1. Sion antes de la llegada de los Oblatos
  2. Llegada de los Oblatos a Sion
  3. El trabajo de construcción (1853-1903)
  4. De 1903 a 1946: el regreso de los Oblatos y las guerras
  5. Los últimos cincuenta años

Los Oblatos llegaron a Sion en 1850 para responder a una situación de urgencia. Quedaron allí unos meses y después volvieron allí definitivamente en 1853. Esta casa es, pues, una de las más antiguas de la Congregación y su historia es especialmente rica. Sion es primero un santuario mariano con historia más que milenaria, uno de los más importantes del este de Francia. Su desarrollo debe mucho a los Oblatos y está aún confiado a ellos. Sion ha sido también, por turno o simultáneamente, juniorado, noviciado, escolasticado, casa misionera y casa provincial de la provincia del norte…

La colina de Sion-Vaudémont se halla en el nordeste de Francia, en Lorena, a unos 30 km. al sur de Nancy. Esa colina calcárea que alcanza 535 metros de altura, se extiende en semicírculo por casi cinco kilómetros. Se levanta bruscamente de 200 a 240 metros por encima de la llanura que la rodea por todas partes. Es más, las dos señales que son el monumento Barrès y la torre de la Virgen, llaman inmediatamente la atención. Desde la colina se descubren a simple vista más de 80 pueblos.

En la extremidad sudoeste se halla el pueblo histórico de Vaudémont, donde se erguía, durante cinco o seis siglos, el castillo de los condes, antepasados de los duques soberanos de Lorena y, por tanto, a causa del matrimonio, en 1736, de la emperatriz María Teresa con el duque Francisco, antepasados de la familia imperial de los Habsburgo-Lorena. En el extremo nordeste, a 495 metros de altura, el santuario de Notre-Dame de Sion y algunas casas forman la aldea de Sion. Un poco más abajo, se halla la aldea de Saxon, metida en el hueco de la colina. Las dos aldeas, distantes entre sí menos de un kilómetro, forman el pequeño municipio de Saxon-Sion (80 habitantes en 1990).

Históricamente, Sion pertenecía a la diócesis de Toul, que pasó a ser en el concordato de 1802 la diócesis de Nancy. Administrativamente, es del departamento de Meurthe-et –Moselle. Pero Sion está solo a unos kilómetros del departamento de los Vosgos que constituye la diócesis de Saint-Dié. Esta pequeña región de Lorena lleva el nombre de Saintois o Xaintois, la aldea de Vezelise es uno de los centros históricos de la región.

Sion antes de la llegada de los Oblatos
En la época galo-romana, y probablemente antes, el emplazamiento actual de Sion estaba ocupado por un santuario pagano dedicado a la diosa céltica del comercio, Rosmerta, así como a Mercurio. Varios vestigios lo atestiguan. El primer vestigio cristiano es una inscripción funeraria que habla de la resurrección y se data en el siglo V. Se puede concluir que en esa época el santuario pagano ha pasado a ser cristiano.

La primera mención escrita de Sion se remonta al año 955, en un documento del obispo de Toul. Se vuelve a encontrar en 986; el obispo san Gerardo hace don de la iglesia a la colegiata Saint-Gencould de Toul, asegurando así el servicio regular de aquélla. Es más de un siglo antes de las cruzadas. La denominación Sion no viene por tanto de la Sion bíblica, sino de pagus seiuntensis, país del Saintois, o de Sion, mencionado desde fines del siglo VI. La iglesia seiuntensis es mencionada en una bula de 1106 del papa Pascual II.

Esa pequeña iglesia se aprovechó mucho de la devoción de los condes de Vaudémont y luego de la de los duques de Lorena. El conde Enrique III construyó entre 1320 y 1330 lo que es el coro actual de la basílica. La antigua estatua de Nuestra Señora, una Virgen que amamanta, data también del siglo XIV. Desde aquella época Sion es el santuario nacional de Lorena, entonces independiente, que atrae también la devoción popular. Son numerosos los relatos de milagros.

Entre 1626 y 1629 el duque Francisco confía el santuario a los religiosos terciarios y les construye un convento que ocuparán más tarde los Oblatos. Los documentos de la época hablan de la “iglesia de la Virgen Inmaculada”. Se erigen varias cofradías. En 1741 Estanislao Leszczynski, antiguo rey de Polonia convertido en duque de Lorena, coloca la primera piedra de la actual basílica. El obispo de Toul la consagra en 1749. En 1766 Lorena queda incorporada a Francia…

Los Terciarios fueron dispersados por la Revolución francesa y la estatua de Nuestra Señora fue destrozada. El culto se restableció progresivamente; un sacerdote atiende a la iglesia entre 1797 y 1817. Luego vuelve el medio abandono, exceptuando una peregrinación organizada en 1825 por Mons. Carlos de Forbin-Janson, obispo de Nancy, durante la gran misión diocesana.

En conexión con Mons. de Forbin-Janson y su coadjutor mons. Menjaud, tres hermanos sacerdotes, los hermanos Baillard, se interesaron por Sion. Adquirieron el convento en 1837 y desarrollaron múltiples obras en la colina. Leopoldo Baillard relanza sobre todo la pequeña congregación de enseñanza de los Hermanos de la Doctrina cristiana, de la que el obispo le ha nombrado superior general. Pero el celo apostólico, real, de los tres hermanos los lleva a gastos alocados, lo que origina un grave conflicto con su obispo. En 1850 los tres hermanos se unen a un visionario apocalíptico normando, arrastrando también a su secta a las religiosas que viven con ellos así como a personas del pueblo… Dentro de la misa dominical del 8 de setiembre de 1850, Leopoldo anuncia en el púlpito la fundación de la Obra de la Misericordia, cuyo centro es Sion… Unos días después los tres hermanos quedan suspendidos y luego en entredicho por el obispo…

