El P. Ednaldo T. DA SILVA, animador del Distrito Noreste de la Provincia oblata de Brasil, fue requerido recientemente para hablar en nombre de los Oblatos en el momento en que los misioneros fueron presentados para el Reconocimiento Mariana Amália por la Ciudad de Vitória de Santo Antão, a causa de los servicios que rindieron a la ciudad, especialmente la evangelización de los más abandonados. Lo que sigue son extractos de su discurso: 

Mariana Amália

“Agradecemos el honor y la estima recibidos de los legítimos representantes de todos los habitantes de esta gloriosa tierra, al concedernos este Reconocimiento que lleva el nombre de la Heroína Mariana Amália. Durante la guerra (de 1865, nota del editor), a causa de la necesidad de aumentar el efectivo del ejército aliado, el gobierno imperial creó el grupo denominado Voluntarios de la Patria. En Vitória se creó una comisión para recibir las inscripciones. Entre los valientes voluntarios estaba la joven Mariana Amália, descendiente de una familia ilustre, conocida por su compromiso social y político, que se unió al batallón como enfermera. Su gesto hizo que otros muchos se enrolaran formando el quinto batallón de voluntarios de la provincia. Ofreciéndose como voluntaria, Mariana Amália se prestaba a mitigar los dolores de los guerreros heridos, sirviéndoles como enfermera en los hospitales y en el campo de batalla.

Más de 800 jóvenes de varias misiones OMI de la región noreste, se reunieron en Vitória de Santo Antão en 2014.

“Al igual que Mariana Amália, nuestro fundador, San Eugenio de Mazenod, era de una familia ilustre. Su padre era Presidente del Tribunal de Cuentas de Francia a principios del siglo XVIII. Con tantas otras posibilidades de elección, Eugenio, al ver la situación de pobreza y de descristianización de Francia en la post-revolución francesa, decide reunir un grupo de amigos para predicar misiones parroquiales. Entre sus ministerios se destacan las misiones con la juventud y con los presidiarios, los más abandonados de aquella sociedad.

“El ejemplo de Mariana Amália sigue siendo actual y profético para la Iglesia, como ha señalado el Papa Francisco al exhortar para que la Iglesia sea como un hospital de campaña, abierta para acoger a los heridos de nuestra la sociedad. Es lo que buscamos en nuestra parroquia, no una acción pastoral de gabinete, sino llegar a las personas a quienes el Señor de la mies nos envía para anunciar la Buena Noticia del Evangelio en las periferias geográficas y existenciales.

La parroquia oblata de Nuestra Señora Aparecida, Vitória de Santo Antão.

“Como hijos de Eugenio llegamos a esta Ciudad en el año 2000. Así nació la Parroquia de Nuestra Señora Aparecida y San Juan Bautista. En ese momento se nos dio también la misión de administrar la Parroquia de San José en Jussaral. Como manda nuestro carisma, vivimos en comunidades apostólicas y hemos trabajado al lado del pueblo de Dios en estos años. La nueva parroquia se formó por el desdoblamiento de las parroquias de Nuestra Señora del Livramento y de San Antonio, y poco a poco fuimos creando nuestra propia identidad, respetando cada comunidad con sus particularidades, identidad y dones. Caminando a la luz del Espíritu Santo y de las enseñanzas de nuestro Fundador, otra parroquia fue fundada a partir de la nuestra, la parroquia de San Vicente.

“Actualmente somos comunidades vivas de fe que formamos la Parroquia de Nuestra Señora Aparecida. Somos los Misioneros Oblatos de María Inmaculada que, con mucha alegría, caminamos con las comunidades urbanas y rurales de nuestra parroquia, formando una parroquia “comunidad de comunidades”, conforme al Documento 100 de la Conferencia Episcopal de Brasil.

“El templo de Nuestra Madre Aparecida que estamos construyendo, representa la fe, el esfuerzo, la unión y la esperanza de los Oblatos y de la comunidad a la que Dios nos ha enviado. Así como la Casa de Nuestra Madre Aparecida nació de la mano de los pescadores y congrega sus sueños y esperanzas, nuestra Iglesia, aquí en Vitória, va tomando forma: un lugar santo donde cada ladrillo representa un poco de cada uno de nuestros parroquianos y de los Oblatos de María Inmaculada que por aquí pasaron. Cada uno a su manera, poniendo sus dones al servicio, ha dejado un poco de sí mismo.

“Unidos, como familia religiosa, vamos haciendo presente a Eugenio de Mazenod, orientados por nuestro carisma: “Él me envió a evangelizar a los pobres y los pobres son evangelizados “. De modo sencillo y comprometido, promovemos una fidelidad creativa para descubrir, y actuar junto con los nuevos rostros de los pobres de nuestra sociedad…”