esperanza. Visitan a domicilio a los pobres de París, el director pasa pronto sus ratos libres junto a los pobres enfermos. Predica entonces algunas veces, sobre todo en París, en las comunidades, las instituciones y seminarios. Escribe habitualmente sus sermones. Se conservan veintiocho cuadernos (3.500 páginas manuscritas).

Enfermedad y muerte.
El 6 de noviembre de 1880, después de los decretos contra los jesuitas y las congregaciones religiosas no autorizadas, se precinta la capilla y los padres son expulsados. El padre de L’Hermite, vice-superior, y el padre Marc Sardou, ecónomo general, son autorizados a custodiar la casa. El padre sufre mucho por esta situación y la soledad en que vivía en esta casa vacía. Con una salud ya débil, debilitada por sus trabajos, debe disminuir cada vez más sus actividades. No sale sino para visitar a los enfermos y para confesar en las capillas de las Hermanas Reparatrices del Santísimo Sacramento, en la calle Douai, y de las Hermanas de Nuestra Señora, en la avenida Hoche. La muerte del cardenal Guibert, el 8 de julio de 1886, agrava la salud del padre. Le sacude un estado de gran debilidad y de anemia, así como de una gran tristeza. Le sostiene únicamente su fe y la caridad de los hermanos que, poco a poco, vuelven a la casa.
Muere en París el 3 de enero de 1890, tras haber recibido la extremaunción y el santo Viático. Las funerales tienen lugar en el día de la Epifanía y es sepultado en el cementerio de Montmartre. En una carta circular, el padre Fabre escribe: “Su muerte ha sido dulce y santa como su vida (…). Fue durante cuarenta años el hijo devoto de nuestra querida Congregación, a la que se ha donado y a la que amó siempre como a la mejor de las madres. En todas partes, como simple religioso, superior local, provincial, asistente general, en todas las situaciones y cargos que ha ocupado, su regularidad, su caridad, su dedicación, nunca fallaron, su celo por la salvación de las almas estuvo siempre lleno de ardor”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.