Llegada de los Oblatos a Sion
Tenemos que retroceder un poco. En el otoño de 1847 Mons. de Mazenod enviaba a Nancy al P. Toussaint Dassy como primer superior de la casa que acababa de fundar allí, casa misionera y a la vez noviciado. Bastante rápidamente el P. Dassy se interesa por Sion, expresando muy claramente su preferencia por una casa en el campo (Mons. de Mazenod le escribió que nosotros estamos fundados para los burgos y las aldeas) y todavía más por un santuario de María. En el momento de sus dificultades financieras, los Baillard por otra parte habían pensado en vender Sion a los Oblatos. Nuestros archivos conservan muchos documentos e intercambios epistolares de ese período. El entusiasmo del P. Dassy parece que por un momento fue compartido por su comunidad y sobre todo por los novicios. Mons. de Mazenod da su acuerdo para que se avance en esa dirección, pero luego bruscamente el P. Tempier escribe a Dassy que no hay que pensar más en Sion. Dassy, lastimado, escribe entonces una larga carta de justificación, dura para el P. Tempier… No conocemos las razones profundas del viraje del Fundador; no obstante, parece que, a más de los evidentes problemas financieros, algunos miembros de la comunidad de Nancy hayan escrito a Marsella para poner a las autoridades de la Congregación en guardia contra el excesivo entusiasmo de su superior. Dassy escribe en el codex historicus de Nancy con fecha del 17 de marzo de 1849: “Nuestro Reverendísimo Superior general zanja hoy la cuestión de Sion de una forma contraria a nuestros proyectos… Todo está ,pues, concluido. Dios no nos quería en Notre-Dame de Sion: que se haga su voluntad”.

En el otoño de 1850, poco después del escándalo dado por los Baillard, Mons. Menjaud, obispo de Nancy, que en enero había sido huésped de Mons. de Mazenod en Marsella, recurre directamente al P. Dassy y a los oblatos para hacer frente a los desvíos y atender provisionalmente a Sion. El P. Dassy acepta antes de poder recurrir a Mons. de Mazenod. El 11 de noviembre de 1850 acompaña a Sion al joven padre Luis Soullier, ordenado en mayo. Se ha previsto que el P. Soullier y el P. Juan Bautista Conrard, ordenado en octubre, alternarán en Sion en períodos de tres semanas a un mes.

Las condiciones de vida y de trabajo fueron sumamente difíciles para los dos jóvenes que fueron enviados por turno. Así para encontrarse un hospedaje, para hacer frente a la hostilidad de una parte de la población, para entrar en posesión de la iglesia y de la sacristía… El Fundador reprochó al P. Dassy por su imprudencia: ¿cómo decidir dejar a un padre joven aislado y en tales circunstancias? “No éramos diez, no éramos cinco, éramos uno”, le gustaba repetir más tarde al P. Conrard. Pero Mons. de Mazenod llegó pronto a reconocer la calidad del trabajo efectuado en Sion. El P. Dassy y el obispo habrían deseado que los oblatos pudieran proseguir. Pero las órdenes del Fundador eran formales. Cuando los Oblatos se retiraron en junio de 1851, la secta se dispersaba y la gran mayoría de la parroquia se había reconciliado con la Iglesia. Los padres Soullier y Conrard habían respondido perfectamente a las esperanzas puestas en ellos.

Los párrocos vecinos son entonces encargados por el obispo de continuar la obra emprendida… Pero todos se daban cuenta de que era necesaria en Sion una presencia, no solo ocasional, sino permanente. No sabemos bien en qué condiciones aceptó el Fundador el regreso de los oblatos. “Consentí por fin en establecer a los nuestros en Sion”, escribe en carta a Dassy el 5 de enero de 1853. El obispo había adquirido una casa rectoral e iniciado gestiones para que Sion pasara a ser parroquia. El 25 de setiembre de 1853, el P. Eugenio Dorey, superior de Nancy tomaba posesión de la iglesia de Sion y el P. Conrard se convertía en el primer párroco. La parroquia de Saxon-Sion fue erigida oficialmente el 1 de enero de 1855.

El trabajo de construcción (1853-1903)
Los diez primeros años de la comunidad oblata están marcados por la fragilidad. Sion es una residencia dependiente de la casa de Nancy. A excepción del P. Conrard, es difícil obtener un personal estable. El P. Conrard se halla a veces solo o ve sucederse uno tras otro a los compañeros. El trabajo no se limita al santuario ni a la parroquia, que solo tardíamente recobra la serenidad (Leopoldo Baillard morirá en Saxon el año 1883, reconciliado con la Iglesia in articulo mortis gracias a la paciente fidelidad del P. Juan Cléach, con lo que se da fin a treinta años de desórdenes). Un informe de 1863 indica que en el P. Conrard “las funciones pastorales no podrían enfriar el ardor misionero”. Los Oblatos de Sion siguen siendo misioneros itinerantes que predican también en la región.

La visita de Mons. de Mazenod a Sion el 9 de julio de 1856 reconforta a los Oblatos. Pero los documentos conservados dan a entender que en diversas ocasiones los superiores quisieron retirar a los oblatos, lo que suscitaba las protestas del obispo de Nancy. La visita canónica del P. Florent Vandenberghe en noviembre de 1863 y la visita paternal del P. Fabre, superior general, el 6 de agosto de 1864, seguida de la erección de Sion como residencia autónoma respecto de Nancy, señalan el fin de las vacilaciones. El P. José Zabel es nombrado superior durante el año 1867, cuando la provincia piensa desarrollar Sion que cuenta tres padres y dos hermanos.

Lo que más llama la atención en ese período es la reanudación de las peregrinaciones. Los loreneses, guiados por sus párrocos retoman la costumbre de las peregrinaciones parroquiales que también son facilitadas por la construcción de la línea de ferrocarril. Por primera vez también en la historia de Sion, los obispos de Nancy (sucesivamente Mons. Darbois, futuro arzobispo de París, Mons. Lavigerie, futuro arzobispo de Argel, cardenal y fundador de los Padres Blancos, y Mons. Foulon) se interesan por Sion y dan a la peregrinación su puesto en la pastoral diocesana. En 1868 el obispo rescataba el convento entonces abandonado y lo donaba a los Oblatos. Lo cual abría hermosas perspectivas de porvenir.

Otro acontecimiento decisivo fue el proyecto de construcción en Sion del monumento diocesano en memoria de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. El P. Soullier, nombrado superior en Nancy en 1855, presentó la propuesta, inmediatamente apoyada por Mons. Menjaud. Pero se acumularon las dificultades, tanto administrativas como arquitectónicas o financieras. Los trabajos se arrastraron durante 18 años… Hay que citar aquí muy especialmente al P. Donato Michaux, el “verdadero restaurador de todas las cosas en Sion”, según el P. Zabel. Gracias a su celo infatigable, se recogieron al fin fondos suficientes que permitían la ampliación de la iglesia y la construcción de la torre monumental rematada con la estatua de la Virgen (en total 53 metros de altura). Pero la guerra franco-alemana de 1870-1871, seguida por la ocupación alemana y la anexión a Alemania de una porción importante de Lorena, trastorna otra vez los programas.

