Tomasz Szafranski, OMI

El Padre Tomasz Szafranski, OMI, ha estado ejerciendo su ministerio en Cuba durante un año. Aquí escribe sobre su jornada como Oblato y el trabajo actual de los Oblatos en Cuba.

En diciembre 1997, tras una visita histórica del Papa Juan Pablo II, seis Misioneros Oblatos de María Inmaculada pudieron entrar en Cuba. Durante décadas la práctica del catolicismo estaba prohibida. Los Oblatos comenzaron a restaurar iglesias y a reintroducir a los residentes en la fe católica. Hoy seis Oblatos ejercen su ministerio en Cuba, entre ellos un estadounidense, el P. Roger Halle, OMI. Además de enfrentar muchos retos, estos Oblatos han podido avanzar en la restauración del cristianismo en la isla.

Los Oblatos de la misión de Cuba con el Superior General

Esta es mi historia

Soy Tomás, Misionero Oblato de María Inmaculada. Vengo de Cracovia, Polonia, y actualmente vivo mi servicio misionero en Cuba. Pero ¿cómo llegué a Cuba? Esta es mi historia…
Recuerdo que terminé la escuela secundaria y buscaba mi camino en este mundo. Por un lado, me gustaba mucho estar en la escuela con un enfoque en geología. Pero, por otro lado, sentía cada vez con más fuerza la invitación de Jesús a seguirle por el camino sacerdotal y misionero.

Tuve claro que quería ser misionero 

A medida que examinaba mi vida, surgían más preguntas: ¿dónde? Finalmente, tuve claro que quería ser misionero. Así que empecé a escribir a varias familias religiosas que tenían la palabra “misioneros” en su nombre, creyendo que así encontraría respuestas a mis preguntas. Los primeros en responder fueron los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, así que ahora soy Oblato. Mientras estudiaba en el seminario, creía que las misiones sólo estaban en África. Pero poco a poco, creciendo y profundizando mi vocación, me interesé por servir a los pobres en algún lugar donde faltaban sacerdotes.

¿Por qué no México?

Un día, el P. Gilberto Piñón, OMI, nos visitó en el seminario, buscando misioneros para su provincia de México-Guatemala-Cuba. Recuerdo que me dije: “¿por qué no México?”. Y así, después de pasar dos años en Polonia como sacerdote, partí para cumplir mi sueño de una vocación en las misiones. Pasé más de 12 años en México. Fue un tiempo muy bonito en el que conocí una cultura nueva, completamente diferente a la mía. ¡Tanta gente hermosa me recibió con los brazos abiertos! También debo decir que fue un tiempo de crecimiento, dejándome “evangelizar por los pobres”. Para ser sincero, no siempre fue fácil.

¿Y ahora qué?

Después de 12 años en México, llegó el momento de preguntarme: “¿Y ahora qué?”. Algo me hizo creer que podía volver a emprender algo nuevo. Siempre había oído hablar de la necesidad de misioneros en Cuba, y de lo difícil y exigente que es ser misionero en esta isla caribeña. Así que decidí pedir que me enviaran en misión a Cuba.

La realidad cubana, hay que vivirla para creerle

Hace un año que estoy en Cuba: una nueva misión, una nueva aventura misionera y nuevas responsabilidades. La realidad cubana, hay que vivirla para creerla. Pero al igual que todos esos años en México, aquí también encuentro mucha gente hermosa y necesitada de Dios. Los Oblatos tenemos aquí dos comunidades, una en la Provincia de La Habana y otra en la Provincia de Pinar del Río. Venimos de Brasil, Estados Unidos,  México, Sri Lanka y Polonia. Como comunidad servimos a cinco parroquias.

Nuestra primera misión es ser misioneros de la esperanza 

Para mí aquí en Cuba nuestra primera misión es ser misioneros de la esperanza, porque aquí hay mucha gente que la ha perdido. La segunda dimensión de la misión es la capacidad de perseverar. Vale la pena mencionar que el año pasado celebramos los 25 años de la llegada de los primeros Oblatos a Cuba. Para nosotros es tiempo de dar gracias a Dios, pero también de soñar, de buscar nuevos caminos y de renovar nuestro compromiso con la tierra misionera.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Cuando miro hacia atrás, nunca hubiera pensado que un sueño misionero me llevaría a Cuba. Pero aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Y, por último, les pido a todos, que no se olviden de los misioneros, recen mucho por nosotros durante todo el año. Recen para que seamos testigos de Cristo, misioneros de misericordia y esperanza en este mundo.