Nacimiento en: Violès (Vaucluse), Mayo 17, 1821.
Toma de hábito en: N.-D. de l’Osier, Septiembre 14, 1847.
Oblación en: N.-D. de l’Osier, Septiembre 17, 1848 (N. 210).
Ordenación sacerdotal en: Marsella, Febrero 18, 1849.
Muerte en: Vathiry, Ceylán, Junio 13, 1851.

 

Félix Francisco Leydier nació en Violès, diócesis de Avignon, el 17 de mayo de 1821. Después de sus estudios en el seminario menor de Avignon, tomó dos años de teología en el seminario mayor. Fue ahí donde conoció al Padre Leonardo Baveux y decidió convertirse en Oblato de María Inmaculada. Inició su noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 14 de septiembre de 1847, donde tomó votos el 18 de septiembre de 1848. Antes de enviarlo a Marsella, el Padre Vincens, maestro de novicios, escribió: “Leydier, siempre un joven excelente, muy devoto, muy puntual y de carácter alegre. De muy sólida virtud. Puesto que ya cursó teología, puede avanzar pronto en las órdenes; ya recibió las órdenes menores”. Tomó un tercer año de teología en el seminario mayor de Marsella y fue ordenado sacerdote por el Obispo de Mazenod, el 18 febrero de 1849. Recibió de inmediato su obediencia para Ceylán, adonde llegó en abril de 1849, junto con los Padres Federico Mouchel y Juan Le Bescou.

Su primera residencia en Ceylán fue en la misión de Puloly, donde también era responsable de la de Point Pedro, Pachilipalli y Mullaitivu, mientras que a principios de 1850, su compañero, el Padre León Mauroit se encargaba de las misiones de Kilaly y Mirusuvil. Predicaba, escuchaba confesiones y visitaba a las familias, en especial a los enfermos. Y más durante la epidemia de cólera que arrasó la región en 1849 y 1850. El Padre Mauroit, quien escribió el obituario de su compañero, nos dice que “el Padre Leydier no era misionero a medias, no se contentaba con hacer los ejercicios de forma externa; su mayor preocupación era trabajar en su ser interior. Sabía que para ser un buen misionero, para lograr resultado en los demás, el sacerdote debe antes que nada, apegarse a la perfección de su propia alma, ser un estanque antes de ser un canal. Creía en esta verdad con una fe  juiciosa, enfocando su esfuerzo a lograr una mayor virtud. “En la víspera de la Asunción en 1850, tomó algunas decisiones que firmó con su sangre: comer el arroz seco, es decir, solo cocido en agua…; disciplina, dormir en el suelo, fidelidad a mis ejercicios de piedad…” (Oblate Writings, Vol. 11, pág. 56).

Se contagió del cólera y llegó con su amigo, el Padre Mauroit, donde falleció el 16 de junio de 1851. Fue sepultado en la iglesia de la misión. El Padre Étienne Semeria colocó en su tumba una inscripción en latín, que termina así: “En los dos años que fue misionero en esta isla, trabajó mucho por la gloria de Dios y la salvación de las almas, en especial ayudando a los afectados por la enfermedad conocida como cólera. Así podemos decir, que como el Buen Pastor, dio su vida por sus ovejas”. Al enterarse de su muerte, el Obispo de Mazenod escribió al Padre Semeria el 19 de septiembre de 1851. “¡Qué gran pérdida para nuestra misión y para la Congregación! Y llega en el momento en que debemos enviarle apoyo, que Dios se lleva a alguien que había ya realizado tanto bien! Todo lo que podemos hacer es postrarnos y adorar, como siempre, la santa voluntad de Dios. Los detalles que me proporciona son fuente de asombro y dolor para todos nosotros. En sus resoluciones solo veo una maravillosa delicadeza de conciencia, un gran fervor y un admirable temor de ofender a Dios, un gran espíritu de mortificación, todo necesario para ser digno de lo que el buen Dios le otorgó, una santa muerte, final de los predestinados”.

Yvon Beaudoin, o.m.i.