El P. William MORELL de la Provincia de EE.UU. visitó hace poco la Provincia de Australia. Mientras estuvo allí, pudo tomar parte en el ministerio de “los Rosies”.

“Saltar de alegría” no es una frase que asociaría instintivamente con S. Eugenio, ¡al menos no por lo poco que sé de su estatura y temperamento! Sin embargo, la frase me vino a la mente cuando me moví por el “mundo oblato” en Brisbane durante mis primeros días en esta zona “tierra abajo”. Todo lo que veía era completa y hermosamente oblato. Una tarde, pude encontrarme con los “rosies” y sus amigos.

Creo que Eugenio mismo saltaría de gozo al constatar cómo, oblatos y “rosies”, han encarnado en las calles de Brisbane el amor y la preocupación que él mismo sentía por los pobres en las periferias de la sociedad. Hace décadas los oblatos establecieron un programa de ayuda para crear amistades y ofrecer asistencia a las personas de la calle. El programa y sus trabajadores son llamados “rosies”. Hoy, más de un millar de voluntarios salen cada noche a la calle.

Antes de salir para pasar una tarde por las calles con el P. John David, un oblato de allí, capellán de los “rosies”, la web de los “rosies” decía, “esta noche, en nuestro estado, hay 20.000 “sin-techo”. Casi la mitad son mujeres. Más del 40% tienen 25 años o menos. Más de 3.500 son niños de 12…” Fuimos a una ciudad de las afueras de Brisbane. No sé cuántos puntos de atención tienen los “rosies” en todo el estado de Queensland, quizás dos docenas. Pero en ese sitio al que fui, el cerca de centenar de personas que encontramos cumplían con esas proporciones descritas en el sitio web.

Los “rosies” son muy sensibles en lo relativo a sacar fotos de sus amigos de la calle. Así que no saqué la foto que ansiaba. Me senté durante un buen rato en la acera con Mike – no lo suficiente para entablar una buena amistad con él, pero lo suficiente como para apreciar su buen humor y su naturaleza extrovertida… y para aprender algo sobre su vida como aborigen y militar veterano. No me preguntó nada… simplemente habló. Terminó nuestra conversación para ayudar a una joven madre a obtener algo de comida para sus hijos.

Pero en realidad, ¿qué puede uno conseguir en una sola noche? ¿Qué tipo de amistad puede basarse en tan sólo una visita? Y ese es precisamente el punto fuerte de los “rosies”. Nunca se trata de una simple noche. Para muchos, es una noche tras otra, una semana tras otra. Para algunos es ya una experiencia de 10-20 años. Y ese es otra bendición de los “rosies”. Los estudiantes y abuelos, madres jóvenes y ejecutivos retirados… se tejen infinitud de “amistades construidas a partir del ministerio”, además de la amistad consolidada sentados en las aceras.

Gracias al P. David, tuve la oportunidad de encontrarme en un escenario mucho más adecuado al celo de S. Eugenio que un gran salón o una sala de reuniones. Pero ya saben, aun cuando los Oblatos se reúnen en una sala de comunidad, sentados en sillas y no en las aceras… aún entonces, sospecho que S. Eugenio se sentiría tentado de saltar de alegría al descubrir que sus hijos están ahí para buscar la mejor forma de ser fieles a su espíritu y para marcar la dirección de sus vidas y ministerios, siempre en salida hacia las personas más necesitadas del Evangelio y del amor compasivo del Cristo.