Nació en Bort (Corrèze) el 11 de abrl de 1827
Tomó el hábito en N.-D. de l’Osier el 7 de setiembre de 1850
Profesó en N.-D. de l’Osier el 8 de setiembre de1851 (nº 308)
Fue ordenado sacerdote en Marsella el 16 de noviembre de 1851
Murió en Montmartre el 5 de mayo de 1897.

León Delpeuch nació el 11 de abril de 1827 en Bort, diócesis de Tulle, segundo de los tres hijos de Juana Veyriol y de Antonio Delpeuch, escribano forense. Estudió en Bort, en Mauriac y en el seminario menor de Servières. Al iniciar el año de filosofía, dejó el seminario por la escuela militar de Saint-Cyr. Ante la oposición de su madre, pasó un mes sirviendo en una casa de comercio en Clermont y, aconsejado por un sacerdote amigo, entró en el seminario mayor de Tulle en 1845. Tras su ordenación diaconal en 1849, todavía indeciso por su porvenir, fue nombrado profesor de tercer curso en el seminario menor de Brive.

Había escuchado ya una charla del padre Leonardo Baveux en 1847 y en Brive encuentra a Mons. de Mazenod a primeros de agosto de 1850. Entonces decide hacerse oblato. Pasa quince días en la comunidad de Limoges y entra en el noviciado de Notre-Dame de l’Osier el 7 de setiembre de 1850. Allí hace su oblación el 8 de setiembre de 1851 y es ordenado sacerdote por Mons. de Mazenod el 16 de noviembre de 1851. En 1851-1852 sigue en Marsella las lecciones del “curso mayor” que se propone formar mejor a los padres jóvenes para la predicación. Este curso le servirá mucho porque en adelante no va a cesar de predicar misiones y retiros durante su vida. “La carrera de las misiones era su sueño, leemos en su Nota necrológica, y ese sueño se le volvía realidad. Alma ardiente, inteligencia superior y cultivada, palabra fácil, el nuevo misionero tenía las cualidades que encantan y arrastran”.

Es enviado a Burdeos donde el Fundador acaba de aceptar realizar una fundación. Queda con sus socios en Pont-de-la-Maye en 1852 y 1853, y luego en Notre-Dame de Talence de 1853 a 1858. Después es uno de los fundadores de la casa oblata de Autun en 1858-1859 y de la de París en 1859-1861, antes de ser profesor de sagrada Escritura y de elocuencia en el seminario mayor de Marsella en 1861-1862. Es suprior y párroco en Notre-Dame de Talence de 1863 a 1869 y de Notre-Dame d’Arcachon, en la diócesis de Burdeos, de 1869 a 1872, superior en Angers en 1873-1874, en Limoges en 1874-1876, en Tours en 1876-1879 y en Pontmain en 1879-1883. En 1883 es custodio de la casa de Autun, alquilada al seminario menor, y luego es nombrado superior en el Calvario en Marsella, donde permanece de 1883 a 1893. Finalmente es enviado como capellán a Montmartre en París. En este nuevo campo, se entrega, según su costumbre, sin reserva. A más de los trabajos ordinarios de capellán, añade una obra a a que dejó vinculado su nombre, la obra de los pobres que el padre Juan Bautista Lemius había establecido en la basílica del Sagrado Corazón. En Montmartre fallece el 5 de mayo de 1897.

En medio de sus ocupaciones como superior y predicador, el padre halla tiempo para escribir. Publica las siguientes obras: Histoire de Notre-Dame d’Arcachon et du bx Illyricus, son fondateur, Burdeos, 1872, 238 p.; Essais sur les missions dans les pays catholiques, París, 1876, 216 p.; “Saint Alphonse de Liguori et Eugène de Mazenod”, en Missions OMI, 1876, p. 203-212; Histoire de Notre-Dame de Bon Secours en Vivarais, Lille, 1893, 102 p.

“En el reverendo padre, dice su nota necrológica, la rectitud y la franqueza eran el fondo de su carácter, lo cual hacía muy agradables las relaciones fraternas. Lo que se podía observar en él era sobre todo su espíritu de fe: fe sólida, verdaderamente sobrenatural, fuente de fortaleza para una voluntad que quiere el bien. Ese espíritu de fe fue en efecto el que le había inspirado muy temprano el amor de la vocación de misionero y había encendido en su corazón un deseo ardiente de ganar las almas para Dios. De ahí también el celo infatigable que desplegó en los trabajos apostólicos; nada le retraía, cuando se trataba de la salvación de los pobres pecadores; los perseguía en todas partes por donde esperaba encontrarlos, sin contar las fatigas inseparables de ciertas diligencias a menudo muy penosas. De su espíritu de fe fue de donde sacó también su gran amor a la Congregación y a sus diversas obras y, con mayor razón, su amor a la santa Iglesia y a su augusto Jefe…”

YVON BEAUDOIN,O.M.I.