Finalmente el 10 de setiembre de 1873, bajo la presidencia del cardenal Mathieu, arzobispo de Besançon, en presencia de una decena de obispos, entre ellos Mons. Grandin, y del P. Soullier nombrado asistente general, se inaugura solemnemente el conjunto y se corona la estatua de Notre-Dame de Sion. Se habla de 30.000 peregrinos ese día y de cerca de 1500 sacerdotes, y de un total de 70.000 peregrinos para las festividades que duraron toda la semana. En el santuario un pequeño monumento conmemorativo confía a Nuestra Señora el sufrimiento de Lorena ahora atravesada por una frontera. “Ce n’a me po tojo”, esto no es para siempre, en dialecto lorenés. Lorena se hallaba reunida ese día en torno a Nuestra Señora de Sion. Esa fiesta coronaba también la obra de reconstrucción emprendida desde hacía veinte años por los Oblatos. Quedará como emblema del carácter a la vez religioso y patriótico del santuario.

Los treinta años siguientes son para los oblatos los principales años de Sion. A la obra del santuario se añade el juniorado, y luego también el noviciado de los hermanos. Varios provinciales del norte escogen Sion como residencia. Entre ellos, el P. Aquiles Rey, de quien se dirá que “en su corazón, si se abriera tras su muerte se hallaría la imagen de Notre-Dame de Sion”. En consecuencia, la comunidad oblata es la más importante de la provincia (entre 20 y 30 profesos), y si contamos a los júniores y postulantes, congrega a menudo a más de cien personas. El sostén financiero de la provincia, del provincial y también de los vicariatos de misión permite a la casa de formación hacer frente a sus necesidades. “Hay razón para perderse en los mil detalles de diversas obras dispares reunidas en la misma casa”, escribía en 1891 en su informe de visita el P. Casiano Augier, futuro superior general. De 1867 a 1899 la comunidad tuvo solo tres superiores: los padres Zabel, Conrard y sobre todo Carlos Brulé, que estuvo veintiún años en el cargo, de 1878 hasta su nombramiento como provincial en 1899 (antiguo oratoriano, con 25 años de sacerdocio, hizo el noviciado en Nancy de 1877 a 1878, y seis días después de su oblación fue nombrado superior de Sion). Los hermanos tienen gran espacio en la comunidad, pero raramente se explicita.

La idea de un juniorado en Sion aparece por primera vez en el Capítulo de 1867. La compra del convento y el armisticio de 1871 permitieron una tímida apertura del juniorado el 13 de diciembre de 1871. Por unos 30 años seguirá siendo la obra principal de Sion. La grave crisis de las leyes de 1880 contra las congregaciones tuvo como consecuencia el cierre del noviciado de Nancy, la breve tentativa de juniorado en Schönau, Suiza, y luego las fundaciones en los Países Bajos. Sion aportó su contribución a esas fundaciones, pero sobrevivió a esa primera tempestad. Los documentos destacan el carácter familiar de la vida en el juniorado, pero también la competencia del P. Brulé como superior. Varios profesores de Sion prosiguieron la carrera en la universidad de Ottawa o recibieron la obediencia para las misiones. Los júniores, cuyo número puede llegar a 70 u 80, procedían de toda Francia; muchos eran originarios de la Lorena anexionada y también de Alsacia. Merece destacarse también la importancia que tiene en la vida del juniorado la perspectiva de las misiones extranjeras (visitas de misioneros, incluso de obispos, piezas de teatro sobre las misiones, museo misional, despedidas de misioneros…). Queda por hacer el estudio sobre la parte capital que ha tenido el juniorado de Sion en la historia de las misiones oblatas. Muchos misioneros de Canadá, Ceilán, Africa del Sur, de Basutolandia e incluso fundadores de lo que será Namibia, han sido formados allí.

El noviciado de los hermanos parece haber tenido una historia más difícil. Los documentos son más escasos. No parece que la provincia (¿la Congregación?) haya tenido en aquella época un programa meditado de formación para los hermanos. Los maestros de novicios, que a menudo son los ecónomos locales, se suceden con rapidez; algunos solo están en el cargo unos meses. Se cuenta mucho con los hermanos profesos para la formación profesional de los más jóvenes. Fundado en 1874, el noviciado obtendrá su equilibrio unos diez años más tarde. Pero leyendo las notas necrológicas de los hermanos, tanto los de misiones como los que han trabajado en Europa, por ejemplo en las casas de formación, se comprueba que muchos de esos apóstoles desconocidos, provenientes principalmente de Lorena y de Alsacia, hicieron el noviciado en Sion y luego llevaron una vida religiosa misionera admirable, aunque escondida. También aquí se debe proseguir el estudio.

El número de los peregrinos aumentó considerablemente a lo largo de este período. La frecuentación del santuario se reactivó por las fiestas de 1873. Cada año en setiembre se las conmemora con una novena mariana, en la cual no es raro que tome parte un obispo misionero oblato. En la novena de 1889 se contaron entre 10.000 y 12.000 peregrinos; a la de 1898, 25º aniversario, acudieron cerca de 15.000… Pero el año cuenta también con otras grandes jornadas de peregrinación. Hay costumbre de que los niños de comunión solemne, acompañados por sus padres, acudan a Sion al día siguiente de su fiesta para consagrarse a María. Por iniciativa del obispo de Nancy, el 23 de junio de 1901, Sion acoge a 15.000 hombres de la diócesis, para una jornada animada por el padre Juan Bautista Lemius, entonces superior de Montmartre. Recordemos que la comunidad es siempre acogedora para los sacerdotes de la región, aunque Sion no puede proporcionar más que muy raramente predicadores y misioneros para las parroquias.

De este período datan ciertos arreglos, realizados con frecuencia por los hermanos ayudados por los júniores. Mencionemos el Calvario y su Cruz de Jerusalén, el monumento a san José, los cobertizos para los peregrinos, el almacén de objetos de piedad, el museo que recuerda la vocación misionera de los oblatos (los misioneros que fueron alumnos de Sion, proveen al centro de objetos exóticos…). Leyendo los documentos, se tiene la impresión de que, a pesar de su complejidad, y gracias también a las cualidades del superior y al apoyo de la provincia, la comunidad de Sion alcanza muy bien a mantener la unidad entre sus diferentes misiones y especialmente a mantener un lazo muy fuerte con las misiones extranjeras.

