1. La legislación
  2. Los seminarios mayores oblatos en Francia en tiempo del Fundador

La legislación
Los artículos 15, 16 y 17 del segundo capítulo de la Regla de 1818 prohibían las ocupaciones que desviaran a los Misioneros de Provenza de su fin principal, la evangelización de los pobres. Entre esas ocupaciones figuraban la dirección de los seminarios, la pastoral de las parroquias, etc. Se sabe que después el Fundador fue llamado a hacer excepciones: la primera concierne a los seminarios. Tras su nombramiento para el obispado de Marsella, Mons. Fortunato de Mazenod buscaba directores para el seminario de la diócesis. Se informó ante algunas congregaciones, pero pensó también en los Misioneros de Provenza. Al parecer, por eso en el capítulo general de octubre de 1824 un capitular propuso modificar el artículo 16 del segundo capítulo. Los capitulares decidieron conservar la prohibición de todo ministerio que desviara a los misioneros de su fin principal, pero reconocieron, con todo, que los seminarios no se incluían en esos ministerios y que, por tanto, no “estaría prohibido encargarse si era preciso de la dirección de casas eclesiásticas”. El Fundador consintió en expresar en la Regla esa modificación como no contraria al espíritu del Instituto.

En el manuscrito IV de la Regla que el Fundador llevó a Roma en 1825, el artículo 23 recoge sin cambiar el artículo 16 del primer manuscrito de 1818; sin embargo, en el texto aprobado por Roma en 1826 y publicado en 1827, la dirección de seminarios no se menciona como fin de la Congregación, pero tampoco se excluye. En la súplica al Papa León XII, el 8 de diciembre de 1825, y en la nota que la acompaña ese apostolado es indicado como uno de los ministerios que los obispos proponen y que los oblatos ejercen. El breve Si tempus unquam con el que León XII aprueba la Regla, el 21 de marzo de 1826, menciona la dirección de los seminarios como fin secundario del instituto.

En en Capítulo del 4 al 8 de agosto de 1837 los capitulares votaron por unanimidad este decreto: “Se añadirá al segundo capítulo de nuestras Reglas un párrafo concerniente a la dirección de los seminarios mayores”. Este decreto no tuvo consecuencias. Por eso en el Capítulo de 1850 se reconoció desde la primera sesión, el 26 de agosto, que se habían hecho necesarias algunas adiciones a la Regla. Se nombró una comisión al efecto. El 31 de agosto anunció proposiciones relativas a los seminarios. Excluía la aceptación de colegios y seminarios menores y proponía los siguientes puntos para que se desarrollaran en un párrafo de la Regla sobre los seminarios mayores: “1.- Importancia de ese ministerio conforme al fin general del Instituto, que es trabajar en la santificación de las almas; ministerio que el Sumo Pontífice León XII expuso formalmente en su Carta apostólica de aprobación; 2,- Cualidades de los directores en el campo de la virtud y de la ciencia;3.- Relaciones de los directores con la autoridad diocesana y el clero; 4.- Sus relaciones con los alumnos en la piedad, la ciencia y la dirección; 5.- Deberes de los directores como religiosos; 6.- Administración interior, consejo del superior, cómo se compone, modo de los sufragios”. Al fin de la sesión, el Capítulo adoptó una proposición formulada de esta forma: “Se dará ejecución al decreto del Capítulo general de 1837 que concierne a la dirección de los seminarios mayores, redactado conforme al dictamen sobre el tema y adoptado en el Capítulo”. En la segunda edición de la Regla publicada en 1853 el tercer capítulo se divide en dos párrafos. El primero se titula: “De la dirección de los seminarios en general” y comprende 15 artículos; el segundo, “De los seminarios mayores en sí” comprende 33 artículos.

Los seminarios mayores oblatos en Francia en tiempo del Fundador
Tras haber apelado en vano a los Sulpicianos, a los Lazaristas y a los Padres del Sagrado Corazón, Mons. Fortunato de Mazenod confió la dirección del seminario de Marsella a los Oblatos en 1827. Se les agradecieron los servicios en 1862 por Mons. Cruice, sucesor de Mons. de Mazenod.

El Fundador aceptó de buen grado ese ministerio que reemplazó en la práctica uno de los fines secundarios previstos en la Regla de 1818: la reforma del clero. Al llegar a Marsella en 1823 los Mazenod encontraron un clero poco disciplinado tras más de veinticinco años sin obispo residente. El padre de Mazenod intentó, en forma sin duda demasiado enérgica y rápida, reformar la parte menos edificante del clero y se dio cuenta de las dificultades de tal operación. Fue mal visto, criticado, calumniado y poco amado por el clero marsellés. Se dio cuenta de que era más fácil formar bien al futuro clero que reformar al antiguo. Por eso aceptó la dirección del seminario de Marsella en 1827, del de Ajaccio en 1834, del de Fréjus en 1851, del de Romans, en la diócesis de Valence en 1853 y del de Quimper en 1856.

Con todo, los Oblatos siguieron al Fundador con dificultad en este punto. Él topó siempre con impedimentos para encontrar profesores y directores oblatos. Estos cambiaron a menudo y no dieron siempre satisfacción a los obispos. Así los seminarios de Romans y de Quimper se abandonaron en 1857. Los Oblatos permanecieron en Fréjus desde 1851 hasta las expulsiones de los religiosos en 1901. Fue en el seminario de Ajaccio donde los Oblatos trabajaron mejor y fueron más apreciados. Conservaron la dirección de ese seminario desde 1835 hasta que se cerró en 1952 ( Cf artículos : Ajaccio, Fréjus, Marsella, seminario mayor, Romans y Quimper).

YVON BEAUDOIN, O.M.I.