1. Vocación religiosa y oblación (1818)
  2. Primer ministerio en Aix (1818-1822) – Ecónomo general (1821-1824)
  3. Superior de Nuestra-Señora de Laus (marzo – septiembre de 1823)
  4. A disposición de los superiores (1824-1836)
  5. En el seminario mayor de Ajaccio (1836-1846)
  6. Muerte

Nacimiento en Tarascon (Bouches-du-Rhône) el 24 de agosto de 1794
Toma de hábito el 22 de abril de 1818
Ordenación sacerdotal en Digne el 19 de septiembre de 1818
Oblación en Aix el 1 de noviembre de 1818 (nº 7)
Muerte en Ajaccio el 2 de febrero de 1846.

Noel Francisco Moreau, hijo de José Moreau y de Teresa Gilles, nació el 24 de agosto de 1794 en la parroquia de San José en Tarascon, pequeña ciudad del distrito de Arles, en las Bocas de Ródano, que forma parte de la diócesis de Aix desde el concordato de 1802.

Fue tonsurado el 26 de mayo de 1809 por Mons. Jerónimo María Champion de Cicé, en la capilla del arzobispado de Aix, y recibió el diaconado el 21 de septiembre de 1816 de manos de Mons. María Nicolás Fournier, obispo de Montepellier. Fuera de esas dos fechas, se ignora todo acerca de sus primeros años y de sus estudios. Sus hermanos oblatos no escribieron su nota necrológica y en las cuarenta cartas que conservamos de él nunca habla de sí mismo. En la abundante correspondencia intercambiada entre los oblatos antes de su muerte en 1846, su nombre no aparece casi nunca, excepto en el Diario y en las cartas del Fundador.

En las actas oficiales encontradas de antes de su salida para Córcega en 1836 es llamado Moureau; luego siempre firma Moreau y esa misma ortografía se usa en las cartas y documentos de 1836 a 1846.

Vocación religiosa y oblación (1818)
El 5 de febrero de 1846, poco después de la muerte del P. Moreau, el Fundador escribe en su Diario: “Era diácono en 1816 cuando el Señor lo llamó a nosotros. Fiel entre tantos recalcitrantes a la voz de Dios, vino a encontrarme cuando dábamos la misión de Grans” (del 11 de febrero al 17 de marzo de 1816). Parece que aquí la memoria del Fundador no es muy fiel. El primer registro de tomas de hábito fija su entrada en el noviciado el 22 de abril de 1818. En una carta del 28 de abril siguiente a su hermano Carlos Antonio Fortunato de Mazenod confirma esa fecha. Escribe: “La misión efectuó también la adquisición de un sujeto excelente que será sacerdote en el mes de septiembre”. Se sabe por el diario de la Congregación de la juventud de Aix que el novicio fue recibido en esa asociación el 18 de junio del mismo año.

El 16 de agosto de 1818 el Sr. Carlos Francisco Antonio Arbaud, vicario general de Digne, ofrecía a los Misioneros de Provenza la dirección del santuario de Nuestra-Señora de Laus. Unos días antes se había presentado en Aix con la idea de entrar en el Instituto un diácono de esa diócesis, sin duda Juan José Touche. El Padre de Mazenod, tras haber consultado a sus compañeros, decidió aceptar esa segunda obra y, en primer lugar, fijar las Reglas de la Congregación. En septiembre, acompañado por los novicios Noel Francisco Moreau y Mario Suzanne, fue a pasar quince días en sus propiedades de Saint-Laurent du Verdon para redactar las Reglas. El 19 de septiembre estaba en Digne, donde Mons. Carlos Francisco Melchor Bienvenido de Miollis ordenó sacerdotes a los diáconos Moreau y Touche. Éste empezó luego el noviciado el 8 de octubre.

El P. de Mazenod, a su vuelta a Aix, convocó para finales de octubre el primer capítulo general del Instituto. Leyó entonces a sus socios las Constituciones y Reglas en las que se establecían los votos de religión. De los 7 sacerdotes de la Sociedad solo los Padres de Mazenod, Tempier y Moreau aceptan los votos. Hay que hacer intervenir a los novicios Alejandro Dupuy, Mario Suzanne e Hipólito Courtès para tener una mayoría favorable. Al parecer, desde ese suceso el superior general cobró un aprecio especial al P. Moreau, de quien escribe: “Era en toda la fuerza del término mi hijo espiritual y mi alumno, siempre bueno, siempre celoso, siempre ferviente religioso y también siempre muy afectuoso conmigo a quien miraba como a su padre” (Diario, 5 de febrero de 1846).