Las leyes contra las congregaciones religiosas son las que pondrán fin a ese rico período de Sion. Rl P. Julio Falher es entonces el superior. Ante las amenazas, los júniores fueron enviados a los Países Bajos y a Bélgica, y la comunidad quedó progresivamente reducida. Varias veces la población de los alrededores acude a sostener a los Oblatos y a oponerse a las fuerzas del orden. Pero el 13 de agosto de 1903 el P. Falher y el H. Augusto Jacquet son expulsados por la fuerza pública y la casa es precintada….

De 1903 a 1946: el regreso de los Oblatos y las guerras
Fue un ex oblato natural de la diócesis de Nancy, el P. Carlos Vigneron, quien fue encargado por el obispo del santuario de Sion al día siguiente de la expulsión de los Oblatos. El convento pudo ser rescatado por una Sociedad civil y mantenido al servicio del santuario; en 1907 y 1908 alberga al seminario menor diocesano, expulsado de Pont-à-Mousson. Pero todos echan de menos a los Oblatos. Así, en junio de 1904, cuando la ordenación episcopal del vicario apostólico de Natal, Mons. Henri Delalle en Nancy de donde era natural, tanto el obispo de Nancy como el superior general, P. Casiano Augier, afirman su certeza de que volverán días mejores. En 1908 el P. Edmundo Thiriet es invitado a predicar la novena; es el primer oblato que vuelve a la colina. En octubre de 1908 el P. María José Bazin, oblato, pasa a ser párroco de Sion como sacerdote diocesano. En 1910 se une a él el abate Pablo Huriet, oblato también. No se había declarado su identidad oblata. Oficialmente, son del clero diocesano al que pertenecen. Pero el obispo los ha escogido para esa misión con el designio de volver a introducir a los oblatos en Sion. “Estos dos capellanes, celosos, entregados, trabajando de acuerdo y completándose mutuamente, equivalieron a toda una comunidad y, bajo su impulso, la peregrinación siguió creciendo” escribe Martin, el historiador de Sion que los conoció bien. Parece que bastante pronto se les unieron algunos hermanos.

En esa época los padres Thiriet y Huriet toman la iniciativa de organizar en Sion retiros cerrados, bajo la responsabilidad de las Hermanas del Cenáculo. Hay que señalar también la aparición en 1913 de la novela de Mauricio Barrès La Colline inspirée, que contribuyó poderosamente a dar a conocer Sion a través del relato muy novelado de la aventura de los hermanos Baillard. La novela se abre con la fase inolvidable: “Hay lugares donde sopla el espíritu…”

La guerra de 1914-1918 afecta muy fuertemente a Sion, como a toda la región. El frente franco-alemán se halla a unos 30 kilómetros de la colina, de donde se oye el bramido del cañón y se perciben los resplandores de los tiros. El P. Huriet es movilizado, pero está atento a prestar, según sus posibilidades, servicio a Sion, donde el padre Bazin se halla a menudo solo para enfrentar múltiples necesidades. Los peregrinos, con frecuencia los mismos soldados acantonados en la región (se contaron 700 un día de setiembre de 1816), acuden a ponerse, ellos y su gente, bajo la protección de Nuestra Señora. El convento hospeda a huérfanos y a ancianos evacuados de Nancy. Citemos a Mangenot: “La peregrinación de Sion fue durante la terrible guerra de 1914-1918 un lugar de consolación y de fortalecimiento para cuantos imploraron allí con confianza a Nuestra Señora; fue también un hogar de valentía patriótica”.

La victoria trae consigo la reunificación de Lorena y el retorno a Francia de Alsacia. El año 1873 y la coronación se habían celebrado dentro del dolor de la separación. Convenía que Sion festejara la recuperación de la unidad de la patria y diera gracias a Nuestra Señora. En 1919 se pudieron quitar los crespones de luto fijados en las banderas de Estrasburgo y de Metz. Pero la solemne fiesta tiene lugar el 24 de junio de 1920, con la participación de seis obispos, entre ellos el de Estrasburgo, así como de numerosas personalidades y de unos 25.000 peregrinos de Alsacia y Lorena. El obispo de Estrasburgo saludó a María como Reina inmortal de Francia, agradeciéndole cuanto había hecho a favor del pueblo lorenés, mientras que el obispo de Nancy daba gracias al Dios de los ejércitos por haber dado la victoria.

Fue una jornada grandiosa de Unión sagrada. Martin añade: “Por segunda vez sobre la colina de Sion latía el corazón de la patria grande; Sion era consagrada santuario nacional francés…”

Esa fiesta había sido preparada por la publicación unos meses antes de una obra histórico-crítica sobre Sion y su historia casi bimilenaria. El autor, Eugenio Manginot, es conocido sobre todo como cofundador del Dictionnaire de théologie catholique. Su obra sobre Sion es irreemplazable aun hoy.

Bajo la responsabilidad del P. Huriet, la irradiación de Sion se sigue extendiendo. Se estima en casi 50.000 la afluencia de peregrinos para las celebraciones de setiembre de 1923, que marcaban el cincuentenario de la coronación. Desde marzo hasta octubre se suceden en Sion las peregrinaciones de parroquias, de grupos y de familias. El uso de automóviles y luego de autocares facilitan notablemente los desplazamientos. Para la novena, que pronto se vuelve quincena, hay trenes especiales que conducen a los peregrinos al pie de la colina… Sion sigue ofreciendo también cada año un programa de retiros.

Sion debe al P. Huriet el interés por una pastoral más especializada, que prepara lo que será la Acción Católica. Vicario en Nancy a raíz de las expulsiones, había contribuido fuertemente a poner en pie una Unión católica del personal de los ferrocarriles. Conservó en ella responsabilidades regionales y luego nacionales hasta su muerte. Cada año la peregrinación a Sion de esa Unión con sus banderas y sus estandartes marca un hito en la vida del santuario, igual que la peregrinación de la Unión católica de los metalúrgicos. Sion se vuelve también centro de reunión del grupo del saintois de la Unión católica de la Francia rural; tres o cuatro veces al año se reúnen en Sion entre ciento y doscientos agricultores, para escuchar una conferencia sobre los problemas agrícolas, reflexionar sobre la propia vida a la luz del Evangelio, a menudo con la ayuda del superior, y participar en la misa de la peregrinación. Estos grupos dan visibilidad a la Iglesia, a una iglesia en la que comienzan a afirmarse los laicos. Las Congregaciones marianas de muchachas de la región se encuentran también varias veces en Sion. El 27 de setiembre de 1925 son más de 700 los jóvenes pertenecientes a la ACJF (Asociación católica de la juventud francesa) de los cuatro departamentos loreneses que se reúnen en congreso bajo la presidencia de Robert Schuman, futuro presidente del consejo.

