Nacimiento en Déols (Indre), Francia, Julio 2, 1840.
Toma de hábito en N.-D. de l’Osier, Octubre 3, 1859.
Oblación en Montolivet, Febrero 17, 1861 (No.532).
Ordenación sacerdotal en Autun, Julio 5, 1863.
Muerte en Bultfontein, Noviembre 19, 1871

 

Anatolio Hidien nació en Déols, Francia, el 2 de julio de  1840. “Rebosante de vida desde muy niño, Anatolio no era un santo de yeso” según quienes lo conocieron y opinaron de él. “Entusiasta por los juegos, duro en las competencias, travieso, risueño, nuestro joven temerario quebrantó la disciplina más de una vez”. Sin embargo, soñaba con la aventura y horizontes lejanos donde pudiera dedicar todo su esfuerzo a la salvación de las almas. Habría sido un mal Sulpiciano, pero podía convertirse en un excelente misionero.

Fue recibido con los Oblatos después de pasar varios años en la escuela de la catedral en Bourges, donde obtuvo una buena educación musical, y en el seminario menor de Saint-Gaultier. Realizó su noviciado en Notre-Dame de l’Osier y sus votos perpetuos ante el Arzobispo Guibert de Tours, el 17 de febrero de 1861, sólo unas semanas antes del fallecimiento del Obispo de Mazenod. El Fundador tenía una agradable impresión del ardiente fervor del joven. Por su parte, el joven escolástico de Montolivet tuvo el consuelo de estar cerca de su superior general durante su enfermedad final, permaneciendo ante su cuerpo la noche del 22 al 23 de mayo de 1861. De Montolivet fue al nuevo escolasticado en Autun, donde fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1863. Al año siguiente fue elegido miembro del equipo de cuatro Oblatos que acompañaría al primer grupo de  Hermanas de la Sagrada Familia destinadas a Basutolandia. Tuvo oportunidad de pasar algunos meses en Inglaterra para mejorar su inglés. Durante el viaje sustentó al pequeño grupo hasta Pietermaritzburg. El Obispo Allard lo envió como pionero a Roma, para ayudar a los Padres José Gérard y Pedro Bernard en la tarea de terminar la casa para las Hermanas. Llegó a caballo el 24 de diciembre, día anterior a que ‘Ma Puleng fuera recibida como catecúmeno. Fue la primer Mosotho convertida.

Desde el primer contacto con el Obispo Allard, fue evidente que el Padre Hidien no correspondía a la misma escuela de espiritualidad, ni compartía el gran ascetismo que el obispo. La rigidez de su superior no concordaba con el temperamento jovial y entusiasta del joven misionero. En consecuencia, el Obispo Allard se  dio a la tarea de enseñarle su forma de vida religiosa y de convertirse en santo, lo que fue una especie de martirio inesperado que el efervescente apóstol tuvo que sufrir. Por siete años tuvo que contentarse con trabajo manual, aunque su ideal y talento estaban enfocados en el apostolado. Esperó la hora marcada por la Providencia. Desafortunadamente, fue solo hasta seis meses antes de su muerte, que pudo desarrollar todo su potencial con los mineros de diamantes en Kimberley. Se dedicó a la tarea con una energía proporcional al dolor que debe haber experimentado en el tiempo en que no le fue posible trabajar como hubiera deseado. El 19 de septiembre de 1871, escribió: “Me encuentro en un nuevo mundo, un mundo que requiere todo mi tiempo y fortaleza. Tres sacerdotes apenas serían suficientes para el trabajo que debo realizar. Mi esperanza es que pronto esté exhausto y listo para la siguiente vida”. De hecho pronto  enfermó de fiebre tifoidea y falleció el 19 de noviembre de 1871. Su muerte fue profundamente lamentada por todos los que le conocieron. Su recuerdo es el de un santo mártir que sufrió la carga del conflicto entre sus ardientes aspiraciones personales y la consumada prudencia de su obispo. Dentro de los estrechos límites delineados por la obediencia, siempre pudo dedicar su esfuerzo y encontrar los medios para dar un gran servicio a los africanos, a su comunidad y a la Iglesia.  El Padre Hidien tenía reputación de ser buen músico. Al rey Moshoeshoe, le gustaba invitarlo a tocar la flauta en su fortaleza en  Thaba-Bosui. Fue el primer Oblato en dar su vida por las misiones en Sudáfrica.

Guy Gaudreau, o.m.i.