FILIPINAS

Hemos perdido hermanos, hermanas y amigos, y estamos sumidos en la más profunda tristeza. Nos unimos a sus familias en este difícil momento ya que también eran como una familia para nosotros. Nuestro dolor es aún mayor al pensar que la bomba explotó mientras se celebraba la Santa Misa en la catedral de Nuestra Señora del Monte Carmelo. No hay duda para nosotros de que han muerto como mártires, dando testimonio de su fe cristiana, ya que se atrevieron a permanecer en Jolo a pesar del constante clima de intimidación y de los riesgos. Nuestra simpatía va también a los cuerpos uniformados cuyas vidas fueron sacrificadas en el ejercicio del deber de proteger a la comunidad. Condenamos de la forma más rotunda este acto de violencia traidor, inhumano y malvado contra el pueblo de Jolo, especialmente contra la comunidad cristiana. Un acto tan cruel no puede tener cabida en una sociedad civilizada en la que la sacralidad de la vida humana debe ser respetada. Imploramos, por tanto, a todas las autoridades competentes que cumplan hasta el final con su obligación de hacer justicia a las víctimas, a sus familias, y a toda la comunidad de Jolo que está terriblemente afligida por esta atrocidad. En las últimas décadas, nuestro pueblo (cristianos, musulmanes y lúmades) se han esforzado por cooperar y fomentar harmonía, paz y progreso en esta tierra. Nuestra esperanza es que este trágico incidente no sea fuente de división, sino que pueda ser un motivo mayor para construir una comunidad asentada en los valores de la paz, el diálogo, la amistad, el amor y la solidaridad, transcendiendo religiones, culturas o creencias.

Charlie M. Inzon, OMI,
Superior provincial,
Provincia OMI de Filipinas.