1. Vicario capitular de Aix
  2. Relaciones con Eugenio de Mazenod

Vicario capitular de Aix

Juan José Pedro Guigou nació en Auriol (Provenza) el 1 de diciembre de 1767. Siendo aún diácono se refugió en Niza, donde fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1791. A su regreso a Francia fue nombrado canónigo en 1802 por Mons. de Cicé, arzobispo de Aix. A la muerte de éste, acaecida en 1810, fueron nombrados vicarios capitulares los señores Guigou y Beylot. En 1811 Mons. Jauffret, obispo de Aix, fue trasladado por Napoleón al arzobispado de Aix. Pero el Papa difería dar la institución canónica. Para no oponerse a la voluntad del emperador, el cabildo de Aix lo nombró administrador. Mons. Jauffret se escogió como vicarios generales a los señores Florens y Boulard. Guigou perdió su puesto.

Tras la caída de Napoleón, Mons. Jauffret presentó el 14 de abril de 1814 su dimisión al cabildo y se retiró a Metz. Los antiguos vicarios capitulares Guigou y Beylot fueron de nuevo llamados a gobernar la diócesis. El 13 de setiembre de 1823 el Sr. Guigou fue nombrado para el obispado de Angulema donde se instaló el 13 de setiembre de 1824. Después de diez años cayó enfermo y quedó parcialmente paralizado, pero no dio su dimisión. Falleció en Angulema el 21 de mayo de 1842.

Relaciones con Eugenio de Mazenod

El abate de Mazenod, vuelto a Aix a principios de noviembre de 1912, tuvo ocasión de conocer la oposición del Sr. Guigou al Sr. Florens, vicario general de Mons. Jauffret. Se puso del lado de Guigou. Cuando éste volvió a asumir en abril de 1814 el gobierno de la diócesis de Aix, el abate de Mazenod pudo contar con su benevolencia y su apoyo. De hecho, el Sr. Guigou se interesó mucho por las iniciativas de su partidario y sobre todo por la Congregación de la juventud, fundada en 1813, tan importante para la diócesis. El 24 de julio de 1814 concede el permiso de conservar el santísimo sacramento en la capilla de la Congregación en el Recinto; el siguiente 6 de agosto refrenda la súplica al Papa redactada por el abate de Mazenod para la aprobación de la Congregación, y el 21 de noviembre de 1814, basándose en el rescripto de la Santa Sede, erige canónicamente la Congregación de la juventud cristiana. Más tarde, en 1815-1817, sostendrá al abate de Mazenod en sus altercados con los párrocos de Aix.

Fue sobre todo con ocasión de la fundación de la Misión de Provenza cuando el Sr. Guigou sostuvo las iniciativas de Eugenio de Mazenod y las defendió contra las calumnias de sus detractores. Contando con ese apoyo, el abate de Mazenod, tras haber ganado a su causa a cuatro sacerdotes y haber comprado una parte del antiguo convento de las Carmelitas, dirigió el 25 de enero de 1916 una súplica a los vicarios generales capitulares en la que pedía la autorización para reunirse en conunidad con el fin de santificarse juntos y de predicar misiones populares. El Sr. Guigou se ocupó personalmente del asunto y en la cuarta página, que quedaba libre, escribió de su puño y letra el decreto de aprobación provisional. Se reservó el derecho de dar la aprobación definitiva tras un período más o menos largo de experiencia.

El 31 de agosto de 1816, el Sr. Guigou dirigió al ministro del Interior y de Cultos la petición de autorización legal a favor de la Misión de Peoivenza. Pero en París se pensaba que la Misión de Provenza dependía de la Sociedad de los Misioneros de Francia. Como ésta fue aprobada el 25 de setiembre de 1816, se creyó inútil aprobar específicamente la sociedad de los Misioneros de Provenza. El asunto se complicó cuando el abate de Mazenod hizo una petición de subvención para la reparación de la iglesia que, legalmente, pertenecía al Estado. El patrimonio, para quitarse de encima esa carga, decidió cederla al solicitante. Pero, por error, la ordenanza regia del 20 de noviembre de 1816 atribuyó la iglesia a los Misioneros de Francia. El abate de Mazenod insistió ante el Sr. Guigou para que enviara a París las rectificaciones necesarias. Como la Misión de Provenza no podía poseer, la iglesia fue cedida a la diócesis. El Sr. Guigou, por su parte, la puso a la disposición de los Misioneros de Provenza.

