Nacimiento en: Lyon (Rhone), Diciembre 13, 1827.
Toma de hábito en: N.-D. de l’Osier, Junio 20, 1856.
Oblación en: St-Boniface, Mayo 31, 1858 (No. 460).
Muerte en: Saint-Albert, Canadá, Julio 11, 1895

Julio [Juan] Perréard nació en Lyon, Francia, el 13 de diciembre de 1827. Siendo niño trabajó como panadero y posteriormente se unió al noviciado en Notre-Dame de l’Osier el 20 de junio de 1856, donde pronunció sus primeros votos el 26 de mayo de 1857, habiendo recibido un mes de dispensa. En su reporte mensual, el Padre Florente Vandenberghe, maestro de novicios, siempre expresó una opinión favorable sobre él: “un joven que ha conocido el mundo exterior. No habla mucho. Trabaja y es minucioso… es dedicado por completo y bastante decidido,” “de carácter algo taciturno, excelente Hermano, humilde y trabajador esforzado”, “Hermano con gran virtud, gran humildad y sumisión”, “muy callado, trata de ser servicial con todos”. Recibió su obediencia para el vicariato de Red River.

Al realizar su oblación final en Saint-Boniface, el 31 de mayo de 1858 con una dispensa de un mes, salió al Norte con el Padre Emilio Eymard para ayudar al Padre Grollier en la misión de Fort Resolution, cercana al lago Slave. Desde el lugar escribió al Padre Valentín Végréville: “Me ocupo de todas las tareas: cocinero, arruinador de comida, mal carpintero, carnicero, albañil, hacedor de sillas y comerciante de muebles, etc.” Enfermó en el invierno al comer hígado de pescado y al no serle posible comer pescado en adelante, que era el alimento principal en la misión, el Obispo Vital Grandin lo envió a la misión Nativity en Fort Chipewyan, cerca del lago Athabaska (1858-1861). Posteriormente ayudó a fundar la misión en Lake Caribou en 1861-1862 y más adelante trabajó en Île-à-la-Crosse en 1862-1870. Fue a Saint-Albert en 1870 y aparentemente salió de ahí hasta 1894-1895 para ir a Calgary y Saint-Paul du Lac La Selle, en Alberta. En 1895 enfermó de insuficiencia de calcio en la quijada y fue a Saint Albert, donde falleció el 11 de julio. Está sepultado en el cementerio Oblato de ese lugar.

El Obispo Grandin redactó un breve obituario sobre él, en el que menciona: “En los 38 años que pasó en el Noroeste, el buen Hermano ofreció sin duda un gran servicio a las diferentes misiones donde trabajó. Fue un religioso devoto y estricto, con grandes y hermosas cualidades, aunque su juicio no siempre igualaba su buena voluntad. En ocasiones se dejaba llevar por el exceso y la exageración, que le atraían dolorosas observaciones de sus superiores y en ocasiones de sus colegas. Por ello, en ocasiones era desagradable y se rehusaba a hablar. Al señalarle su superior que su comportamiento dejaba algo que desear, volvía a ser amistoso.”

Yvon Beaudoin y Gastón Carrière, o.m.i.