Primer ministerio en Aix (1818-1822) – Ecónomo general (1821-1824)
El P. Moreau emitió sus votos el 1 de noviembre de 1818 con los primeros Misioneros de Provenza. Se quedó luego en la casa de Aix.

Cuando el P. Enrique Tempier salió para Nuestra-Señora de Laus a comienzos de 1819, habitualmente era el P. Moreau quien quedaba en Aix con Mons. Fortunato mientras los otros Padres estaban en misión. Durante la misión de Eyguières, en febrero y marzo de 1819, Fortunato escribe que el P. Moreau, que ha quedado solo para el servicio de la iglesia de la Misión y el cuidado de los congregantes, “tendrá un trabajo abrumador… Yo le aliviaré lo más que pueda, pues es bien justo que ofrezca a estos respetables sacerdotes mis pequeñas ayudas cuando los veo sacrificarse por ganar almas a Dios” (a Carlos Antonio de Mazenod, 4-2-1819). Durante la gran misión de Marsella en enero y febrero de 1820 fue también el P. Moreau el que acudió a pasar unos días en Aix, durante las cuarenta horas, para dar “dos buenas meditaciones” a los fieles (Fortunato a C. Antonio de Mazenod, 2-2-1820). Fortunato parece apreciar al joven sacerdote y escribe incluso que él con el P. Tempier es el único que “puede imponerse” para obligar al P. de Mazenod al descanso y al cuidado de su salud (28-4-1819).

Además de los trabajos ordinarios en la casa de Aix, el P. Moreau es también capellán de las cárceles, a las que en 1821 va cada día unas horas. En el segundo capítulo general, es elegido procurador general. En 1824 le reemplazará el P. Juan Bautista Honorat en esa función más nominal que real. En efecto, durante la vida del Fundador el verdadero ecónomo general de la Congregación fue siempre el P. Tempier.

Como todos sus compañeros, el P. Moreau tomó parte en diversas misiones. Lo hallamos en Barjols en 1818, en Rognac y Rougiers en 1819, en Marsella, Aix y Château-Gombert en 1820, en Saint-Chamas, Villemus y Montfuron en 1821, y en Lorgues en febrero y marzo de 1822.

Superior de Nuestra-Señora de Laus (marzo – septiembre de 1823)
El P. Tempier había sido instalado como rector del santuario de Nuestra-Señora de Laus el 10 de enero de 1819. El Fundador le enviaba colaboradores con ocasión de las grandes afluencias de peregrinos. Así fue como el P. Moreau subió a Laus en abril de 1819 para reemplazar al superior que participaba en el retorno de misión de Barjols, y volvió luego durante el verano.

El santuario de Laus acogió a postulantes y novicios desde junio de 1820 a octubre de 1822. El P. Moreau fue enviado de nuevo durante el verano de 1820 y también en octubre para reemplazar al P. Tempier durante la misión de Champoleon. En el verano de 1822, el P. Tempier, cansado y sobrecargado de trabajo, pidió ser relevado de su cargo de superior. El Fundador le envió a los Padres Suzanne y Moreau como colaboradores. Tras la vuelta de los estudiantes a Aix, fue el segundo quien permaneció habitualmente en el santuario. Pero no fue oficialmente superior de esa casa más que de marzo a septiembre de 1823. Sólo se ausentó para la misión de Lauzet en febrero y para el retorno de misión de Remollon durante el verano.

A comienzos de 1823 los Padres de Mazenod y Tempier fueron nombrados por Mons. Fortunato vicarios generales de Marsella, poco después del restablecimiento de ese obispado. Varios misioneros quedaron descontentos por esa medida. En el transcurso del otoño abandonaron la Congregación los Padres Emmanuel Maunier y Juan Francisco Deblieu, asistentes generales, Noel Francisco Moreau, ecónomo general y el escolástico Santiago Jeancard.

