Nacimiento en Saint-Michel-de-Saint-Geoirs (Isère), el 7 de septiembre de 1808.
Toma de hábito en Marsella, el 15 de enero de 1840.
Oblación perpetua en Notre-Dame de l’Osier, el 17 de febrero de 1842 (nº 94).
Muerte en Autun, el 18 de febrero de 1871.

Joseph Ravier nace en Saint-Michel-de-Saint-Geoirs (dioceses de Grenoble) el 7 de Septiembre de 1808, hijo de François Ravier y de Marianne Chevallier. Comienza su noviciado en Marsella, el 15 de enero de 1840 y hace su oblación perpetua en Notre-Dame de l’Osier, el 17 de febrero de 1842.

Este hermano, a quien a menudo se le llamaba simplemente Joseph, raramente aparece mencionado en las cartas del Fundador y de los oblatos. No es posible saber con precisión ni lo que hizo ni dónde y cuándo vivió. Le encontramos en Notre-Dame de l’Osier de 1842 a 1846, en Notre-Dame de Bon Secours de 1847 a 1851, y sin duda hasta 1859-1860. ¡El personal de 1853-1854 menciona al hermano Joseph en Notre-Dame de Bon Secours y al hermano Ravier en Notre-Dame de l’Osier!. Pasa los últimos años de su vida en Saint-Jean d’Autun, donde muere tras algunos días de enfermedad, el 18 de febrero de 1871, a la edad de sesenta y dos años. Cinco oblatos mueren en dos meses en dicha casa durante la ocupación de los partidarios de Garibaldi, en la guerra franco-prusiana de 1870-1871.

El autor de la noticia necrológica escribe: “En él se hallan el tipo de tales viejos servidores, sobre los que uno puede descansar como se descansa sobre sí mismo, cuya fidelidad y dedicación leal no cambian ni en la biena ni en la mala fortuna, y que siempre se han considerado como el más preciado tesoro, sea en las familias del mundo, sea en las de las comunidades religiosas (…). El espíritu de familia ha sido uno de los rasgos distintivos de esta vida laboriosa, que se ha gastado tan callada y útilmente, de forma sucesiva en la mayor parte de nuestras casas del Mediodía. Además, ha sido universalmente amado por una afecto basado en una estima particular. Cuando se hablaba del hermano Joseph, se estaba seguro de despertar las simpatías de todos nosotros que, en gran número, le conocimos y le vimos manos a la obra”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.