Nacimiento en Auberives (Isère), Abril 12, 1823
Toma de hábito en N.S. de l’Osier, Marzo 6, 1843
Oblación en N.S. de l’Osier, Marzo 7, 1844 (No. 121)
Ordenación sacerdotal en Marsella, Septiembre 26, 1847
Muerte en Montreal, Canadá, Marzo 25, 1885.

Juan Pedro Bernard nació el 12 de abril de 1823 en Auberives, hijo de Ana Decourt y Pedro Bernard, granjero. Ingresó al noviciado de Notre-Dame de l’Osier el 6 de marzo de 1843, tomando sus votos ahí el 17 de marzo de 1844. Después de tres años de estudio en el seminario mayor de Marsella, fue ordenado sacerdote por el Obispo de Mazenod el 26 de septiembre de 1847.

Antes de su ordenación, recibió su obediencia para Canadá, el 14 de septiembre de 1847, saliendo de inmediato con el Padre Agustín Gaudet y el Hermano escolástico Carlos Arnaud. El 29 de septiembre, el Fundador comunicó al Padre Guigues que su salida estaba pendiente: “Como siempre, sabe que le envío individuos geniales, elegidos de entre los hombres de buena voluntad que siempre están listos para apoyar al superior. Se marchan con gran fervor. Nadie podría ser más cooperativo que ellos con las gracias que Dios les ha otorgado, para poder adecuarse a la gran misión que se les encomienda”.

El Padre Bernard cayó enfermo muy poco después de llegar a Canadá, donde se había desatado una epidemia de tifo. El Fundador confía sus sentimientos en su diario, el 6 de marzo de 1848; “Nuestro tan valioso, tan ferviente Padre Bernard se encuentra tan enfermo, que hoy mismo ha recibido los últimos sacramentos. Estoy realmente devastado por las noticias. ¡Qué no hubiéramos esperado de la dedicación a Dios y a la salvación de las almas de este ferviente misionero, con mano firme, hermosa voz, fuerte salud! ¡Mi Dios, qué nuevo dolor! Este querido hijo creció rápidamente en la virtud al recibir el sub-diaconado. Su generosidad podía superar cualquier prueba. Al viajar por París, se detuvo a venerar la reliquia del mártir Perboire, y se puede bien comprender por qué me escribió acerca de ello. Se encontraba tan feliz de sacrificarse por la salvación de los infieles. Su corazón estaba lleno de gratitud por el amor que yo le profesaba”.

Pronto recobró la salud y fue a vivir a Longueuil antes de unirse al Padre Léonard a fines de 1848, para ir a vivir a San Pedro Apóstol en Montreal. Los sacerdotes inauguraron su ministerio con la clase trabajadora de la ciudad, con una misión de seis semanas, a la que hubo buena asistencia. De julio de 1849 a principios de 1850, vivió de nuevo en Longueuil y en la primavera de ese año, acompañó al Obispo Bourget en una visita pastoral. Justo hasta 1853 trabajó en la futura parroquia de Montreal, enfocando su atención también en la construcción de la rectoría e iglesia.

En 1853, junto con el Padre María José Royer, predicó una misión en Plattsburgh (Estado de Nueva York) y el Padre Jacobo Santoni, provincial, aceptó establecer a los Oblatos en el lugar. El Padre Bernard fue nombrado director y supervisó la construcción de una iglesia para los servicios religiosos de los inmigrantes franco-canadienses. En 1856 le escribió al Fundador y le envió una imagen. El Fundador le respondió el 2 de septiembre: “Sí, mi buen P. Bernard, su cara, a pesar del esfuerzo que hizo para parecer hosco, a mis ojos es como lo es a mi corazón, de gran bondad y muy amado.” (Oblate Writings, Vol. 2, No. 221, pág. 123)

¿Qué sucedió en 1857? Sabemos que el Obispo Guigues, provincial de nuevo, “tuvo que retirar al Padre Bernard” de Plattsburgh. El Padre Bernard solicitó le permitieran ir a Europa para descansar. Al principio el Fundador iba a rehusarse, pero después lo llamó a Francia. En octubre de 1858, comunicaba al Obispo Guigues, “Debe haber recibido mis órdenes para los individuos de quien le libero (Padres Rouge y Bernard).” (Escritos Oblatos, vol. 2, no. 255). El 1° de agosto de 1858, ya le había escrito al Padre Vincens: “Cuando él (Padre Rouge) haya llegado, enviaré también la misma orden al P. Bernard, para debilitar el centro de murmuración y oposición que tanto daño ocasiona en Canadá”. (Escritos Oblatos, vol. 2, nota al calce).

De vuelta en Francia, el Padre Bernard trabajó como párroco en Notre-Dame de l’Osier de 1858 a 1863, volviendo después a América. Permaneció en Plattsburgh de 1863 a 1866, en San Salvador de Quebec de 1866 a 1878, donde supervisó la construcción de una iglesia. Luego volvió a Montreal, donde predicaba y trabajaba como capellán en una prisión.

El Padre Bernard también cometía errores. En 1866, tuvo que salir de Plattsburgh debido a un conflicto surgido entre los sacerdotes y un grupo de fieles. El autor de su obituario escribió: “En ocasiones la gente en Quebec se entristecía porque el valioso espíritu religioso del sacerdote no siempre igualaba su celo sacerdotal. De juicio equivocado y dejándose llevar por su naturaleza impetuosa, no escuchaba lo suficiente lo que los demás tenían que decirle; en ocasiones, no escuchaba ni a la prudencia ni a sus superiores, lo que le ocasionó muchos problemas”.

Aun así, era un hombre de acción y un misionero de gran celo, que destacaba al predicar. En su obituario, leemos: “Dotado de una elocuencia que podía arrebatar a quienes lo escuchaban, poseedor de buena voz, buen porte, forma natural de hablar con gestos sencillos y expresivos, contaba con todas las cualidades para cautivar y atraer a las multitudes.”

La salud del Padre Bernard siempre había sido algo problemática. Su estómago sensible le permitió prever un problema oculto que se reveló en 1885. El Padre José Lefebvre, superior en Montreal en esa época, escribió que hasta el final, el Padre Bernard “mostró una tranquilidad y amabilidad que sorprendía a todos los que podían visitarle. Su muerte (ocurrida el 25 de marzo) fue muy tranquila. Se había estado preparando para ella por largo tiempo.” Sus restos descansan en el cementerio Oblato de Richelieu.

Yvon Beaudoin y Gastón Carrière, o.m.i.