En la historia de Nuestra-Señora de Laus el P. Gustavo María Simonin escribe sobre eso: “La casa de Laus, bajo el golpe de esa crisis estuvo a punto de perder al P. Moreau, pero por razones distintas de las que invocaron los que dejaron definitivamente la Sociedad. Siempre había sido un fiel observante de las Reglas del Instituto; sin embargo, le costaba mucho la composición de los sermones, le parecían demasiado dispersivos los trabajos de la misión, se encontraba turbado por una vida tan activa. Nombrado superior, se asustó de las responsabilidades, exagerando su incapacidad para ese cargo. Entonces, se creyó llamado a un género de vida más austero; habiéndose puesto en relación con un padre franciscano de Aviñón, fue a encerrarse en un claustro para dedicarse a la vida contemplativa. Una carta de las más paternales del Fundador volvió a traer al fugitivo a la casa de Laus, tras solo un mes de ausencia. Víctima de una piadosa ilusión, reconoció su falta y, después de esa prueba, permaneció inconmovible en su adhesión a la Congregación y en su dedicación a todas sus obras” (Missions O.M.I., 35 (1897) p. 202-203).

El P. Moreau dejó Laus en septiembre y volvió en octubre. Se ignora a qué orden se dirigió. El P. Simonin escribe: Franciscanos o Capuchinos; el P. Rey: Cartujos, y el P. Dupuy, contemporáneo de los sucesos, habla de la Trapa. “Moreau es sólo un hombre engañado, los otros son traidores”, habría dicho el P. de Mazenod, que perdonó de buen grado a ese hijo un momento de infidelidad, pero no le devolvió su plena confianza, a lo que parece, por lo menos durante unos años.

A disposición de los superiores (1824-1836)
Las fuentes oblatas casi no nos dan informaciones sobre la vida del P. Moreau durante diez años. Fue entonces sobre todo predicador, a disposición de los superiores para echarles una mano, según las necesidades más urgentes, en Aix, en Laus, en Nîmes y en Billens. Con todo, parece que perteneció habitualmente a la casa de Aix, aunque pasaba los meses de verano en Laus. En junio de 1824 el Fundador lo nombra asesor del superior de Aix, pero vacila en darle el título de admonitor: “Para eso hace falta, escribe el 8 de junio al P. Courtès, tener más amor a la Regla, más celo por el bien de la Sociedad y de los miembros que la componen”.

El P. Moreau está presente en los Capítulos de 1824, 1826 y 1831. En los informes de las diversas misiones se halla su nombre en las de Valbelle y Ginasservis en 1825, en las de Aubagne, Upaix, Noyers y Saint-Pierre-Avez en 1826, en Revel, Montdardier, Orcières y en la diócesis de Nîmes, especialmente en la prisión, en 1827, en Blieux y en la diócesis de Gap en 1833, y en Auriol en 1835.

En los años que siguieron a 1830 no fue posible dar misiones en Francia. Poco después de la Revolución de Julio, el Fundador compró una casa en Billens, Suiza, para acoger a los estudiantes oblatos desde finales de 1830 a finales de 1832. Algunos Padres quedaron luego allí como predicadores hasta el cierre de la casa en 1837. El P. Moreau formó parte ciertamente de ese equipo. Conservamos un celebret firmado por Mons. Yenni, obispo de Lausana y Ginebra en octubre de 1836, donde está escrito que el P. Moreau permaneció en esa diócesis “per aliquot annos” y que es “virum ecclesiasticum doctrina, pietate aliisque virtutum titulis optime nobis notum”.

En el seminario mayor de Ajaccio (1836-1846)
En 1834 Mons. Rafael Casanelli d’Istria, poco antes nombrado obispo de Ajaccio, decidió reabrir el seminario mayor cerrado desde la Revolución y confiarlo a los Oblatos. Los Padres Hipólito Guibert y Adrián Telmon comenzaron en mayo de 1835 a dar cursos a una quincena de seminaristas. Había ya sesenta en el otoño de ese año, con los Padres Domingo Albini y José Sicard llegados en ayuda de sus dos compañeros.