Otra iniciativa del padre Huriet está llamada a durar. En 1922, para preparar las fiestas del cincuentenario, lanza la publicación mensual de un boletín de Notre-Dame de Sion. El boletín mantiene unidos a Sion a los fieles dispersos en las parroquias y alimenta la devoción a Nuestra Señora. Mes por mes una crónica permite en adelante conocer las actividades de la peregrinación. El boletín se convertirá posteriormente en trimestral. El que salió en enero de 2000 lleva el número 457.

Por desgracia, faltan informaciones sobre la vida de comunidad en ese período. Ha quedado reconstituida, pero sería imprudente presentarse como tal. Los documentos públicos hablan de los capellanes de Sion, y al referirse a los hermanos, de los colaboradores de los capellanes, pero nunca de los Oblatos. Las leyes contra las congregaciones siguen en vigor…

En 1925, por razones que permanecen oscuras (se puede pensar que a juicio del provincial Sion se hubiera vuelto en exceso asunto personal del P. Huriet, con más razón porque los paisanos lo hicieron su alcalde), el superior recibe la obediencia para París y el P. Thiriet es nombrado para sucederle. El P. Thiriet parece haber continuado dando mucho interés a las tareas en las que anteriormente se había empeñado, especialmente a su revista mensual La Bonne Nouvelle. El deseaba fundar en Sion un centro de formación para futuros hermanos, el cual, al parecer no tuvo mucho reclutamiento. Su muerte en 1927, menos de dos años después de su llegada a la colina, interrumpe bruscamente su superiorato.

Entonces es nombrado superior y director de la peregrinación el P. Amado Schauffler, que conserva el cargo por seis años, y luego sigue de director por otros seis años bajo el superiorato del P. Augusto Guiteau. Leyendo el boletín y las otras escasas fuentes, se tiene la impresión de que el P. Schauffler restablece el dinamismo del P. Huriet. Se dan las celebraciones más solemnes de la peregrinación y especialmente la Quincena; se da también la vida ordinaria y la acogida de los grupos, de las parroquias o de las personas; continúan igualmente los retiros con regularidad. La Quincena se reorganiza, de forma que tienen su jornada propia los distintos grupos de parroquias: Nancy, Luneville, Toul, San Nicolás de Port, el Saintois, etc. y también las diócesis de Saint-Dié, de Verdun y de Metz. La afluencia sigue siendo importante, y más los domingos. De modo habitual los obispos diocesanos están presentes cada año… En 1929 se menciona por vez primera un grupo de 80 inmigrantes polacos en Sion. En 1937 se encontrarán 150. La primera peregrinación de la colonia italiana data de 1935. Más que sus predecesores el P. Schauffler insiste en el carácter mariano de la peregrinación. De él vino la idea de las “Palomas de Nuestra Señora”, una especie de cofradía para los niños. Muchos padres inscriben a sus niños entre las Palomas, a quienes se da un diploma y poco después una insignia. El P. Schauffler es también el fundador del museo o más bien de la galería mariana, que presenta a los visitantes un conjunto de estatuas y de imágenes de Nuestra Señora provenientes de toda Francia o de otros países.

El P. Schauffler era miembro del Comité francés de los Congresos marianos. Organizó uno en Sion del 29 de junio al 2 de julio de 1933. Se reunieron casi 70.000 personas en cuatro jornadas; 40.000 el domingo para la misa presidida por el nuncio apostólico, Mons. Maglione. El obispo de Nancy anuncia allí que, por Carta apostólica de Pío XI, fechada el 25 de junio de 1933, la iglesia de Sion recibe el título de Basílica menor.

Hacia 1939-1940 se ponen en venta dos hoteles de la colina, lo que permite que los adquieran los oblatos para darles un empleo más conforme al fin espiritual de la peregrinación y ponerlos en verdad al servicio de los peregrinos. La adquisición se hizo en parte bajo la cobertura de una familia de Vézelise, amiga del ecónomo general de entonces, el P. Edmundo Dubois. La legislación francesa no permitía la transparencia para las propiedades de los religiosos, y nuestros archivos, incompletos, muestran la huella de malentendidos entre las diversas instancias; el provincial se halla a veces ante el hecho cumplido. Los trabajos de reparación se revelan más costosos de lo previsto… Pero en adelante los hoteles acogerán congresos, retiros, peregrinos… En 1939 las Hermanas de María Inmaculada, fundadas en Marsella por el P. Dassy, asumirán la gestión de la hostelería.

Resulta, pues, más fácil acoger a grupos en Sion. Entre los que acuden regularmente, hay que citar a los jóvenes agricultores loreneses que formarán los primeros equipos de la JAC, así como a las sembradoras de Lorena, ascendientes de la JACF. Sion acoge también para una jornada al Congreso nacional de la ACFF en 1929, al de la Federación nacional de Estudiantes católicos en 1931, a grupos de Scouts, a jóvenes de la Liga patriótica… Así Sion presta su contribución a la organización del laicado cristiano.

Desde el punto de vista de la comunidad, el hecho importante es la presencia en Sion, de 1929 a 1937, de los escolásticos de filosofía de la provincia del Norte. Su número oscila entre 25 y 40. Parece que varios escolásticos tuvieron en Lieja graves dificultades de salud (varios incluso murieron de tuberculosis). Sion ofrecía condiciones más sanas de vida. Pero las noticias acerca de la vida del escolasticado son muy parciales, exceptuando la ayuda ocasional que brindan a la peregrinación. De 1937 a 1939 sucederá a ese grupo el noviciado de la provincia del Norte, con su maestro, el P. Alejandro Audo. En 1939 hacen los primeros votos 21 novicios. A la presencia de los escolásticos va unido el recuerdo de las visitas que les hacía el mariscal Lyautey, retirado en una aldea vecina hasta su muerte en 1934. Frecuentaba con bastante regularidad el lugar, participaba en las procesiones… Se conserva de él la frase dirigida a los jóvenes oblatos, sus pequeños monjes, como los llamaba: “Sin personas como vosotros, personas como yo no existirían”.

