(Nota de la redacción: cada cierto tiempo el P. Nicholas HARDING envía cartas y fotos sobre su ministerio rural en Perú: esta vez llegó justo a tiempo para las vacaciones, sintiéndonos muy contentos de compartir esta historia).

¡Saludos! Aquí en Perú, ya que estamos al sur del ecuador, comenzamos ahora el verano. Estando yo a 15 minutos del Océano Pacífico, ello ayuda a mantener un clima suave durante todo el año. En enero comenzaré mi tercer año aquí. Estoy muy agradecido a Dios: buena salud, una misión excepcionalmente satisfactoria y fascinante. Sin embargo, hay muchas dificultades y desafíos. También, la parroquia de la que soy párroco es enorme, amenaza con ser abrumadora.

El aspecto más sobrecogedor es ir a ciudades en la sierra alta (más de 4.000 metros) en carreteras peligrosas, con viento, sucias, a distancias que pueden llevar más de 8 horas. También los “UPI” o ocupaciones recientes de invasores, con miles de casuchas (sin agua o canalización, ni caminos asfaltados, sin casi escuelas o clínicas) es algo casi surrealista y, humanamente hablando, imposible de evangelizar. Sin embargo, aquí es donde el mensaje navideño de esperar al Mesías me salva de la desesperación. Sólo somos dos sacerdotes para visitar unas 50 comunidades.

Hay una gran piedad popular entre la gente… tanto afro-peruanos como indígenas. En una comunidad, hicieron un árbol de navidad con neumáticos y pintura verde. En la parte más desarrollada de la parroquia, el secularismo ha afectado/infectado a los jóvenes. También es muy común el abuso de narcóticos y de alcohol. Abundan las sectas procedentes de EE. UU.

La gente trabaja en los campos de cultivo (cítricos, frutas, uvas, espárragos)… a un salario mucho más bajo que los estándares de EE. UU. Hay grandes granjas de pollos. En las montañas hay una enorme variedad de papas. Tenemos algunas maquiladoras/fábricas de camisetas [Nota del traductor: camiseta, franela, casaca, playera, polera, polo o remera, según los países] (es difícil de creer pero el salario es de sesenta dólares por una semana de trabajo de 60 horas). Hay muchas minas contaminantes en la zona de la parroquia (oro, plata, plomo, cobre).

Hay bastantes casos de VIH, tuberculosis y virus del zika (recientemente tuve un funeral por un bebé). He celebrado muchos funerales por gente asesinada, pero no hay tanta violencia como en Tijuana. Tenemos una prisión masiva de unos 2.400 reclusos.

He tenido muchos casos en que la Divina Providencia se ha hecho excepcionalmente evidente: protección, gente útil que me ha sido enviada, inspiraciones para soluciones, momentos deliciosos de mantener el buen humor, buena salud hasta ahora.

El obispo de Ica, Hector Vera, vino para nuestro día patronal (Cristo Rey) y confirmó a más de 300 jóvenes. Aún estamos haciendo primeras comuniones, que quizá sean en total unas mil. Cada domingo tenemos bautizos de niños, que serán unos mil este año.

Una parte fatigosa de ser párroco es el reclutamiento, animación y selección de líderes laicos para los ministerios o apostolados. Necesitamos sopesar la necesidad de hacer rotaciones: sangre nueva o la continuidad y experiencia valiosa. Necesito ofrecer y organizar la formación del laicado para el próximo período vacacional de enero y febrero.

Puedo relajarme en mi día de descanso yendo al océano, a la vecina playa (aunque el agua es muy fría). También en la parroquia hay algunos sitios arqueológicos de la civilización Chincha (Centinela Huaca, por ejemplo). Hay petroglifos prehistóricos en Huancor. Hay una hermosa capilla levantada por los jesuítas en el siglo XVII junto a la ciudad de El Carmen (con la Hacienda San José, que era una plantación de esclavos).

Pienso que el significado de la Navidad lo resumió muy bien San Atanasio: “El Hijo de Dios se hizo Hijo del Hombre para que los hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios” (omiusa.org)