Nació en Merlas (Isère) el 8 de marzo de 1822
Tomó el hábito en N.-D. de l’Osier el 9 de julio de 1849
Hizo la oblación perpetua en Pont de la Maye el 30 de octubre de 1852 (nº 341)
Murió en Royaumont el 14 de mayo de 1889

Francisco Picard nació en Merlas, cerca de Notre-Dame de l’Osier, diócesis de Grenoble el 8 de marzo de 1822. De joven fue tejedor, chiquichaque e incluso contrabandista auxiliar. Inició el noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 9 de julio de 1849 e hizo allí los votos de un año el 29 de julio de 1850. En el consejo general, el 15 de julio, se le había admitido por unanimidad “dado que por el testimonio de su padre maestro […] este hermano era indiscutiblemente uno de nuestros mejores hermanos conversos por la solidez de la virtud, la bondad de carácter y la aptitud para los trabajos exteriores”. Durante su noviciado trabajó sobre todo en la casa de campo del Rif, a cierta distancia del santuario.

Fue enviado al Calvario de Marsella y emitió sus votos por cinco años el 10 de agosto de 1851, en Notre-Dame de la Garde ante el P. Bernard. En el otoño de 1851 fue designado con el P. Dassy para la fundación de Notre-Dame de Talence en la diócesis de Burdeos. Los Oblatos permanecieron primero más de un año en Pont de la Maye, cerca de Burdeos, y allí fue donde el hermano emitió los votos perpetuos el 30 de octubre de 1852. El P. Dassy lo había recomendado a Mons. de Mazenod, escribiendo el 30 de agosto: “Este joven hermano es regular, activo, obediente, apto para todo, con fuerte salud. Él solo hace marchar la cocina, la huerta, la limpieza de la casa, etc.”

En 1858 el hermano Picard recibió la obediencia para San Juan de Autun, nueva fundación oblata. Allí como en Burdeos, escribe el P. Delpeuch “cuántos trabajos aguardaban a nuestro querido hermano: cocina y portería, huerta y mercado, gestiones y encargos, orden y limpieza en la casa, lo llevaba todo de frente. No todo estaba siempre perfecto en cuanto al orden interior; pero jamás faltaba el entusiasmo, y la alegría más franca sazonaba constantemente el trabajo…”

En 1864 los Oblatos habían comprado la abadía de Royaumont cerca de París que vendieron a las Hermanas de la Sagrada Familia de Burdeos en 1869. Algunos padres fueron nombrados capellanes de las religiosas. El hermano Picard se convirtió en seguida en el factotum de esa comunidad y lo siguió siendo hasta la muerte. Vigiló al principio a los obreros que restauraban las construcciones del viejo monasterio, y luego cultivó las grandes huertas que dependían de la abadía. Fue el guardián de la casa durante la guerra franco-alemana y la Comuna en 1870-1871.

En medio de sus trabajos, el hermano fue siempre buen religioso. El P. Víctor Baret escribe en la Nota necrológica (p. 495): “Para un hermano converso Oblato de María Inmaculada, no todo puede consistir en entregarse con irresistible generosidad a los trabajos materiales que son la parte a ellos reservada; hay para él un deber más importante que cumplir, es el conservar cuidadosamente la vida sobrenatural de su alma, y el procurar acrecentar continuamente esa vida divina por la práctica de las virtudes religiosas y por la observancia constante y puntual de nuestra santa regla. El hermano Picard que siempre lo entendió así, fue por eso igualmente muy feliz por encontrar en el seno de nuestra humilde comunidad los medios con que satisfacer plenamente los deseos íntimos de su alma toda llena de fe y de su corazón profundamente afectuoso. Así, quiso ser y, gracias a Dios, fue desde los primeros tiempos un obrero fiel e infatigable al mismo tiempo que un buen religioso”.

La actividad del hermano comenzó a decaer en 1880 a causa de una enfermedad que lo fue minando poco a poco. Murió el 14 de mayo de 1889. Sus restos descansan en el cementerio de la parroquia de Asnières, cerca de Royaumont.

Yvon BEAUDOIN, O.M.I.