La comunidad, pues, recuperó importancia. En 1934, Sion cuenta diez Padres, unos profesores, otros misioneros parroquiales. Mons. Cénez, ex vicario apostólico de Basutolandia, forma parte de la comunidad; residirá en Sion hasta su muerte en 1944. Los hermanos profesos son nueve. Mencionemos entre ellos al viejo hermano Viossat, ilustre por su trabajo en el Sagrado Corazón de Montmartre – tenía el carisma de atraer donativos para la basílica parisiense – que fallecerá el 7 de setiembre de 1935 a los 96 años.

La declaración de guerra en setiembre de 1939, la requisición de la casa por las autoridades militares y la movilización del maestro de novicios obligan a los novicios a salir de Sion. Ya no se acogerá allí ninguna institución de formación.

El P. Juan Champion fue nombrado superior de Sion en 1939, y seguirá hasta 1948, es decir, todo el período de la guerra, de la ocupación alemana, de la liberación y de la inmediata postguerra. La comunidad comparte las preocupaciones y las dificultades de toda la población. La vida del santuario sufre la consecuencia. La Quincena de 1939 debe ser anulada. Para la de 1940 se organiza un garaje de bicicletas. El número de participantes se reduce evidentemente. El boletín sale irregularmente, reemplazado los últimos años por las breves páginas de Sion communique y por el almanaque Ta montagne. Es el tiempo de la oración; el superior presenta Sion como “el campo de batalla supremo de la oración lorenesa”. Se intentan también organizar jornadas de oración para los hombres, de sábado por la tarde a domingo por la tarde con un tiempo prolongado de adoración nocturna…

Como su predecesor, el P. Champion insiste en la devoción mariana popular. En abril de 1942 la parroquia de Housséville al pie de la colina, acoge solemnemente la estatua de Notre-Dame de Sion para la clausura de la misión y la devuelve procesionalmente el día siguiente. Ese mismo año el P. Champion toma la iniciativa de ir a buscar a la abadía de Igny, junto a Reims, la estatua de Notre-Dame de Boulogne, que se dispone a recorrer las rutas del Gran Retorno. Del 22 al 28 de junio es recibida en catorce parroquias de los alrededores de Sion. De abril a junio de 1944 “Cristo y Notre-Dame de Sion toman la ruta y a pie y no en carrozas, llevados a hombros de los hombres y de los jóvenes”, y pasan por 160 parroquias de la región. Oblatos de Sion “proclaman la palabra de Dios en todas las ceremonias, dirigen los cantos y los rezos. Mientras uno está en el púlpito, el otro está en el confesionario…” Del 5 al 12 de agosto de 1945, es recibida por turno triunfalmente en varias ciudades de la Lorena liberada: Metz, Sarrebourg, Phalsburg…

La fiesta principal de Sion en la inmediata postguerra es la del 8 de setiembre de 1946 denominada la Jornada de la Unidad francesa. Se dice que 80.000 personas, entre las cuales el general de Lattre de Tassigny, un ministro y varios obispos se reúnen en Sion “para celebrar a Nuestra Señora y darle gracias por la devolución a Francia de Alsacia y de Lorena”. Celebración más íntima fue la del 28 de julio de 1946 con la despedida de 12 misioneros, los del primer equipo oblato para el Camerún-Chad. El superior de la misión es el P. Yves Plumey, miembro de la comunidad de Sion como misionero. Quiso que la sesión-retiro de preparación para la salida, animada por el P. Alberto Perbal, se hiciera bajo la protección de Notre-Dame de Sion. Los vínculos de Sion con las misiones extranjeras se renovaron.

Los últimos cincuenta años
Este artículo sobre Sion no puede menos de ser breve para los últimos cincuenta años. Sion sigue siendo ante todo y esencialmente el santuario de Nuestra Señora, con su ritmo propio de una estación a otra, de un año a otro. En el decenio de 1950 la Quincena reúne a multitudes impresionantes de peregrinos, más de 50.000 algunos años. Estas cifras bajaron sensiblemente desde hace algunos años por múltiples razones: menos peregrinaciones colectivas, más peregrinaciones personales o familiares. El calendario escolar se ha modificado. Los cristianos de tradición, que formaban lo esencial de los peregrinos de la Quincena, han envejecido o incluso han dejado nuestro mundo. La devoción a Nuestra Señora ha tomado otras formas…

Ya en 1870 el equipo de animación de Sion dirigido entonces por el padre Luis Henry trataba de analizar la situación de “la peregrinación en el esfuerzo misionero de hoy” y esas reflexiones se publicaron en Missions. De este período datan las celebraciones penitenciales que abren las jornadas de peregrinación, especialmente durante la Quincena. Ellas aúnan la celebración colectiva y las confesiones individuales. Los Oblatos buscan también la colaboración de los laicos, especialmente mediante la Asociación de los Amigos de Sion.

Las celebraciones de los domingos del año y de las fiestas, en las que los Oblatos se esmeran por ofrecer una liturgia cuidada, llenan de ordinario la basílica, tanto en la misa de las 11 como en la de las 18. El coche deja ya todo el espacio a las iniciativas personales o familiares. Además, el tema recurrente, turistas o peregrinos, merecería una larga reflexión. Muchas personas pasan por la colina, entran en la basílica, prenden un cirio, dirigen a la Virgen una corta oración, cada cual a su modo…

Algunas fiestas solemnes merecen mención especial. El 10 de julio de 1966 una Jornada europea marca el bicentenario de la anexión de Lorena a Francia. El cardenal Tisserant preside la concelebración, rodeado de unos quince obispos de distintos países vecinos. Para el centenario de la coronación de la Virgen se escogen tres celebraciones principales, cada una en torno a uno de los temas del año. El 15 de agosto es la fiesta de María. El 7 de setiembre se celebra a María, Reina de la Paz, inaugurando el monumento de la paz en la entrada del campo del santuario. Delegaciones de Alemania, de Bélgica y de Luxemburgo se han unido a las delegaciones francesas… La palabra reconciliación está en el centro de la Jornada. Finalmente, con la participación del obispo de Nancy, de Mons. Plumey y del superior general, el domingo 7 de octubre es la jornada de las misiones.