El P. Moreau no parece haber llegado hasta el comienzo del año escolar de 1836-1837, sin duda para reemplazar al P. Albini, nombrado superior del convento de Vico y responsable de las misiones en la diócesis. En enero de 1837 el P. Moreau escribe al Fundador y le da “las noticias más satisfactorias del seminario mayor”; dice que “el trabajo es excesivo” a causa del gran número de alumnos. En mayo Mons. Casanelli d’Istria pasa por Marsella y hace el elogio del P. Telmon y del P. Guibert que teme sea nombrado obispo en Francia. El Fundador le tranquiliza y le “hace el elogio del P. Moreau que, si fuera preciso, tomaría la dirección del seminario” (Diario,15 de mayo de 1837). En el curso de una visita hecha al seminario en noviembre de 1837 el P. Albini escribe al Fundador: “Comprendo perfectamente las dificultades de la posición de ellos. El P. Moreau está un poco indispuesto, me parece imposible que soporten la carga hasta el final; es algo espantoso un seminario de más de 130 alumnos entre los cuales hay una veintena de sacerdotes”. Después de unos meses el P. Guibert, que debe ausentarse con frecuencia, vuelve a llamar al P. Albini al seminario. En sus cartas alaba siempre a los Padres Albini, Moreau y Mouchel.

El número de los seminaristas baja a menos de cien en el curso del año escolar 1838-1839, que se efectuó en Vico a causa de los trabajos de ampliación del seminario. El P. Albini comparte el tiempo entre la enseñanza y las misiones. Agotado, muere al fin del año escolar, el 20 de mayo de 1839. Entonces es nombrado profesor de dogma el P. Carlos Bellon, mientras que el P. Moreau enseña la moral.

En 1841 el P. Guibert es nombrado obispo de Viviers. Mons. Casanelli d’Istria acepta de buen grado al P. Moreau que le propone el Fundador como superior del seminario. El 1 de septiembre el obispo lo nombra rector, al día siguiente canónigo honorario, luego, el 10 de noviembre de 1842, vicario general, y el 10 de octubre de 1845 promotor de justicia.

El nuevo superior se proponía enseñar Sagrada Escritura y diaconal. Pero justo antes de iniciar el curso, el obispo, descontento del superior del seminario menor, decide reagrupar en el seminario mayor a todos los aspirantes al sacerdocio. El P. Moreau se encuentra de golpe superior de 14 nuevos sacerdotes, 80 seminaristas mayores y 100 menores. Mons. de Mazenod, muy opuesto a esa medida, se ve forzado a enviar a Ajaccio al P. Jerónimo Pont como profesor de Sagrada Escritura. El 27 de diciembre de 1841 anima al superior y le dice: “Los Padres Bellon, Mouchel y Pont son hombres excelentes, y usted no es del todo malo”, el seminario marchará bien.

En efecto, el P. Moreau parece haber tenido las cualidades necesarias a un buen superior. El obispo, el clero, los colaboradores y los seminaristas le apreciaron y ningún problema serio apareció.En 1842 el P. Juan Lagier sustituyó al P. Mouchel.

El P. Guibert, a menudo ausente y ocupado en los trabajos de construcción, parece que había dejado pasar a segundo plano la regularidad de la comunidad oblata. El P. Moreau en cambio vela especialmente por la vida religiosa. A comienzos de 1843 el Fundador se congratula por la buenas noticias que recibe de Ajaccio: “No esperaba menos de vuestro buen espíritu y de vuestro celo, escribe el 15 de febrero. Es un espectáculo digno de las miradas de los ángeles y de los hombres una comunidad bien regulada que marcha ante Dios en el orden de sus deberes. Sean bendecidos todos y ojalá sirvan de ejemplo a algunos otros que todavía no han llegado a ese punto de regularidad que es no obstante indispensable para el cumplimiento de sus deberes”. El 30 de mayo añade al superior que está satisfecho “del buen orden y la regularidad que reinan en su comunidad. Yo conocía bastante el buen espíritu de usted para estar seguro de que bajo su superiorato pronto se reformarían todos los pequeños abusos que habían podido deslizarse”.

Durante sus primeros años en Córcega el P. Moreau tomó parte en la misión de Ajaccio en la primavera de 1837, y después en las de Bastia y de Vico. Envió a varios seminaristas corsos al noviciado de Nuestra-Señora de l’Osier, entre ellos al P. Santiago Santoni que de muy joven fue maestro de novicios y provincial de Canadá y luego superior del seminario mayor de Ajaccio, de 1856 a 1890. El P. Moreau fue elegido representante de la comunidad de Ajaccio en el capítulo de 1837. Pero no llegó a Marsella hasta el último día que era el 7 de agosto. No tuvo tanta suerte para el regreso. Como el cólera hacía estragos en Marsella, tuvo que hacer una dura cuarentena en las islas Sanguinarias antes de desembarcar. Pasó las otras vacaciones de verano en Vico, pero volvió al continente en 1842 y vivió durante algunas semanas en Viviers junto a Mons. Guibert. En julio de 1843 asistió al séptimo Capítulo general en que fue elegido cuarto asistente general. Hizo un viaje a Roma en el verano de 1844 y Mons. de Mazenod le permitió ir a descansar en Marsella durante las vacaciones de 1845.

