Nacimiento en Gap (Altos Alpes) el 5 de agosto de 1803
Toma de hábito en N.-S. de Laus el 2 de agosto de 1821
Oblación en Aix, el 9 de febrero de 1823 (n. 13)
Ordenación sacerdotal en Marsella el 30 de julio de 1826
Muerte en N.-S. del Buen Socorro, el 10 de septiembre de 1900.

José Alfonso Martin nació en Gap el 5 de agosto de 1803. Nada se sabe de su familia sino que era sin duda bastante pobre, pues en 1825 José pide al P. de Mazenod que ayude a sus padres. El Fundador le responde que su hermano, que heredará algunos bienes, debería pensar en pagar “los vidrios rotos de las tonterías” de su padre. José tenía también al menos una hermana, fallecida en 1859.

Comienza el noviciado en Nuestra-Señora de Laus el 2 de agosto de 1821, al mismo tiempo que José Bruno Guigues. El P. H. Tempier los acepta sin tener el parecer del consejo general. Escribe: “Martin llegó…Tiene 18 años, está lleno de sensatez, de piedad y de firmeza”. El novicio emite los votos perpetuos en Aix el 9 de febrero de 1823. F.X. Alfonso Coulin, diácono y profesor en el noviciado, escribe en julio de 1822: “Martin se volverá muy útil; tiene valentía”. Estudia luego la teología en la casa de la Misión de Aix. Enferma en 1824. Pero el P. de Mazenod piensa que en él hay “más imaginación que enfermedad… así me inclino a creer que tenía más ganas de ir a descansar a la sombra del techo materno que de tomar remedios… sin embargo, sigue siendo un hijo muy bueno y sensato”. Le ordena sacerdote en Marsella Mons. Fortunato de Mazenod el 30 de julio de 1826. El 24 de mayo anterior, el Fundador había escrito al P. Tempier: “¡Con cuánta impaciencia espero la ordenación de esos dos sacerdotes, Martin y Arnoux! Me parece renacer al ver a esos hijos elevados al sacerdocio”.

El P. Martin inicia en seguida su carrera de misionero rural, que será fructuosa y larga. Pasa el primer año en Aix y parece demasiado dado a las actividades exteriores. El P. de Mazenod escribe al P. Courtès: Que Martin prepare instrucciones para las misiones. “Como nuestra vocación son las misiones, solo por obediencia cabe hacer otra cosa”. Lo encontramos luego en N.-D. du Laus en 1827, y después en Nîmes en 1828-1830. Toma ya parte en varias misiones con los Padres Mie y Honorat. Tras el cierre de esa casa, cuando la revolución de julio de 1830, el P. Martin trabaja en Aix en 1831. El superior general hace la visita canónica de esa comunidad en marzo y escribe que el P. Martin “encuentra difícil conciliar el trabajo que se le ha confiado y la regularidad que yo exijo. No es con apóstoles de esa clase con los que se hará la conquista del mundo”. De 1832 a 1837 parece que el Padre no tiene morada estable. Predica misiones con los Padres de N.-S. de Laus, con los de Aix, con los del Calvario y también con los de Billens en Suiza, donde el Fundador ha comprado una propiedad a la que ha enviado a los novicios y escolásticos cuando la revolución de 1830. El P. Martin da, entre otras, una misión en Lausana en 1833, misiona en Ferney, patria de Voltaire, en 1836, y en Berna y en el cantón de Ginebra en 1837.

Mons. de Mazenod sigue desplazando sin cesar al P. Martin, que se encuentra en N.-S. de Lumières en 1837-1838, en N.-S. de Laus en 1838-1839, en Aix en 1939-1840, y luego nuevamente en Laus y en el Calvario, Marsella, donde es superior de 1841 a 1844. En todas partes predica con éxito, menos cuando es enviado a las ciudades. En 1844 predica en Brignoles. El 6 de marzo escribe al Fundador: “Nosotros que solo estamos acostumbrados a evangelizar a los pobres del campo… nos encontramos aquí un poco fuera de nuestro elemento… Cierta clase de devotas de alto rango… habrían preferido discursos floridos y místicos antes que sermones de misión”. Es miembro de la comunidad de Aix en 1845 y 1846, es superior en N.-D. de Lumières de 1847 a 1850, y superior en Argelia desde enero de 1850 hasta la salida de los misioneros en julio.

Mons. de Mazenod, que aprecia la disponibilidad del P. Martin y sus talentos de misionero, le da cada vez más confianza. Lo nombra superior de comunidades importantes: en N.-S. del Buen Socorro de 1850 a 1857, en Talence (Burdeos) de 1857 a 1860, otra vez en Buen Socorro de 1860 a 1867. El Padre toma parte en los Capítulos generales de 1837 y 1843, por designación nominal, y en los de 1850, 1856 y 1861 a título de superior o de delegado.

Durante su segundo superiorato en N.-S. del Buen Socorro, envía regularmente a la administración general informes publicados en Missions OMI. En 1865 escribe que durante el año han llegado 100.000 peregrinos y que los Padres han predicado unas veinte misiones. El autor de su noticia necrológica escribe: “Dotado de una salud muy robusta, no hacía caso más que de su ardor y su celo apostólico, y parecía no tener en cuenta las distancias y las fatigas de los viajes que entonces eran tan duros, por regiones además muy accidentadas, como tampoco las necesidades corporales o la insuficiencia de la alimentación. Un apostolado tan generoso no podía menos de atraer las bendiciones del cielo sobre sus trabajos ni de conmover a las poblaciones tan cristianas de aquellas comarcas. Así las incesantes predicaciones del P. Martin produjeron los más hermosos frutos de salvación, a la vez que atraían a largas procesiones de peregrinos a los pies de la tan amada Virgen del Buen Socorro” (Missions OMI, 1928, p. 370-371).

El P. Martin permanecerá luego casi siempre en esa casa. Con todo, estará en el Calvario para sus bodas de oro sacerdotales en 1876 y en el momento de las expulsiones en 1880. Acompaña luego a los juniores de Lumières a Diano Marina, en Italia, donde se halla cuando el terremoto de 1887. Vuelve después a Nuestra-Señora del Buen Socorro, donde permanecerá hasta su muerte, a los 97 años, el 10 de septiembre de 1900. Era el decano de la Congregación desde la muerte del P. Tempier en 1870.

El autor de su noticia escribe también: “A pesar de su mucha edad, practicaba la mayor regularidad y se mostraba asiduo a todos los ejercicios comunes. No dejó de sujetarse a las exigencias de la Regla hasta que los más graves achaques lo retuvieron en su celda en los últimos meses de su existencia… En contacto con nuestros ancestros religiosos, había recibido una formación tan sólida que conservó los rasgos de ella hasta el fin y, si a menudo contaba, con gran placer, anécdotas edificantes sobre ellos, sobre su espíritu de mortificación, de regularidad, de celo apostólico, él en persona era el testimonio viviente de la eficacia de aquellos santos ejemplos”.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.