SENEGAL

Por P. Bruno Favero, OMI

Bruno Favero, OMI (foto de archivo/2016)

Desde el confinamiento y el toque de queda, las actividades espirituales se han ralentizado en el Santuario de Nuestra Señora de la Misión de Elinkin. El 25 de marzo tuvimos, de medianoche a medianoche, un “Maratón de Rosarios” -24 horas de recitación continua del rosario-. Los parroquianos y los Oblatos participaron desde casa, uniéndose a la cascada de intercesiones en este tiempo de pandemia.

Pero, ¿cómo es posible vivir la Semana Santa sin posibilidades para realizar “streamings” en directo, sin grandes celebraciones de oración y sin la habitual participación del pueblo?

Pues a pesar de todo partí con mi mochila hacia la isla de Carabane, el lugar histórico donde comenzó la evangelización de Casamance -la franja de Senegal al sur de Gambia- con su hermosa iglesia, recientemente restaurada y consagrada.

El Jueves Santo se celebró a puerta cerrada con tres jóvenes y, ya que el toque de queda comenzaba a partir de las 8 pm, sin posibilidad de hacer la adoración eucarística. Al día siguiente, el Viernes Santo, con los mismos tres jóvenes, comencé las estaciones del Vía Crucis a las 9 am, yendo de casa en casa: en cada casa una estación. Comenzamos en una esquina del pueblo, a unos 4 km de la iglesia. A lo largo de nuestro camino nos encontramos con la alegría de poder encontrar, orar, compartir y con frecuencia sentarnos en los patios de las casas guardando la requerida distancia social. Sobre las 6 de la tarde, completamos nuestra ruta habiendo cubierto un total de casi 10 kilómetros. En cuanto a mí, lo más importante fue que pude encontrarme con todas las familias. Bendije sus hogares y oré por ellos.

También en el cementerio había una estación del Vía Crucis, para entrar en comunión con los que partieron antes de nosotros. Después di las gracias a los tres jóvenes y los envié a casa. Me quedé en la iglesia para celebrar la liturgia del Viernes Santo. Solo, con el habitual silencio del lugar, con paz en el corazón y llevando conmigo toda la gente que encontré durante el Vía Crucis,  en oración, me acordé de San Eugenio en el Viernes Santo. Recordé a todos los que, por todo el mundo, han fallecido por la pandemia. También ofrecí todo el sufrimiento y soledad de los enfermos.

El Viernes Santo en tiempos de coronavirus… el misterio de la vida nos sorprende, pero la misión continúa, y se hace más urgente que nunca.