Muerte
Se ignora qué enfermedad arrebató al P. Moreau el 2 de febrero de 1846. En su Diario escribe el Fundador el 5 de febrero: “¡Golpe fulminante! Una carta del P. Lagier me da la noticia de la muerte de nuestro bueno y venerable Padre Moreau. Hay que postrarse rostro en tierra y meditar profundamente esta palabra de la oración dominical: Pater noster qui es in caelis…,Fiat voluntas tua. Esta pérdida es irreparable. El dolor que siento llega al colmo. Era una de las columnas de la Congregación. La madurez de la edad (52 años), la experiencia, la aplicación al estudio, independientemente de sus grandes virtudes, habían hecho de él un hombre muy distinguido. Por eso el obispo y el clero de Ajaccio le hacían mucho caso… Ha muerto como había vivido, como santo religioso. La noche que precedió a su dichoso tránsito quiso que se le colocara enfrente el retrato de nuestro venerable Padre Albini. Lo invocaba con fervor, estimándose feliz de haber sido su amigo y encomendándose a sus oraciones. En el corto plazo que precedió a su muerte, no hacía más que rezar y repetía con agrado los santos nombres de Jesús, María y José, que se le sugerían de tanto en tanto. Está en el cielo…”

El día siguiente el Superior general anuncia el fallecimiento a las diversas comunidades oblatas y precisa que el superior del seminario de Ajaccio ha muerto a las 8 de la mañana “tras una enfermedad de unos días”.

El cuerpo fue trasladado a Vico donde se tuvo el funeral. Participó toda la población. El Sr. Obispo hizo el responso. El P. Esteban Semeria, superior en Vico, que comunica esa noticia al Fundador añade: “Monseñor Casanelli no para de hacerse lenguas del bienaventurado difunto”. El 12 de mayo siguiente Monseñor de Mazenod da gracias al prelado: “Estoy verdaderamente inconsolable de la pérdida [del P. Moreau]. Yo era su padre, había sido su guía desde los primeros pasos que dio en la santa carrera que había abrazado. Le había visto crecer en ciencia y en virtud; jamás me dio un minuto de inquietud; fue siempre digno de su vocación; en una palabra era un perfecto eclesiástico. Dios ha querido recompensarlo, yo no pretendo quitarle su felicidad, pero gimo amargamente por su pérdida. Le agradezco mucho la buena idea que usted ha tenido de hacer trasladar a Vico los preciosos restos de nuestro querido Padre. Están bien situados junto a las reliquias de su buen hermano [Albini] que descansan en esa santa soledad. ¡Oh, cómo la memoria de ambos excitará el celo de todos los que vengan tras ellos! ¡qué testimonio de dedicación para la Congregación!”.

Esto es lo que nuestras fuentes de archivos nos permiten escribir sobre el P. Moreau. Conocemos algo de sus cargos y de sus actividades, pero poco de su personalidad.

Según una carta de 1823 al P. Pedro Nolasco Mie, el P. Moreau, entonces superior de Laus, ayunaba todos los días. Parece, en efecto, que al principio de su vida religiosa, se distinguía entre todos por su atractivo, por las mortificaciones corporales. En las pocas páginas escritas sobre la historia del seminario mayor de Ajaccio, el P. Juan Corne le describe con estas palabras: “Hombre de vida interior, que amaba y guardaba la celda y se presentaba poco hacia fuera, de un trato agradable, lleno de mansedumbre, este buen Padre pasó cinco años al frente del seminario mayor. Su muerte en Ajaccio en 1846 produjo profundo pesar entre sus amigos y en las dos comunidades (seminario mayor y menor) felices bajo su gobierno paternal” (Missions O.M.I., 13 (1875) p. 22).

YVON BEAUDOIN, O.M.I.