Nació en Ménil (Mayenne) el 6 de setiembre de 1827
Tomó el hábito en N.-D. de l’Osier el 7 de setiembre de 1852
Profesó en N.-D. de l’Osier el 8 de setiembre de 1853 (nº 350)
Fue ordenado sacerdote en Marsella el 22 de setiembre de 1855,
Murió en Aix de Provenza el 19 de junio de 1871

Luis René Pineau nació en Ménil, diócesis de Mans, el 6 de setiembre de 1827. Hizo los estudios secundarios en el seminario menor de Précigné y una parte de la teología en el seminario mayor de Mans. Inició el noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 7 de setiembre de 1852 e hizo allí su oblación el 8 de setiembre de 1853. En el consejo general se le había admitido a la profesión el 4 de setiembre, puesto que “este hermano tiene muchas virtudes y dedicación y está bien formado en la vida religiosa”.

Sigue estudiando la teología en el seminario mayor de Marsella en 1853-1854 y en Montolivet en 1854-1855. El P. Mouchette, moderador de los escolásticos, en los informes de los oblatos habla a menudo de la salud más bien frágil del hermano, lo que le vuelve “precavido”, pero el padre subraya también “su carácter dulce y abierto, y el hecho de que es aplicado a sus deberes, regular, tranquilo, lleno de amor hacia su vocación y sus superiores”.

Mons. de Mazenod lo ordena sacerdote el 22 de setiembre de 1855. La obediencia lo coloca luego en varias casas: Nancy en 1856 y 1857 donde hace un poco de ministerio en las prisiones, Talence en 1858-1861, Cléry en 1862, Limoges en 1863, Notre-Dame de la Garde en Marsella en 1864, y probablemente hasta 188, el Calvario en Marsella de 1868 a 1871. “Su frágil salud, escribe el P. Fabre en la nota necrológica, no le permitió nunca entregarse a un ministerio activo; Dios parece haberlo llamado entre nosotros solo para dedicarlo a los ejercicios de la vida interior y para asociarlo así, por una corriente continua de oraciones, a los trabajos de nuestros obreros apostólicos”.

Fue enviado a Aix poco antes de su muerte, acaecida el 19 de junio de 1871. El P. Próspero Boisramé, su condiscípulo desde el seminario menor de Précigny hasta Montolivet, escribe en la nota: “Mientras yo lo he conocido, nuestro hermano era bueno, amable, sonriente. Se buscaba su compañía porque se estaba seguro de hallar en ella la alegría y la edificación. Su conducta constantemente ejemplar, el aire de serenidad que impregnaba su rostro, su visible recogimiento durante la oración, su diligencia y su fidelidad en ir a buscar las aguas vivas de la gracia y del puro amor en las fuentes del Salvador, los últimos años de su vida pasados casi por entero, según se me dicho, al pie del sagrario, su perseverancia en su vida de constante oblación, en medio de las tribulaciones de una salud cada vez más frágil y débil, ¿no son otras tantas garantías irrecusables de aquella piedad verdadera y sincera de la que nuestros antiguos compañeros después de veinte años conservan todavía el dulce y precioso recuerdo?”.

Yvon BEAUDOIN, O.M.I.