Hay que señalar también la importancia que han tomado las peregrinaciones especializadas. La de los italianos ha durado varios años; la de los polacos (3000 peregrinos en 1951; entre 5.000 y 6000 en 1962) conserva su ritmo anual, mantenido por los oblatos de la viceprovincia de Francia Benelux. Desde hace unos 20 años, los portugueses (10.000 en 1981) acuden cada año a juntarse en peregrinación a Sion. Pasa lo mismo con los gitanos. A estos grupos más típicos hay que añadir la peregrinación anual de los ex prisioneros de guerra, en la época de la Quincena.

Con bastante frecuencia la diócesis de Nancy ha elegido a Sion para encuentros de todo tipo, ya se trate de peregrinaciones de estudiantes organizados al modo de Chartres (700 estudiantes en 1960), retiros sacerdotales, jornadas de acción católica, encuentros de Fe y Luz (minusválidos mentales) de la Hermandad de los enfermos, de Vida ascendente (el movimiento de personas de la tercera edad), jubileos sacerdotales… Un CPM (centro de preparación al matrimonio) funcionó en Sion durante bastantes años.

¿Hay que mencionar también rasgos más anecdóticos? Citemos a algunos huéspedes ilustres. Agrada recordar que el 11 de julio de 1949, a raíz del Congreso eucarístico de Nancy, acudió a visitar Sion el nuncio apostólico, entonces Mons. Roncalli, futuro Juan XXIII, acompañado por el cardenal Tisserant. El 11 de mayo de 1980 el refectorio de la hostelería presenció el banquete organizado por el Presidente de la República Giscard d’Estaing, que había invitado junto a él y a su esposa a todos los habitantes de Saxon-Sion y de Vardémont. Un memorable corte de energía eléctrica, provocado por campesinos en protesta, sobresaltó a los servicios de seguridad y dio ocasión al hermano Manuel Guillaume, sacristán, de ir a buscar velas y de iluminar así a las más altas autoridades de nuestra República…

Diversas construcciones se llevaron a cabo. Tres superiores de Sion deben ser mencionados en especial, los padres Luis Devineau, Emilio Brief y Miguel Berche. La restauración de la basílica ha sido objeto de varias rachas de trabajos. Primero fue la reorganización del coro: reconstrucción del altar mayor utilizando una antigua mesa de altar en piedra descubierta en el lugar y su desplazamiento para permitir la celebración cara al pueblo, limpieza del coro para despejar la construcción del siglo XIV, destaque dado a la estatua de Nuestra Señora en un ábside despojado de sus decoraciones anticuadas, y luego refacción del techo, de las pinturas y de la iluminación eléctrica. Una sala del convento próxima a la basílica fue arreglada como Capilla del perdón, que se usa para asambleas menos numerosas, especialmente los días ordinarios. La construcción de una Capilla de las luces entre la basílica y el convento da una solución digna y práctica a los problemas que ponían las velas de devoción. Estos trabajos pudieron realizarse gracias al apoyo del municipio (como la basílica es iglesia parroquial, es considerada como edificio comunal), pero también gracias a las colectas anuales a las que responden numerosos amigos de Sion.

En el decenio de 1930 los Oblatos habían optado por convertirse en propietarios de los hoteles, a fin de que su gestión fuera por entero al servicio de la peregrinación. Durante unos quince años, hasta 1955, las Hermanas de María Inmaculada aseguraron la gestión de la hostelería. Durante tres años, las Hermanas de la Providencia de Portieux prestaron el mismo servicio, y luego, a partir de 1959, un pequeño equipo de Oblatas misioneras de María Inmaculada, tomó el relevo. Para éstas Sion era la primera fundación en Europa. La salida de estos institutos, por falta de personal, obligó a encontrar soluciones marcadas siempre por lo provisorio. La gestión de los hoteles, como también la del almacén de objetos piadosos, para el que se había construido un nuevo edificio, ha planteado con frecuencia problemas delicados.

Hay que mencionar aquí los grandes esfuerzos cumplidos al principio de los años 50 por el padre Marcelo Pajot “contra viento y marea con hermosa obstinación y gracias a gratuitas ayudas excepcionales”, y por sus sucesores. La hostelería, como ya se la empieza a llamar, es reorganizada por entero con refectorios en la planta baja y acondicionamiento de numerosas habitaciones en los pisos (a la vez que en el piso superior del convento). Así en 1967 Sion puede poner a disposición de los huéspedes 104 habitaciones con 207 camas en total. Eso permite en adelante recibir para estadías cortas a grupos de ejercitantes, congresos, y también familias o personas aisladas, en condiciones de acogida familiar modesta.

Esos arreglos permitieron el desarrollo en Sion de retiros y jornadas de recogimiento. Así en 1957 Sion acogió a 1634 personas para retiros de tres días y a 708 para retiros de fin de semana. Merece mención el retiro de tres días para enfermos (son 180 en 1956). Desde 1955 Sion se convierte en lugar de acogida para los retiros de comunión solemne de los niños de toda la región. Algunos años los adolescentes acogidos pasan del millar (1250 en 1975). Estos retiros son dirigidos a menudo por oblatos de la comunidad. Por desgracia, el refuerzo de la legislación para la seguridad de los edificios destinados a recibir público obligó a numerosas y costosas mejoras y luego hizo que los locales se volvieran inadecuados para esa acogida.

Para ayudar a conjuntar los aspectos religiosos y culturales, se acondicionó una sala en los antiguos talleres con miras a la presentación de audiovisuales sobre Sion, realizados principalmente por el padre Gastón Delaunay. Otra sala de la granja se convirtió en lugar de exposiciones durante el período de verano, gracias a numerosas colaboraciones.

En 1979, por acuerdo entre Mons. Bemard, obispo de Nancy, la madre María Paula de la Trinidad, ex abadesa de las clarisas de Vandoeuvre, y los oblatos, las clarisas fundaron el “Ramal de Sion” en la antigua casa rectoral, próxima a la basílica. Se veía en ello el medio de asegurar en la colina una presencia orante que superaba las posibilidades de la comunidad oblata. La madre María Paula deseaba también hacer revivir la tradición de las ermitas presente desde los comienzos en la obra de Francisco y Clara de Asís. Tras un período de experimentación, el Ramal obtuvo de la Santa Sede un estatuto definitivo. Sion, que sigue siendo el centro, está en el origen de varias fundaciones en Francia, en Hungría y en Rumania. El Ramal, donde las clarisas acogen en casa a personas para la oración, especialmente para el rezo de la mañana y de la tarde (ellas participan normalmente en la eucaristía de la peregrinación), se convirtió rápidamente en uno de los elementos principales de Sion.

