En los escritos del Fundador y de los Oblatos contemporáneos se habla con frecuencia del “Gran curso” o de los “Altos estudios”.

Los problemas planteados por los padres jóvenes, que durante unos decenios componían la casi totalidad del personal oblato, preocuparon siempre a Mons. deMazenod y a los superiores: formación religiosa poco profundizada en el noviciado, dirigido por maestros de novicios jóvenes y sin experiencia, estudios poco profundos o abreviados en el curso de dos o tres años de escolasticado, numerosas salidas de la Congregación tras pocos años de profesión (208 de 600 profesos), preparación casi nula para la predicación que por mucho tiempo fue el único ministerio de los Oblatos, etc.

Las preocupaciones del Fundador y de los superiores sobre el tema aparecen desde el principio de la Congregación; pero solo en el capítulo general de 1837 se trata de remediar a esos males. Entonces un capitular propone imponer a todos los padres hacer un mes de noviciado a los cinco años de la ordenación. Esa propuesta es rechazada; pero surge otra que es aceptada: preparar un plan de estudios para los diex primeros años que siguen a la ordenación sacerdotal. A este fin se nombra inmediatamente una comisión de cuatro miembros. Pero estos cuatro padres no encuentran tiempo para reunirse entre los Capítulos de 1837 y 1843. Se les renueva entonces el nombramiento, pero no hacen nada. En 1846 la administración general decide, en el consejo del 4 de abril, reunir a los padres jóvenes durante el verano para hacerles seguir un “curso práctico de elocuencia”. Ese curso se da en Parmenie, cerca de Notre-Dame de l’Osier, de julio a setiembre, por el padre Ambrosio Vincens, superior de l’Osier. Participan en él 6 padres jóvenes y 2 escolásticos. Esta experiencia no se repite, al parecer, los años siguientes.

En el Capítulo general de 1850 se presenta una nueva propuesta más ambiciosa: “En adelante, ningún nuevo sacerdote de la Congregación podrá ser empleado en el santo ministerio sin haber pasado dos años en la casa de estudios preparatorios y especiales para los fines del Instituto”, se lee en el acta del Capítulo. Este curso de dos años de “altos estudios” se estableció en el Calvario, Marsella, y comprende lecciones de Sagrada Escritura, dadas por el padre, P.J.A. Nicolas, de teología dogmática, dadas por el padre Adriano Telmon, regresado de Canadá, de elocuencia y de moral, dadas por los padres A. Vincens y J.-B. Berne en 1851-1852 y por el padre Fernando Carlos Gondrand en 1852-1853. Participan unos diez estudiantes, pero esta nueva experiencia no se repite.

Los padres jóvenes, con todo, siguen preocupando a los superiores; por eso en el capítulo de 1856 se hace de nuevo una propuesta “concerniente al restablecimiento del curso de estudios especiales decretado en el último Capítulo general. El escaso éxito que ha tenido ese curso, se lee en el acta del Capítulo, anima poco a restablecerlo. Con todo, se ha admitido la necesidad de someter a nuestros jóvenes oblatos a estudios preparatorios para las misiones; y un miembro del Capítulo presentó una enmienda según la cual esos jóvenes deberían hacer un año especial de estudios aptos para formar al misionero, independientemente de los tres años de teología; esta enmienda fue adoptada”.

Se precisa todavía un año, al parecer, para nombrar profesores y alumnos de ese curso. Entonces el curso se da en la casa oblata de Notre-Dame de la Garde en Marsella por el padre Vincens, ayudado por el padre Carlos Bellon y el padre J.P. Fayette en 1857-1858, remplazado el año siguiente por el padre A. Chaine.Hay 6 alumnos el año 1857-1858 y 9 en 1858-1859. Parece que otro grupo de alumnos siguió el cuso en 1859-1860, que fue el último.

La preocupación por la formación permanente de los padres jóvenes aparecerá de nuevo en el capítulo de 1861; pero no se tomará ninguna medida concreta.

YVON BEAUDOIN, O.M.I.