Nació en Savoulx (Piamonte) el 12 de mayo de 1807
Tomó el hábito en N.-D. du Laus el 29 de setiembre de 1835
Profesó en Marsella el 1 de noviembre de 1836 (nº 68)
Fue ordenado sacerdote en Marsella el 24 de junio de 1838
Falleció en N,-D. de l’Osier el 13 de mayo de 1869.

Jerónimo Pont nació el 12 de mayo de 1807 en Savoulx, pueblo de la diócesis de Suse en Piamonte. Se ignora todo lo relativo a su juventud. Se sabe, no obstante, que de 1828 a 1830, ya clérigo, fue profesor en el colegio de Pont-de-Veyle (Ain). Enseñó después en otros lugares y luego, en 1833-1835, en Bourg-d’Oisans, diócesis de Grenoble, donde conoció a los Oblatos. Inició su noviciado en Notre-Dame du Laus el 29 de setiembre de 1835 y emitió su oblación en Marsella el 1 de noviembre de 1836. Tras dos años de estudio de teología con los escolásticos en el seminario mayor de Marsella, Mons. de Mazenod le ordenó sacerdote el 24 de junio de 1838.

La correspondencia de Mons. de Mazenod y de algunos oblatos nos permite seguir al P. Pont en los diversos cargos que ha desempeñado (misionero, profesor y ecónomo) y en los lugares donde trabajó. Primero fue enviado a Notre-Dame de l’Osier (julio-setiembre de 1838). El Fundador anota en su diario el 6 de julio: Sale para l’Osier “el excelente padre Pont, tan bueno, tan virtuoso, tan exacto, tan atento, tan humilde, tan lleno de buena voluntad y, al mismo tiempo, dotado de talentos más que suficientes y reconocido como uno de los mejores estudiantes de teología en el seminario mayor…” Después fue misionero en Notre-Dame du Laus (setiembre de 1838 a setiembre de 1839) y en Notre-Dame de l’Osier (1839-1841). Pasa luego diez años en el seminario mayor de Ajaccio como profesor. En 1850 es convocado nominalmente al Capítulo general.

Misionero en Notre-Dame de l’Osier de 1851 a 1856, es al mismo tiempo ecónomo de la segunda provincia de Francia. De 1856 a 1859 lo hallamos como profesor y segundo asistente en el escolasticado de Montolivet. Finalmente, pasa los últimos diez años de su vida en Notre-Dame de l’Osier. Allí murió el 13 de mayo de 1869 a consecuencia de un resfriado descuidado. El P. Alejandro Audruger, entonces superior de la casa, anunció el fallecimiento al P. José Fabre en unas páginas muy encomiásticas. Ahí leemos, entre otras cosas: “verdadero religioso, verdadero Oblato de María, piadoso depositario de los usos de nuestros primeros padres, de las tradiciones de nuestro muy amado Fundador a quien honraba con culto filial, conservaba y reavivaba entre nosotros el espíritu de familia al mismo tiempo que nos edificaba con su regularidad, su mortificación, su caridad y con los viriles y encantadores ejemplos de la más alta santidad. Nadie fue más ajeno al egoísmo, a la vida personal. Su humildad le hacía aceptar los empleos menos apetecidos. Se hacía cargo sonriendo de todos los interinatos, incluso de los menos agradables. Dotado de una gran justeza de espíritu, hábil para discutir una cuestión, aunque demasiado tímido o demasiado indeciso para resolverla, sabía abandonar, y definitivamente –cosa difícil-, su parecer más vigoroso cuando la autoridad seguía un sentimiento contrario. Sencillo como un niño, se abría en dirección con el candor de un novicio, y obedecía con la generosidad de un santo…”

YVON BEAUDOIN, O.M.I.