Durante unos veinte años, desde el fin de la guerra hasta 1965, la comunidad oblata comprendía también a un grupo (entre 4 y 8) de misioneros que predicaban misiones parroquiales y retiros. A menudo se había soñado con eso para Sion y se había realizado parcialmente antes de la guerra. Gracias a un número bastante nutrido de ordenaciones sacerdotales oblatas en la postguerra, este ministerio se desarrolló de manera notable. El boletín de Sion publica listas de trabajos de los padres de la casa. Las misiones se dan primero en los alrededores, pero bastante pronto los misioneros participan en las misiones generales de ciudades o de poblados con sus colegas de las otras casas misioneras oblatas o de otros institutos.

Desde que llegaron a Sion, los oblatos se encargaron de la parroquia de Saxon-Sion. En 1953 se les confiaba también la parroquia de Vaudémont, en el otro extremo de la colina. Posteriormente los oblatos son llamados a responder a la fuerte disminución del número de los sacerdotes diocesanos, asumiendo la atención de otras parroquias cercanas, ya como párrocos, ya como moderadores de un equipo pastoral compuesto de laicos. A la vez que aceptaban prestar servicio a la diócesis y admitían contentos el modo de hallar un empleo sacerdotal para oblatos entrados en años, los oblatos veían también en ello la ocasión de estrechar la comunión eclesial con los sacerdotes diocesanos cuya carga también se hacía más pesada, y asimismo la comunión entre la Colina y las iglesias y parroquias de la llanura. Muy recientemente la diócesis de Nancy ha procedido a la reagrupación de las parroquias pequeñas. Así la nueva parroquia a la que Sion pertenece ha recibido el nombre de Notre-Dame en Saintois y agrupa una buena treintena de iglesias ex parroquiales.

Por supuesto, la comunidad oblata ha tenido su parte en esas diversas evoluciones, tomando a veces la iniciativa o respondiendo a las peticiones de la diócesis. Ha participado en las evoluciones de la provincia oblata y en las de la Iglesia en Francia. En los años 50, el rostro de la comunidad era más bien tradicional. Ella comprendía a un buen número de hermanos que aseguraban los servicios: granja, huerta, talleres, sacristía, almacén de objetos de piedad, servicios comunitarios. Ese rostro ha cambiado mucho. Aunque haya disminuido el número y aunque hayan envejecido, los loreneses saben que en Sion hay una comunidad de oblatos y que los oblatos aseguran fielmente el servicio del santuario. Siguen siendo un punto de referencia en la región.

La orientación de los oblatos a las misiones extranjeras se ha manifestado en múltiples ocasiones y de muy diversas formas a lo largo de todos esos años. Evidentemente eso se ha dado por la presencia de misioneros en las celebraciones, y en primer lugar por la de Mons. Plumey. En 1982 el padre James Cooke, asistente general natural de Sri Lanka, predicó la Quincena, y en 1996, en el cincuentenario de la salida de los oblatos al Camerún-Chad, lo hizo un camerunés, el P. José Djida.

Varios oblatos de la comunidad recibieron obediencia para las misiones extranjeras. En 1955, el hermano Alexis Guémené recibía la obediencia para Laos. Fue muerto el 4 de junio de 1961, sin que nunca se haya sabido si la bala que le alcanzó iba dirigida a él o fue simplemente casual. Por otra parte, la comunidad oblata tuvo a menudo entre sus miembros a padres o hermanos que habían sido misioneros en Laos, en Camerún o en Chad. El P. Juan Verhaeghe, superior de 1991 a 1997, era un antiguo misionero de Laos; el padre Sergio Cuénot, nombrado superior en 1999, había sido misionero en Camerún y Chad.

Sion ha albergado reuniones oblatas de todo tipo: retiros provinciales, congresos o asambleas de provincia, reuniones europeas. Mencionemos en 1976 la reunión de los oblatos franceses obligados a salir de Laos; en el curso de esa reunión se asumió el compromiso de fundar una misión en la isla de Borneo (Indonesia). En 1990 Sion acogía a ocho jóvenes oblatos del noviciado interprovincial de Velaines para la celebración de sus primeros votos durante la misa dominical dentro de la Quincena. En febrero de 1991 Sion recibía al Superior general y a todo su consejo, en sesión plenaria, por dos semanas… Muy frecuentemente ese lazo con la Congregación y con las misiones se explicita en el curso de las celebraciones de la peregrinación.

Recorriendo los informes, documentos, artículos del boletín, etc., de los treinta últimos años, queda la impresión de que Sion está en plena búsqueda, como toda la sociedad y con toda la Iglesia. Al mismo tiempo, el santuario vive, peregrinos de todas clases lo frecuentan, muchos expresan el lugar que Sion sigue teniendo para su salud espiritual, para su fe. El Espíritu sopla siempre sobre la colina. Pero se plantean muchas preguntas: ¿Cuál será el porvenir? ¿cómo describirlo? ¿cómo prepararlo? ¿con qué personas? ¿con qué recursos? La complejidad de Sion constituye a la vez su dificultad y su riqueza…

Ciertos rasgos principales emergen de esta larga historia. Señalemos tres. Sin que se use la palabra, la enculturación de la fe y de la Iglesia es impresionante. Sion ha sido el santuario de una sociedad campesina hasta los años de 1950. Ha vivido las emociones patrióticas del pueblo lorenés, ayudando a transformarlas en oración. En la sociedad del comienzo del tercer milenio parece imponerse la misma tarea. Pero ¿cómo cumplirla?

Sion ha vivido siempre fuertemente del lazo con la Iglesia local: obispos, sacerdotes, religiosas, laicado, de la diócesis de Nancy, pero también de las diócesis de Saint-Dié y de Metz.

La fuerte personalidad de ciertos superiores ha marcado y tal vez construido Sion. Pero la obra ha sido realizada por una comunidad. Primero, la de los Terciarios, y luego la de los Oblatos. No pueden olvidarse los numerosos apóstoles desconocidos, padres y hermanos, del culto de Nuestra Señora y del servicio del Evangelio, en la colina y en los alrededores.

Las gestiones recientes entabladas con la diócesis de Nancy y con el consejo general del departamento de Meuthe-et-Moselle son fieles a esas perspectivas.

MICHEL COURVOISIER, O.M.I.