El Fundador comprendió la necesidad urgente de hacer las gestiones para obtener la autorización legal para su Sociedad; los bienhechores hacían mandas en sus testamentos a favor de la Misión de Provenza y no se podían cobrar. Se concertó, pues, con el Sr. Guigou a fin de presionar al gobierno para que otorgara a la Misión de Provenza la autorización legal. El 30 de diciembre de 1916 el Sr. Guigou envía los estatutos de los Misioneros, compuestos por el abate de Mazenod, al ministro competente y le ruega se digne aprobarlos. Desgraciadamente, el 2 de enero de 1817, se votó una ley según la cual la aprobación de una Congregación religiosa se reservaba en adelante a la cámara de diputados. Como el asunto iba para largo y la oposición contra la Misión de Provenza se hacía cada vez más insidiosa, el abate de Mazenod decidió partir para París. Pensaba tener bastante crédito ante sus antiguos amigos para regresar con la autorización en la mano. Por desgracia, tuvo que contentarse con una benévola tolerancia. “Puede usted, le escribió el ministro Lainé el 4 de agosto de 1817, entre tanto prosiguir con sus estimables cooperadores las funciones que tan felizmente ha iniciado”.

Estando en París, el padre de Mazenod tuvo ocasión de encontrarse con Mons. de Bausset, nuevo arzobispo de Aix. Este le recibió al principio con los brazos abiertos e incluso le propuso el puesto de vicario general; pero en la segunda entrevista cambió de tono e indicó al padre de Mazenod que, a causa de cierta oposición de los párrocos de Aix a la Misión de Provenza, creía más prudente renunciar a su primer proyecto. Tras cuatro meses de estadía en París, el padre de Mazenod volvió a Aix al comienzo de diciembre de 1817. El nuevo arzobispo confirmó al Sr. Guigou en sus funciones de vicario general; pero este último, al tener que seguir la política de su superior, comenzó a mostrarse más reservado con el abate de Mazenod.

A pesar del enfriamiento de las relaciones, el padre de Mazenod le juzgaba capaz de administrar bien una diócesis e hizo gestiones ante la Capellanía mayor para que fuera nombrado obispo de Angulema, diócesis entonces muy abandonada. Tuvo éxito y en 1823 Mons. Guigou fue nombrado obispo de esa diócesis. Durante su episcopado sus relaciones con el padre de Mazenod no fueron siempre muy buenas. Apenas nombrado obispo, Mons. Guigou entró en litigio con Mons. Fortunato de Mazenod cuyo spiritus movens era Eugenio. Se trata del caso de Claudio Maurel. En 1823 éste fue nombrado superior del seminario mayor de Marsella, pero al cabo de un año se mostró inferior a su tarea. Se le dieron las gracias y se le nombró párroco de Aubagne. El Sr. Maurel, no solo rehusó la parroquia, sino que dejó la diócesis de Marsella y se retiró a Angulema, donde fue recibido con los brazos abiertos por Mons. Guigou. Los de Mazenod se indignaron por esa violación del derecho canónico y protestaron ante Mons. Guigou. Este logró apaciguar los ánimos y conservar al Sr. Maurel en su diócesis. En 1831 el Sr. Maurel volvió a Marsella y fue nombrado párroco de Notre-Dame du Mont.

En su diario de 1838 Mons. de Mazenod habla en tres ocasiones de Mons. Guigou: el 1 de abril y el 1 y 17 de agosto. Se muestra muy crítico acerca del obispo de Angulema. Cuando éste fue a Marsella en 1838, Mons. de mazenod lo encontró dos veces en el mes de agosto. Le dijo claramente que, estando enfermo, ya no era capaz de administrar bien la diócesis y que en conciencia debía dar la dimisión de su cargo. Mons. Guigou no siguió ese consejo y, aunque parcialmente paralizado, siguió en su puesto hasta la muerte, ocurrida el 21 de mayo de 1842.

JÓSEF PIELORZ, O.M.I.