Breve historia de su martirio

La Guerra civil Española enfrentó, entre 1936 y 1939, a los Republicanos, que eran leales a la República española establecida y los Nacionalistas. Los Nacionalistas vencieron y gobernaron España hasta 1975. Uno de los aspectos de la guerra civil española fue la persecución religiosa. Mucha gente fue asesinada por los Republicanos (socialistas, comunistas y sindicalistas radicales) durante la guerra a causa de su fe. Un informe sobre la persecución religiosa en España recoge la muerte de 6.932 miembros del clero y religiosos sacrificados en esta persecución. 12 obispos, 4.172 presbíteros diocesanos, 2.365 religiosos y 283 religiosas. En este clima general de odio y fanatismo antirreligioso podemos situar el martirio de 22 Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

Los Oblatos se establecieron en el barrio de la Estación de Pozuelo de Alarcón en 1929. El superior provincial vivía en Madrid. El escolasticado era el centro de formación. Algunos presbíteros servían como capellanes de las tres comunidades de religiosas. También tenían servicios pastorales en las parroquias cercanas: confesiones y predicación. Los escolásticos oblatos enseñaban el catecismo en las parroquias vecinas. Esta actividad religiosa comenzó a preocupar a los comités revolucionarios de la Estación. Los oblatos adoptaron una actitud de prudencia, compostura y calma, comprometiéndose entre ellos a no responder a las provocaciones.

El 20 de julio de 1936 las juventudes socialistas y comunistas tomaron las calles y comenzaron a quemar Iglesias y conventos, sobre todo en Madrid. La milicia de Pozuelo atacó la vecina capilla de la Estación. arrojaron todas las ropas litúrgicas y las imágenes a la calle y las quemaron. Cuando quemaron la capilla fueron a repetir la misma escena en la parroquia local. El 22 de julio un fuerte contingente de la milicia armada con fusiles y revólveres, atacó la casa de los Oblatos. Lo primero que hicieron fue capturar a los 38 Oblatos que fueron hechos prisioneros en su propia casa, los llevaron al refectorio donde las ventanas tenían rejas. El 24 de julio sobre las tres de la madrugada empezaron las primeras ejecuciones. Llamaron a siete Oblatos.

  • Francisco Esteban Lacal OMI

    P. Juan Antonio Pérez Mayo (1907-1936), profesor

  • ESC. Manuel Gutiérrez Martín (1913-1936), subdiácono
  • ESc. Cecilio Vega Domínguez (1913-1936), subdiácono
  • ESc. Juan Pedro Cotillo Fernández (1914-1936)
  • ESc. Pascual Aláez Medina (1917-1936)
  • ESc. Francisco Polvorinos Gómez (1910-1936)
  • ESc. Justo González Lorente (1915-1936)

Sin explicación alguna, los metieron en dos coches y los llevaron hacia su martirio siendo ejecutados.

El mismo día 24 de julio de 1936 la policía recibió la orden de llevar al resto de los religiosos a la Oficina General de Seguridad. Al día siguiente después de rellenar ciertos formularios, los otros 15 oblatos fueron soltados inesperadamente. Buscaron refugio en casas privadas. Pero en octubre fueron de nuevo cazados, capturados y puestos en prisión donde sufrieron hambre, frío, miedo y amenazas. Los testimonios de algunos supervivientes hablan de cómo aceptaron con paciencia heroica esta situación difícil que implicaba la posibilidad del martirio. Entre ellos reinaba un espíritu de caridad y una atmósfera de oración silenciosa. El 7 de noviembre de 1936 dos de ellos fueron ejecutados:

  • P. José Vega Riano (1904-1936), formador
  • ESc. Serviliano Riano Herrero (1906-1936)

El 28 de noviembre de 1936 sería el turno de los otros 13:

  • P. Francisco Esteban Lacal (1888-1936), superior provincial
  • P. Vicente Blanco Guadilla (1882-1936), Superior local
  • P. Gregorio Escobar García (1912-1936), presbítero escolástico
  • ESc. Juan José Caballero Rodríguez (1912-1936), subdiácono
  • ESc. Publio Rodríguez Moslares (1912-1936)
  • ESc. Justo Gil Pardo (1910-1936), diácono
  • Hno. Ángel Francisco Bocos Hernández (1882-1936)
  • Hno. Marcelino Sánchez Fernández (1910-1936)
  • ESc. José Guerra Andrés (1914-1936)
  • eSc. Daniel Gómez Lucas (1916-1936)
  • eSc. Justo Fernández González (1918-1936)
  • eSc. Clemente Rodríguez Tejerina (1918-1936)
  • Hno. Eleuterio Prado Villarroel (1915-1936)

No hubo alguna acusación formal, ni juicio, ni defensa, ni explicación alguna. Fueron conducidos a Paracuellos de Jarama y allí fueron ejecutados.

No fue posible obtener información directa de los testigos oculares sobre el momento de la ejecución. El enterrador ha declarado que uno de los Oblatos, el Provincial P. Francisco Esteban Lacal, debió haber dicho; “Sabemos que nos matáis porque somos católicos y religiosos. Lo somos. Mis compañeros y yo os perdonamos de todo corazón. ¡Viva Cristo Rey!

Durante el proceso de beatificación se hizo evidente que todos ellos murieron profesando su fe y perdonando a sus perseguidores. A pesar de la tortura psicológica durante su cruel cautividad ninguno renegó o perdió la fe, ni se lamentaron del hecho de haber abrazado una vocación religiosa.