Nació en Barjac (Gard) el 2 de mayo de 1832
Tomó el hábito en N.-D. de l’Osier el 16 de julio de 1854
Hizo la oblación perpetua en N.-D. de Cléry el 23 de octubre de 1858 (nº 469)
Murió en N.-D. de l’Osier el 16 de mayo de 1864.

Augusto Pons nació en Barjac, diócesis de Nîmes, el 2 de mayo de 1832. Comenzó, al parecer, el noviciado en Notre Dame de l’Osier el 16 de julio de 1854, pero su nombre no figura en el registro de las tomas de hábito. Antes del fin del noviciado fue enviado a Notre-Dame de Bon Secours donde hizo los votos por un año el 18 de julio de 1855. Fue en Notre-Dame de Cléry donde hizo los votos por 5 años, el 17 de febrero de 1857, y la oblación perpetua el 23 de octubre de 1858. Estuvo destinado en la casa del Calvario en Marsella en 1859 y 1860, y luego en Notre-Dame de l’Osier de 1860 hasta su muerte, el 16 de mayo de 1864.

El P. Fabre escribe en la nota necrológica del hermano: “Por todas partes ha dejado el buen olor de las virtudes religiosas, el ejemplo de la más completa dedicación y del afecto más sincero a nuestra querida Congregación”. El P. José Simmermann, que conoció al hermano en l’Osier, escribe al P. Fabre el 1 de junio de 1864: “No temo proponerlo como modelo a todos los hermanos conversos de nuestra querida familia; otros podrán igualarlo, pero ninguno lo superará. Este buen hermano cumplía las funciones de sacristán en la iglesia de Notre-Dame de l’Osier. Los superiores que habían apreciado su mérito lo habían mandado expresamente de Marsella para confiarle ese importante puesto. La forma en que desempeñó sus funciones respondió a las esperanzas que se habían concebido; su tacto exquisito, su recogimiento habitual, su modestia, su humildad, su calma imperturbable en medio de las mayores y más diversas ocupaciones le conciliaban la estima y el afecto de todos, tanto de las personas de fuera como de los miembros de la comunidad […] No solo en la iglesia encontramos las huellas de su paso, todos los otros lugares de la casa nos evocan su recuerdo. El h. Pons desempeñaba con destreza toda clase de empleos, haciendo por turno el oficio de hortelano, de florista, de panadero, de cocinero, de carpintero, de herrador, de relojero e incluso de sastre. Era un obrero universal y ¡cosa extraña! descollaba en todo”.

Una pleuresía lo llevó a la tumba en una semana, en medio de grandes sufrimientos físicos y morales.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.